La Feria del libro de Quito 2020 alista todo para su edición virtual
Las argentinas Gabriela Cabezón Cámara y Camila Sosa, así como el ecuatoriano Leonardo Valencia son tres de las autoras y autores invitados a esta edición en línea de la Feria Internacional del Libro de Quito, 2020.
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Ha sido un trabajo contra el tiempo y con un recorte de presupuesto debido a la crisis desatada por la pandemia. Pero aun así se ha conseguido tener una Feria Internacional del Libro (FIL) de Quito este 2020.
El evento se celebrará del 9 al 13 de diciembre próximos.
Y que será virtual, por la pandemia. Esta Feria tendrá un espacio en línea para 88 'stands' -divididos en cuatro niveles- para editoriales y librerías desde las más grandes hasta las más pequeñas e independientes.
Al menos ese es el deseo de Juana Neira, gerente del Plan Nacional del Libro y la Lectura José de la Cuadra, entidad que organiza la Feria.
Y hasta ahora, a pesar de armar todo en dos meses, todo parece ir por buen camino. Sobre todo por el apoyo económico que la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI) le ha dado a la edición 2020.
Que, de acuerdo a lo expuesto por Neira, "no llega a costar USD 180 mil".
No solo la OEI y el Ministerio de Cultura y Patrimonio están detrás de la FIL de este año. En realidad hay más personas y organizaciones en el armado, como la Cámara del Libro, Ferias 360 -la empresa responsable de la plataforma-, y un equipo encargado de la curaduría, dirigido por Santiago Vizcaíno.
Una curaduría que se reflejará en la programación, que se hará pública en estos días, y que contempla una serie de charlas, conferencias y mesas redondas que se realizarán en tres de las cuatro salas que estarán dispuestas.
La última se ha destinado al pabellón infantil y juvenil, con actividades diarias -de 09:00 a 21:00-. Esto bajo la planificación de la Girándula, la Asociación Ecuatoriana del Libro Infantil y Juvenil.
Alrededor de 130 actividades se realizarán en estas salas.
Este carácter virtual -que fue decidido mucho tiempo atrás- acarrea varias alternativas a nivel conceptual sobre cómo se puede llevar esta edición. Santiago Vizcaíno lo explica mejor:
Invitados y los temas que se discutirán
160 escritores y escritoras serán parte de la FIL de Quito 2020. Número que involucra tanto a gente de letras del país como del extranjero.
Habrá invitados oficiales de la Feria. Pero también varios autores que serán parte de diferentes actividades, gracias a la coordinación las editoriales y librerías participantes.
Entre los nombres de quienes estarán en esta edición sobresalen Camila Sosa, Martín Caparrós, Mónica Ojeda, Ernesto Carrión, Gabriela Cabezón Cámara, Solange Rodríguez, Giovanna Rivero, Gabriela Ponce, Leonardo Valencia y María Fernanda Heredia.
Las conversaciones se moverán en varias direcciones, dándole espacio necesario a temas como la literatura afroecuatoriana y de las nacionalidades del país.
Habrá además una mesa acerca del rol de las mujeres en la literatura latinoamericana, tal como lo explica Vizcaíno.
También en esta edición, tanto el Ministerio como el Plan de Lectura mantiene una relación con la Cámara del Libro. Esto ocurrió el año pasado, en el que su participación estuvo rodeada de polémica.
Porque, de acuerdo a lo que en su momento se especificó desde la Cámara del Libro, no se respetó el convenio firmado entre ellos, el Municipio de la Ciudad y el Ministerio, para organizar la Feria.
Este año se reproduce una situación similar, pero debido a la contingencia creada por la pandemia y al carácter virtual de la edición. En contratación pública todo debe ser claro y justificado, como lo explica Neira.
El apoyo de la Cámara del Libro se ha movido alrededor del manejo y división de los espacios entre sus socios. Mientras que el Plan Nacional de Lectura se encargó de trabajar con editoriales independientes.
Con esto se ejemplifica un sentido que tanto Vizcaíno como Neira celebran e intuyen como una forma para mantener la Feria: la idea de una comunidad detrás, en la que todos pueden ser parte, organizándola y beneficiándose de ella. Tanto por la parte comercial, como por el intercambio de ideas.
Esto obliga a pensar cómo deberán ser y moverse las futuras ediciones de la FIL. Algo a lo que quizás están llamados a reflexionar autoridades y el sector del libro.
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