Para leer esta semana: libros de Paéz, Serrano y Lovecraft
"Los murmurantes" es la última novela de Santiago Páez.
PRIMICIAS / Diego Corrales
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Los murmurantes
Santiago Páez
Cactus Pink, 2020
202 páginas
USD 15
Es una novela que fantasea sobre las consecuencias sociales, geográficas y políticas de un apocalipsis zombi, en la zona de Quito, principalmente.
Santiago Páez parece haber tomado de referencia dos tipos de registros de este universo de historias -The Walking Dead y World War Z- y ofrece una historia coral en la que, a pesar de la conciencia de fin de mundo, da la impresión de que la idiosincrasia ecuatoriana no ha cambiado.
80 años en el futuro lo que existe son pequeños feudos religiosos, teocracias minúsculas que tensan sus relaciones con otros espacios, para mantener el control de un mundo venido a menos. Macarena es una numeraria de guerra de uno de estos espacios y tiene la misión de cruzar un amplio territorio quiteño, para entregar una carta.
Ya no hay Quito. Hay espacios que han resistido o que se mantienen. Inconexos entre sí. Pero envueltos en una particularidad que permite que Los murmurantes sobresalga y brille: el poder de la palabra.
Es la palabra dicha, el lenguaje oral, lo que determina la relación entre los muertos vivientes hambrientos y los seres humanos que tratan de evitar el contagio.
Son los versos de César Vallejo, Percy Shelley, Emily Dickinson, Efraín Jara Idrovo y Dylan Thomas, entre otros, los que son murmurados por los zombis y que funcionan como coro griego ante los acontecimientos narrados o como alarma de cercanía para los vivos.
El último hálito de humanidad es la palabra.
Son las oraciones dichas a viva voz, esas plegarias, las que detienen a los zombis y que evitan que sigan haciendo lo que hacen, como si entraran en un trance que consiguiera calmarlos.
La salvación tiene un carácter ritualístico.
Y en esta novela, en la que Macarena decide generar su propia aventura y buscar el Santo Grial -sí, todo es posible en el mundo de las letras- lo que manda es encontrar esas historias corales, esos personajes que aparecen y desaparecen, como un resumen de lo que ha sido la historia humana.
Lo mágico de Páez es que en el capítulo VII establece ese punto de contacto entre zombis, caníbales y comunión cristiana. Y de golpe, una novela sobre el fin del mundo tiene toda la consistencia y relevancia actual.
El manto
Marcela Serrano
Alfaguara, 2019
112 páginas
USD 14
Marcela Serrano dice que su objetivo era no ignorar el duelo, sino entregarse a él. La muerte de su hermana Margarita -la primera baja dentro de las cinco mujeres que formaron el frente de las hermanas Serrano- significó un proceso de dolor y de escritura que se acerca a la autoficción.
A un tipo particular de autoficción.
El manto es un libro que impresiona al ser un recuento de anécdotas, de lecturas -una revisión a Mujercitas aparece por ahí con la fuerza de un huracán-, de reflexiones sobre lo que padecen las personas enfermas de cáncer y cómo la sociedad y la idea de bienestar deben ser cuestionadas.
Aquí hay vida. Pero no una vida quieta o interrumpida.
La vida como un compendio de datos que se entrecruzan, que se sienten, que golpean y que generan un nuevo tipo de conocimiento. Eso que surge de la rabia.
Serrano indaga alrededor de la muerte, de la literatura que se puede producir ahí, de las condiciones que va generando. Profundiza en el sentido de lo religioso, en su valor. En cómo las creencias pueden dar confort.
Para hacer este libro, Marcela Serrano se encerró durante 100 días. Tiempo en el que solo empezó a tomar apuntes, como si buscara retener a su hermana. A veces, la literatura funciona como aquello que no busca ser: como un eterno presente.
Un espacio para retener a alguien que simplemente se ha ido.
Obras completas
Howard Phillips Lovecraft
Edimat Ediciones, 2019
1600 páginas aproximadamente (4 tomos)
USD 67
No hay cómo decir algo adicional sobre la obra de este escritor norteamericano, nacido en Providence, Rhode Island, hace casi 130 años. Terror cósmico, conocimiento prohibido para la humanidad, y construcción de los seres humanos como siervos de otras fuerzas.
Lo de Lovecraft fue crear una manera de hacer literatura que tomó lo que Edgar Allan Poe empezó, para convertirla en algo más.
Y ese algo más se lee con cierta emoción y con una conciencia adicional.
Porque al revisar la obra completa de esta autor, con la ventaja de hacerlo en orden cronológico, sí que hay dos reacciones posibles:
1) Lovecraft mejoró como autor con el tiempo.
2) Sus perspectivas raciales son cada vez más complicadas de leer.
En esos dos espectros se mueve quien lee a H.P. Lovecraft. En medio de ambos hay todo un universo brutal y complejo, en el que se puede sospechar de todo, de la ciencia y de la capacidad del ser humano por llegar a una vida civilizada.
Hay gente afro y judía que no lo permite o que va a recibir su castigo. Lovecraft era así. Y no se puede ignorar.
Ese es el terreno complejo. Porque Lovecraft creó una obra de horror en la que revela su perspectiva moral. En ella, la gente con alta cultura es la única con la capacidad de mover las cosas por el camino correcto. Pero ese es un camino que no va a llevar a un buen lugar.
Lo de Lovecraft es una obra pesimista.
Frente a lo cósmico, a ese terreno en el que las figuras que no son de este planeta tienen todo el control, no hay espacio para el sosiego. No hay.
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