Enrique Tábara, el pintor de los pies que sedujo a los genios europeos
La obra del pintor ecuatoriano Enrique Tábara, quien falleció el 26 de enero de 2021, fue reconocida en Europa.
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Quienes llegaban a Guayaquil y preguntaban por el pintor Enrique Tábara Zerna, recibían una singular respuesta: "Ah, Pata-Pata".
El nombre de sus famosos cuadros, con los pies como protagonistas, superó a la identidad del maestro, quien murió el 26 de enero de 2021 en su hacienda en el recinto Cuatro Mangas, cerca de Quevedo, en la provincia de Los Ríos.
Tábara nació en un hogar humilde en el tradicional barrio del Astillero, en Guayaquil, el 21 de febrero de 1.930.
Comenzó a dibujar desde niño, con el respaldo de su madre, y los 16 años ingresó a la Escuela de Bellas Artes, donde conoció a los maestros Hans Michelson y Luis Martínez Serrano, quienes influyeron en su estilo, marcado por el expresionismo indigenista.
Pero a diferencia de grandes autores plásticos ecuatorianos, como Oswaldo Guayasamín o Eduardo Kingman, Tábara presentó una versión más tropical del arte, retratando a personajes marginales, como carboneros, prostitutas o vagabundos del suburbio guayaquileño.
Seducido por el Movimiento Constructivista, Tábara inicia su trayectoria junto a Aníbal Villacís, Theo Constante, Oswaldo Viteri, Félix Arauz, Carlos Catasse, entre otros talentos.
En 1955, luego de su primera exposición en la Organización de Estados Americanos en Washington (EE.UU.), Tábara gana una beca del gobierno ecuatoriano para estudiar en la Escuela Oficial de Bellas Artes de Barcelona, en España, donde logra notoriedad en el círculo artístico europeo.
Y ahí consigue llamar la atención de personalidades como el francés André Breton y el español Joan Miró, quienes fueron sus amigos cercanos.
En 1959, y por pedido de Breton, Tábara expone sus obras junto a las de Salvador Dalí, Miró y Eugenio Granell, como representante de España en la Exposición Homenaje al Surrealismo.
También mostró su arte en el Museo de Arte Moderno de París. En 1963, Tábara participó en la Tercera Bienal de París, junto a Humberto Moré y Theo Constante.
Al año siguiente, la obra de Tábara era elogiada en América Latina, así como en las galerías de Milán, Viena, Lisboa, Barcelona, Madrid, Washington y Nueva York.
Luego de nueve años de vivir en Europa, Tábara regresa a Ecuador y se distancia del movimiento indigenista de Guayasamín para formar el grupo de arte Vanguardia Artística Nacional, marcado por profundas raíces precolombinas.
Cuenta la leyenda que Tábara se dejó seducir por los pies, cuando en un hotel en Nueva York rompió una obra que no le gustó y de ella solo quedó la figura de esa extremidad.
También que usó los pies para contraponerse a las manos plasmadas por la dolorosa obra de Guayasamín o Kingman. Lo cierto es que ese trabajo trascendió a las nuevas generaciones.
Sus últimos años los pasó en su hacienda del recinto Cuatro Mangas, cobijado por su colección de cerca de 3.000 piezas arqueológicas. Además, supervisando personalmente la construcción del Centro Cultural y Museo Enrique Tábara, que aún no se ha podido terminar.
Su obra es parte fundamental, no solo de la cultura artística nacional, sino de las calientes calles guayaquileñas, donde la figura de Enrique Tábara vivirá en el imaginario urbano como 'Pata-Pata', el pintor de los pies.
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