'Habilidad con los caballos', a galope por la poesía de Roy Sigüenza
"Habilidad con los caballos" es una deuda que el mercado editorial tenía con el poeta Roy Sigüenza y que ahora se puede saldar, con una edición que hace justicia.
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Hay varias razones para celebrar esta publicación.
La principal, obviamente, es tener en un solo volumen la obra de quizás uno de los poetas vivo más importantes del país. Porque eso es Roy Sigüenza (Portovelo, 1958). Habilidad con los caballos, lo prueba.
Poesía que suena, recorrido que va “in crescendo”, porque el libro está estructura en sentido cronológico.
Lo primero que Sigüenza publicó -Cabeza quemada, en 1990- es lo primero que se lee. Memorial de la boca -textos inédito entre 2019-2020- es lo que cierra el libro. La experiencia al leer así es mayúscula. Lo que lleva a un siguiente motivo para festejar que el libro exista.
Y tiene que ver con la posibilidad de establecer ese desplazamiento por una obra que funciona al tener bien asentado sus temas y búsquedas, pero que estéticamente va enfrentándose a nuevas inquietudes desde lo formal.
Porque lo primero que estalla y seduce en la obra de Sigüenza es la musicalidad y el ritmo que sus poemas cargan. La selección de una palabra como "seduce" no es gratuita. La poesía de Sigüenza es seducción por cómo suena, por los seres que la pueblan, por el universo que explota en cada volumen que integra esta colección.
En términos generales -y como bien lo señala la poeta María Auxiliadora Balladares en el texto que acompaña la publicación-: “Los héroes de estos poemas lo son a pesar de ellos mismos (...) apenas van donde sus propias pulsiones eróticas los lleven”.
Hay algo que se remueve alrededor de la idea del erotismo en la obra de Sigüenza.
Porque es corporal, es ausencia, memoria, es mundo, contacto con el resto, con la geografía, con las distancias, con el agua, con otros seres. El erotismo presente se divide en varios pedazos, para recorrer la vida que se decanta en los poemas.
Una vida que encuentra en la imagen de los caballos -constante en la obra del poeta- su piedra angular. Que, nuevamente, queda muy bien definida por Balladares: “La habilidad de los caballos alude, entonces, al motivo central de Sigüenza que es el amor de los hombres por los hombres”.
La pasión que hay en este libro no es desmedida. No es un ejercicio que derrame todo de golpe.
En realidad lo que hace Sigüenza es dejar en claro sus intenciones y deseos, para luego abrir espacios para otras imágenes y momentos.
El poder de las mareas
Lo que resuena -luego de la experiencia de leer el libro en su totalidad- es reconocer que de manera muy temprana, Roy Sigüenza consiguió un libro perfecto, como lo es Tabla de mareas, de 1998.
Si Roy Sigüenza fuera The Beatles, este sería su Sgt. Peppers. Ese es el nivel.
Lo cual no deja mal parado a ninguno de los trabajos posteriores. Solo que en Tablas de mareas, el poeta toca algo que lo convierte en imprescindible.
Una especie de confidencia, de compresión de lo que puede ser y será el amor, el deseo, la expectativa.
Los vaivenes están ahí. La sensación de derrota, la sangre, Sodoma como referencia, las aspiraciones, la literatura como espacio para existir. Sigüenza lo es todo en este libro y lo que vendría sigue por el mismo sendero, con igual contundencia.
Solo que en Tablas de mareas hay una especie de declaración de principios.
Que resuena en los siguientes libros -son ocho los que se encuentran en Habilidad con los caballos-, pero con una fuerte mirada propia. Como si con el tiempo, la voz poética que vibra en el verso haya decidido que el camino está en seguir, en observar, en hacer poesía de lo que sucede ante sí. No es que el protagonismo cambiara, solo se acepta que la belleza está también por fuera.
Por eso, en un libro como Cuatrocientos cuerpos -2009- es capaz de contener esa observación como germen de lo bello. Como se lee en el poema Montañita Beach:
“El cuerpo es un surfista: va /
veloz -en la boca una estrella. /
No tiene la mala costumbre
de llevar un alma. /
Él es el alma: la bandada de pájaros /
del deseo. Y la alegría de la vida”.
La hermosura es leer a otros, leer al mundo. Y sí, leer la obra de Sigüenza.
Otras recomendaciones
"La sangre manda", de Stephen King
Cuatro relatos -no necesariamente cortos- en los que Stephen King hace lo que mejor sabe hacer: colocar a seres atormentados a la vista de situaciones extrañas -a veces terroríficas- para permitirles enmendar algo que está mal en sus vidas. Incluso se podría decir que King es un tanto moralista o que quizás, con el tiempo, está entendiendo algo que el resto no. Tal vez no todo tendría que ser sufrimiento desmedidp. Destaca el cuento La sangre manda, donde aparece la gran Holly Gibney, una de los personajes más recientes del autor que debería salir en todas sus historias.
"Medio siglo con Borges", de Mario Vargas Llosa
Un libro que recoge artículos, reseñas, textos y conferencias que Mario Vargas Llosa ha escrito, compartido y dictado durante 50 años, en las que la fuerza principal es la figura del argentino Jorge Luis Borges. Siempre con una idea a la cabeza: "Muchas veces lo he releído y, a diferencia de lo que me ocurre con otros escritores que marcaron mi adolescencia, nunca me decepcionó". Así, esta publicación es un homenaje, declaración de amor, y la evidencia de que más allá de cualquier idea que se tenga sobre Vargas Llosa, cuando escribe sobre literatura, el placer es kilométrico y se transmite a sus lectores.
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