Lecturas de domingo: Valencia, Araya, Rodríguez y César Eduardo dicen presente
Leonardo Valencia y 'La escalera de Bramante'
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La escalera de Bramante
Leonardo Valencia
Seix Barral, 2019
USD 19
Novela ¿total? que compagina varios escenarios y personajes detrás de un solo destino: ser leída como una experiencia única. No es que Valencia busque el juego. En realidad no hay distracción ni solaz en la lectura de La escalera de Bramante, lo que existe es la conciencia de estar viviendo algo que impacta, algo que no se ha hecho en la literatura del país —una narrativa de esta magnitud puede percibirse como un regalo—.
El cruce de épocas, lugares y seres dan ese carácter global a la novela, que se mueve entre la desesperación del pintor Kurt Landor por retener en su memoria y en su obra el pasado; la amistad a prueba del tiempo y la distancia entre Álvaro y Raulito; la presencia de unas espías —las troyanas, que le dan el nombre a uno de los más hermosos y doloroso capítulos del libro, que cuenta la vida de una mujer que es todas las mujeres—; Laura y su terrible existencia.
Las historias son muchas y tienen el denominador común de cómo el poder —como se lo quiera ver— genera la presión suficiente para que los personajes se transformen, o no puedan conseguir lo que están buscando. En sí, sin caer en la necesidad de generar un discurso o proponer mecanismos para enfrentarse a la vida, La escalera de Bramante, indaga sobre el ser humano y sus capacidades de reacción.
Más de 600 páginas. Ocho años de escritura y un año y medio de revisiones. La novela —tal como el mismo autor la define en su ensayo Moneda al aire, publicado el año pasado— es un aparato de interrupción, porque nadie tiene el tiempo para escribir ni leer de corrido algo tan largo. Y esta naturaleza es la que permite abrazar mejor un libro que, para el lector regular de Valencia, resultará familiar, tanto por los temas que aparecen, así como varios personajes.
Leonardo Valencia (Guayaquil, 1969) ha publicado las novelas El desterrado (2000), El libro flotante (2006) y Kazbek (2008). Además es autor del libro de ensayos El síndrome de Falcón (2008).
Un suceso extraño
Sandra Araya
La Caracola, 2018
114 páginas
USD 12
Esta es una historia de fantasmas, aparentemente. Más que horror, hay extrañeza, porque las cosas dejan de ser normales y entran en otro cauce. Unas llaves desaparecen y eso, más que iniciar un recorrido, da una pista sobre lo que podemos esperar.
Ada vive en una casa con las mujeres de su familia, particularmente su madre. Tiene un hijo pequeño y una perra blanca que la acompaña. La casa es importante, es el escenario, un espacio que debería ser seguro. Una serie de situaciones cotidianas se entrecruzan con hechos fuera de lo común, con historias de otras personas de barrio, con los fantasmas que deambulan por la vida de personajes que son solo referidos.
Las familias, en esta novela, son estructuras en las que se incluyen espectros que, más que atormentar, juegan.
A medida que avanzan las páginas, el sentido detrás de las presencias espectrales adquiere otro matiz. Un desenlace que no debe cerrar una historia de normalidad y anormalidades, sino ofrecer más preguntas que, en una segunda o tercera lectura, permiten descubrir elementos más interesantes en la historia.
Sandra Araya (Quito, 1980) ha publicado Orange (2014), La familia del doctor Lehman (2015), El lobo (2017) y El espía, la carnada, el precio (2018).
La primera vez que vi un fantasma
Solange Rodríguez Pappe
Editorial Candaya, 2018
138 páginas
USD 26,50
Libro de relatos que se puede leer desde múltiples claves. Desde la fantasía, la denuncia, la sorpresa o partiendo de la idea de que si el cuento no golpea, pues no sirve. Aquí no hay intentos discursivos más allá que contar una historia; varias, en este caso. Por eso, se puede decir que La primera vez que vi un fantasma se presenta como un compendio en el Solange Rodríguez Pappe muestra sus fortalezas como narradora y los niveles a los que puede llegar cuando una buena anécdota encuentra una gran manera para ser contada.
Esto no quiere decir, desde luego, que el libro funciona el 100% del tiempo. En un par de cuentos no se consigue la solidez que hay en relatos como Un paseo de domingo, La historia incómoda que nos contó Olivia el día de su cumpleaños, Matadora, El Atanudos —una pieza imprescindible por la creación de un ser monstruoso impresionante—, Confeti en el cielo, entre otros.
Este es un libro impresionante y la maestría de un cuento se vive de mejor manera frente a los desperfectos de otros; dentro de esta dicotomía se mueven los libros de relatos. En estos textos, Rodríguez hace un paseo que va y viene, que se sostiene por un manejo preciso del ritmo —los giros llegan cuando deben llegar y funcionan a la perfección— y por cierto humor torcido que contagia al lector.
Es indudable que algunas personas buscarán elementos que aterricen lo escrito por Rodríguez dentro del terreno de la lucha de la violencia contra la mujer. Este carácter no es la base de estos cuentos, en los que el trabajo literario es elemento central y consigue reformular la denuncia, colocándola como un fantasma más que late en las páginas.
Solange Rodríguez Pappe es guayaquileña. Nació en 1976. Ha publicado varios libros, todos dedicados al cuento. Entre ellos destacan Dracofilia (2005), Balas perdidas (2010) y La bondad de los extraños (2014), entre otros.
Es lodo y es polvo y es humo y es nada
César Eduardo
Una antología poética puede aparecer también como una declaración de principios estéticos o como una bomba a punto de explotar. César Eduardo Carrión —firma sin su apellido, él es solo nombre; en realidad, nombres— recupera parte de su obra, discrimina y selecciona. Mira hacia atrás para reconstruirse y darse una forma particular en el presente.
No está todo. Nunca puede estar todo. Pero lo que hay muestra lo que el poeta Juan José Rodinás define con propiedad en el prólogo del libro: “En el ecosistema de los poetas nacidos en los setenta, la obra de César Eduardo es una flor rara”. Y sí que lo es. Esta agrupación de poemas de cuatro libros lleva al lector a un estado de comunión con la voz que se revela en cada verso. Esta es poesía para identificarse.
En Teoría sobre el canibalismo, César Eduardo escribe:
“Quisiera haber sido un huracán, pero la tristeza llega siempre/
muy temprano”
Hay versos que definen la condición humana contemporánea. No hay doctrina, hay observación, solo deseo de enunciar lo que se percibe:
“Volvamos a ser uno solo: los mismos en el dolor, los mismos/
en el olvido/
Volvamos a ser una tribu cercana a la peste, el acero y el/
miedo.
Juntemos de nuevo las manos en torno del fuego sagrado de/
un sueño.
Pero no porque lo digan tus ancestros. Los he visto: no son/
nada extraordinario”
Las experiencias que César Eduardo condensa no son perturbadoras. En realidad, el mejor poema del libro surge de la dulzura, del amor. En Huesos de hada, dedicado a su hija, dice:
“Para verte nacer he nacido, pensaba, y apenas nací con el día/
que empieza (...)
Para verte nacer yo nací, pretendía, mi niña, y apenas nací/
con el día en que llegas”
César Eduardo Carrión ha publicado entre poesía y ensayo, en libros como La diminuta flecha envenenada (2007), Poemas en una jaula de Faraday (2010), Cinco maneras de armar un travesti (2011) y Emboscada (2017), entre otros.
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