Versión teatral de Rabia plantea una inmersión en lo trágico
El reconocido director Sebastián Cordero ha sido invitado a ser parte de la Academia de las Artes y Ciencias Cinematográficas.
Eduardo Varas
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Con todo el ruido que ha generado Parasite, de Bong Joon-ho -especialmente por su triunfo en la última entrega de los Oscar- se hace imposible no hablar de Rabia.
Porque hay vasos comunicantes entre la obra del surcoreano y esta historia, que parte de la novela homónima del argentino Sergio Bizzio, que el propio Sebastián Cordero llevó al cine en 2009.
En Parasite, alguien termina ocultándose en una casa, para escapar de la justicia debido a un crimen. Y en Rabia sucede algo similar.
Sin embargo, en la obra de teatro que también dirige Cordero -y que ingresa en su cuarta semana de funciones en Quito-, no importan tanto las razones de ese encierro, sino las consecuencias.
A José María le dicen María. Está escondido en casa de los Torres, donde trabaja la mujer que ama: Rosa. Y tanto María, como el público que va a ver las funciones que se realizan en el Museo de Acuarela y Dibujo Muñoz Mariño están en el mismo nivel, de cierta forma.
Son fantasmas y miran una serie de situaciones que se van abriendo ante ellos y no pueden intervenir. Bueno, el público no. María lo hace. Es un fantasma de Canterville a la inversa. Aterroriza porque lo puede hacer.
¿Los asistentes? Gravitan, se dividen en grupos y acompañan a unos personajes, o miran las escenas desde una perspectiva particular.
Una experiencia de inmersión que afecta la manera de ver una obra de teatro.
Y en esta segunda temporada en Quito hay sutilezas, cambios y ajustes que explica Sebastián Cordero en este video.
La experiencia actoral en este proyecto
Alejandro Fajardo es un nombre y rostro familiar para en el mundo de la actuación en el país. Sobre todo por su paso en los filmes nacionales más importantes de los últimos años.
Él es María y está a la cabeza de un elenco que incluye a Carla Yépez, Itzel Cuevas y Lucho Mueckay, así como el trabajo de Alfredo Espinosa y Diego Ulloa, quienes se juntan al equipo en esta temporada.
Hay una demanda para los actores en esta obra.
Eso es fácil de evidenciar al ser público. Hay un esfuerzo físico brutal y la necesidad de concentración infinita, porque da la impresión de que nunca salen de escena, de que siempre hay alguien del público que los puede ver.
Esta demanda se mantiene igual, aunque se trate de Quito y de Guayaquil, en esta última las funciones se realizan en la casa Cino Fabiani. Aunque hay particularidades en cada ciudad, como lo explica Fajardo en este video.
Esto, también se traduce en una forma distinta de relacionarse con el público y en la percepción que se puede tener sobre los asistentes a las funciones. Gente que está ahí, pero los actores deben desdibujarla todo el tiempo.
Los rigores de una nueva temporada y las metamorfosis
En entrevista con PRIMICIAS, Sebastián Cordero explica lo que significa regresar a una obra como Rabia y la forma en que se maneja la denominada cuarta pared y la distancia con un público que es parte de la puesta en escena.
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Los ajustes
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¿Qué otros cambios se han generado en esta segunda temporada en Quito?
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Las miradas cercanas
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¿Cuán complicado es jugar con el público inmerso en las escenas?
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La cuarta pared
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¿Cómo se percibe desde el interior de la obra, la presencia directa de la gente que viene a verla?
Rabia tiene funciones desde este jueves 13 de febrero hasta el domingo 16, en el Museo Muñoz Mariño, en San Marcos, Centro de Quito.
La última semana de Rabia en Quito será después de carnaval, del 27 al 28 de febrero.
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