“La sombra del apostador”: la genialidad de Vásconez en una nueva edición
Esta nueva edición de la tercera novela del escritor quiteño es una buena razón para sumergirse en su historia de maldad en una ciudad dispuesta a todo.
Diego Corrales / PRIMICIAS
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Ya son siete ediciones.
Lo que significa que esta existencia de La sombra del apostador (USFQ Press) ofrece una nueva oportunidad -sobre todo a nuevos lectores- para enfrentarse a una novela intensa.
Que se publicó inicialmente en 1999 y que incluso fue finalista del Premio Rómulo Gallegos en 2001.
Y esa intensidad tiene que ver la forma en que La sombra del apostador está contada. Como si fuese un modelo para destruir y que a medida que se avanza se va reconstruyendo de una particular manera.
Como si Javier Vásconez hubiera tenido claro cómo armar una historia por partes, sin contar todo, pero sin dejar nada afuera.
Porque en el fondo, la idea de la sombra es dar fe de una existencia, sin tener que mostrar el cuerpo en su totalidad.
Y aquí, en sus 23 capítulos, esa sombra se delimita muy bien.
Porque está el crimen que lo mueve todo -el asesinato de un jockey en plena carrera de caballos-, la apuesta, el plan macabro, la certeza, el azar, la ficción y el cinismo.
Siempre con la posibilidad de que con una nueva versión -si es que se puede cometer el error de definir así a una reedición-, se ajusten algunas cosas, haya otra imagen de portada y otras alternativas de existencia literaria.
Algo que el autor tiene muy claro cuando habla de esta novela.
Galería de hombres malos
En este libro hay un asesino y casi, como una fuerza de la naturaleza, resulta ser alguien que genera tal revolución en la ciudad -que podría ser Quito- y en los otros personajes de la historia, que no hay más remedio que la tragedia.
Y si bien no siempre aparece, Roldán -ese criminal con un problema físico- es una suerte de cuerpo desconocido y gigante. Con una fuerza gravitacional poderosa. Porque él va a matar a alguien y, en un gesto de maldad absoluta, buscará hacerse amigo de su futura víctima.
Roldán tiene todo el peso en los capítulos en los que la historia se desarrolla, incluso cuando no es nombrado. Como protagonista, él es la revelación de cómo una idea clara en un narrador se puede sostener.
Sin él, La sombra del apostador caería. Pero no solo sin él. La figura del Coronel también da detalles sobre cómo funciona el poder; así como la de Sofía -protagonista de uno de los momentos más duros de la historia-, como víctima de una acción atroz y que está llamada a lidiar con lo terrible.
Aquí Vásconez habla de la maldad, contando una historia dentro de una historia, para que ambas se vuelvan una sola. De esta manera busca una razón a las acciones criminales que se mueven en estas páginas.
En charla con PRIMICIAS, Vásconez habló sobre cómo mira a La sombra del espectador frente a obras anteriores; sobre cómo la hizo y sobre la importancia para él de escribir acerca de villanos y de gente cruel.
Además, da detalles sobre cuál fue el capítulo que más le costó hacer y por qué.
- 1
Lo que narrador cuenta
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¿Qué es lo que buscaba conseguir con La sombra del apostador?
- 2
El método del autor
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¿Cómo fue su forma o preparación para escribir la novela?
- 3
La fascinación por los malos
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¿Por qué los personajes tienen que ser los "villanos" de la historia?
- 4
El capítulo 19
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¿Cuál es la parte de La sombra del apostador que todavía sigue resonando en usted?
La obra de Javier Vásconez sigue y seguirá moviéndose en estos meses. Desde España, y con Editorial Pre-Textos a la cabeza se están publicando sus nuevos libros.
Como por ejemplo Casi de noche, una antología de sus cuentos, seleccionados por Juan Marqués. Esta publicación ya está a la venta.
En enero aparecerá una versión ilustrada de Angelote, amor mío. Y en mayo, su nueva novela, El coleccionista de sombras.
Otras recomendaciones
“Roldán”, de Javier Vásconez
Una publicación que reúne tres relatos en los que aparece Roldán -uno de esos personajes que constantemente orbitan la narrativa de Vásconez- esta vez como si se tratara de una especie de estudio sobre la maldad y sobre la existencia de alguien terrible y cómo fue generando su vida a través de momentos específicos. El libro está acompañado por ilustraciones realizadas por el artista Jorge Velarde, que terminan por darle forma a uno de los seres más repudiables y magníficos de la literatura ecuatoriana.
“Hoteles de silencio”, de Javier Vásconez
Nuevamente la sordidez en una ciudad como Quito, de la mano de un Vásconez que sabe cómo intercalar personajes, historias y una sensación de peligro, en un espacio de secuestros y de crímenes, mientras Jorge Villamar intenta comprender esa violencia, relacionarse con Loreta -que ha llegado desde Madrid- y descubrir en una especie de archivo fotográfico de la maldad -otra vez aparece Félix Gutiérrez en una narración de Vásconez- la tensión necesaria para que la novela impresione.
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