El humor de Katherine Ryan y la carcajada como síntoma de resistencia
El especial de comedia de Katherine Ryan es una buena excusa para ver esa otra forma de hacer reír que tiene la protagonista de la serie 'The Dutchess', también en Netflix.
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Con The Dutchess, Katherine Ryan entra al terreno de las series de humor que tienen al mismo tiempo su dosis de drama y de irreverencia. Del tipo que puede resultar molesta.
Es probable que de eso se trate.
Ryan, comediante canadiense que vive en Londres, con su hija británica, ha sabido moverse por un terreno en el que -como pasa con otros comediantes- tienen mucha importancia las reflexiones sobre su vida diaria, su maternidad, su relación laboral, su vida amorosa, su existencia como mujer trabajadora y madre soltera.
Y The Dutchess se mueve en el terreno de una supuesta autobiografía en la que Ryan -quien creó la serie e hizo los guiones de sus seis episodios- interpreta a Katherine, el personaje central de la serie que tiene mucho que ver con ella: madre soltera, con una hija de 10 años que se percibe más sofisticada y adulta de lo que es.
Pero, también camina por otro lado. El que hace que -dependiendo a quien se lea o lo que se crea- se está ante una maravilla o un desastre.
El personaje que hace en la serie es detestable en momentos en los que se relaciona con otros seres.
Aparece como alguien incapaz de guardarse las cosas y está diseñada para incomodar, ya sea por lo que dice o la desfachatez y lo agresiva que puede ser -excepto con su hija, a quien adora con todo el alma-.
Esa ira de Katherine ante el mundo no es novedosa en series en el terreno de la comedia. Quizás la novedad sea que esta vez se trate de una mujer quien sea capaz de ponerla de manifiesto, con todo el agravio posible.
Katherine Ryan se ha identificado con el feminismo. Ha dicho -sobre todo en sus especiales de stand up- que el objetivo es que exista igualdad de condiciones entre hombres y mujeres para hacer lo que se quiera, ganar la misma cantidad de dinero y disfrutar lo que se hace.
Y en The Dutchess, Ryan quiere ser grotesca, desagradable, mala onda y salirse con la suya, como lo hacen varios comediantes hombres en algunos de sus trabajos.
De cierta forma lo consigue. No tanto en los primeros tres episodios -que tienen momentos que pueden tensionar a cualquiera, así como un humor que se entiende, está ahí, pero cuesta ingresar en él- pero, sí en la segunda mitad.
Porque es el momento en el que se entra a la dinámica con la hija, que el personaje de Ryan se humaniza, se acepta, se entiende. Ahí hay un trabajo poderoso de guión, que hace que aquello que se iba construyendo, se vuelva otra cosa.
Casi como un giro de timón, que va de un golpe a una caricia.
De esta forma, Ryan se permite cuestionar, mientras trata de generar risas, en un vehículo que no es tan perfecto como el otro espectro de la comediante, que también se puede ver por Netflix.
La comediante en escena
Ese humor corrosivo tiene en el espectáculo Glitter Room -que Ryan produjo para Netflix en 2019- un espacio mucho más fértil. Sobre todo porque ya no hay un personaje en la pantalla -bueno, no en el sentido tradicional del término- y la estrategia es generar las risas de un público que ha ido a verla.
Temáticamente, Katherine Ryan no deja de hablar de los mismos temas: de la maternidad, de su vida amorosa, de su familia, de las diferencias culturales al ser extranjera en el país en el que vive.
Pero cuando se trata de hacer humor en un escenario, la agresividad se debe transformar en algo más.
En realidad, lo que sucede en Glitter Room es distinto a lo que se ve en The Dutchess. Si bien se podría decir que es la otra cara de una moneda, lo más honesto es decir que se trata de otra moneda.
La Katherine Ryan “real”, la comediante de stand-up, se burla de sí misma y si bien trata de bromear con los asistentes y reacciona a lo que les dice, no hay un solo ápice de agresividad.
Ella busca que todo el mundo lo esté pasando bien, en un ambiente propicio para lanzar las ideas que, evidentemente, ella lanza.
Y que tienen ver con cierta exigencia a su audiencia. Ya sea para reconocer el racismo y machismo en su vida diaria o para reflexionar sobre el sexismo y absurdos a los que Ryan hace referencia.
El mismo humor en dos presentaciones distintas.
Otras recomendaciones
“Katherine Ryan: In trouble”
En este, su primer especial de humor para Netflix, Ryan se encuentra en un momento de fama elevada por su participación en una serie de programas ingleses y eso la convierte en una comediante mucho más lanzada y política. Firme, capaz de burlarse de Bill Cosby, encontrar humor en las acusaciones de violación y al mismo tiempo un paréntesis para aterrorizar a su público. Si bien en cierto que su humor no ha cambiado con los años, su aproximación y resolución de las bromas sí. Dos años después, su especial más reciente es pausado y menos estrambótico. Pero, sigue siendo poderoso.
“Fleabag”
Hasta ahora, las dos temporadas de Fleabag son la evidencia de que Phoebe Waller-Bridge es la genia máxima de la comedia y de la narrativa de lo que va del siglo XXI. No solo por la historia de esta mujer que está sobrellevando el luto por la muerte de su amiga, mientras su familia disfuncional orbita alrededor de ella y el absurdo se revela todo el tiempo, en episodios donde queda claro el tipo de personaje que ella es. Fleabag es una obra de absoluta frescura en la que no hay moraleja, solo personajes que quieren dejar su dolor de lado y una mujer que rompe a cada rato la cuarta pared.
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