Juan Pablo Castro presenta esta noche una novela magnífica
El escritor Juan Pablo Castro Rodas, autor de 'El jardín de los amores caníbales'.
Eduardo Varas
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Juan Pablo Castro Rodas define a El jardín de las delicias, de El Bosco, como una obra imposible de descifrar en su totalidad. Y esa idea funciona como clave de lectura para quien se siente y abra las páginas de El jardín de los amores caníbales (Doble Rostro, 2019). La obra se presenta esta noche en Casa Mitómana, a las 19:00.
Este es un nuevo momento para el escritor, que anteriormente publicara La curiosa muerte de María del Río, obra con la que ganó los premios Miguel Donoso Pareja de novela corta, en 2015 y el Joaquín Gallegos Lara, en 2016. Y esta etapa se refleja en una escritura de múltiples niveles, con temporalidades y puntos de vista que fluyen, uno detrás de otro.
La palabra clave, en este punto, es justamente ‘delicia’. Porque esta lectura se disfruta.
Hay claridad, desde luego, pero el lector necesita un compromiso con esta obra, dedicarle tiempo y experimentar esta apuesta estética, importante para este autor. En la novela hay un entramado de personajes —comandados desde la perspectiva de Bernardo— que se relacionan, entran en contacto y van experimentando una vida en maneras intensas, en búsqueda del amor o de otro ser, a pesar de las derrotas.
En ese núcleo radica la relación entre la obra de El Bosco y la novela, que tiene en la imagen de portada el elemento visual más preciso que haya tenido algún libro ecuatoriano en los últimos meses.
Porque Castro Rodas utiliza como ritmo y estructura narrativa la contundencia de este tríptico, pintado en el siglo XVI: “Busqué salir de la parábola de los pecados y complejidades humanas y convertir lo que se ve en el cuadro en escenas de la vida cotidiana”, dice el escritor. Esto se percibe en cómo está escrita la novela y en cómo la tensión entre lo pictórico y literario determina la experiencia del lector.
Después de no poder escribir nada durante mucho tiempo, fue la frase de una mujer que estaba a su lado en unas termas, la que generó todo: “Parece El Jardín de las delicias”, le dijo, como reacción a lo que veían. Una oración similar da inicio a la novela.
“A raíz de la muerte de mi hermana, entré en una etapa de sequía total. Sentía que no podía escribir nada, que no tenía nada que decir. Pasaron varios meses y esa frase que me dijeron cuando estuve en unas termas, fue como cuando en la Josefina, en Cuenca, se rompió ese dique natural que se había creado y emergió todo el río. Para conducir ese río de palabras debía escribir, escribir y escribir”.
El proceso de escritura tomó un año, mientras que el tiempo de edición, de mover escenas y corregir algún error, tomó siete meses de trabajo. Durante la presentación de esta noche, en Martín de Utreras y Mariana de Jesús, el autor conversará con Carmen Lucía Jijón.
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