Una editorial que encuentra en el fanzine el vehículo para la poesía
Tres de las portadas de los cinco libros que la editorial "Crímenes en Venus" ha lanzado bajo el título "Minga poética". Una renovación necesaria de la poesía en el país.
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Hay una relación directa entre la poesía y la violencia, los golpes y la agresión, ¿no? Es posible esto. El pensamiento también podría ser la consecuencia de un acto violento, como lo muestra Stanley Kubrick en los primeros minutos de 2001: odisea del espacio.
Y la violencia -como la de octubre de 2019- está en la base de una idea que tuvo Laura Nivela, poeta y editora. Porque mientras las manifestaciones ocurrían en el país, en Guayaquil ella estaba encargada de hacer un seguimiento de todos sus amigos y amigas que protestaban en contra de las medidas económicas del Gobierno.
Lo hacía para estar al tanto de su suerte y avisar a sus familiares en caso de ser detenidos -como sucedió con el artista Tony Balseca-.
En medio, la reflexión sobre la empatía. Porque Nivela sentía que la gente no se daba cuenta de esa violencia, de que a muchas personas parecía no importarle lo que sucedía. ¿Cómo podía ser eso posible? Entonces el chispazo, la importancia de la memoria, de armar un espacio de contemplación, de reflexión.
Lo suyo es lo literario, así que por ahí debía venir la respuesta.
Sobre todo porque se decidió por un formato como el fanzine: folleto, pequeño, de pocas páginas, sencillo de imprimir y -se supone- sencillo de mover. Un formato como posición estética y política, como mecanismo para desarrollar literatura, bajo un sentido ligado a la empatía.
Más allá del mercado.
Un terreno en el que creadores y creadoras, editorial y lectores y lectoras tuvieran un mismo nivel.
Crímenes en Venus es ese resultado. Y bajo la colección Minga poética, el sello ha lanzado hasta el momento cinco libros de poesía que resaltan por su poder, por su relación con el pasado, con la memoria.
Y porque se tratan de voces que cuestionan su propio lugar de enunciación, su ciudad, su cuerpo. Poesía para salir del molde.
Algo que la editorial fanzinera que mueve Laura Nivela puede publicar porque parte de un sentido claro, como ella lo explica.
Cinco voces necesarias
El resultado de Minga Poética, como parte de Crímenes en Venus, hasta el momento es el de cinco libros -zines, para ser exactos- que a pesar de su corta extensión, no dejan de lado su contundencia estética.
Voces jóvenes, de mujeres -una de ellas trans- que apuestan por un tipo de relación particular con su entorno, con los deseos, imágenes, con una ciudad que es propia y ajena.
"Ser Volcán"
En las 17 páginas que forman este poemario hay una exploración sobre lo sensible y la memoria. Aquí, la voz poética que se acerca a lo natural, a lo mínimo -a los micelios-, a lo contundente -como la lava, las piedras, las montañas-.
Este es un poemario sobre la existencia, la pulsión de vida y la posibilidad de que esta se dé en función de lo arbitrario. Sí, pero sin dejar de moverse por un camino deseado. Es como si se tratara de una recopilación de vivencias, bajo unas normas y ritmos que se definen en la misma lectura.
"Viudas"
"Dile a mi madre / que todas las mujeres azules dentro de mí / la entendemos". Son los versos con los que Paula Barona consigue asegurar el sentido de un poemario que, con un tono de ceremonia, de rito, revela una vivencia familiar, una situación cercana.
Una experiencia femenina, con un peso alrededor de lo femenino -una espina- que pasa, que llena la casa, que doblega, que se vuele una tristeza. Viudas es como un recuento de esas tristezas, reforzadas con la imagen del color azul como esa constante.
"Árbol ginecológico"
Este es un poemario sobre la navegación de los cuerpos, la tensión sobre el que se tiene y el que se quiere. Se trata de un recorrido por una historia de vida, desde lo mínimo, hasta llegar a la certeza de vivirla bajo los propios designios.
El sentido de ruptura está ahí. La transformación toca niveles divinos, de un Dios que es hombre y mujer, de una búsqueda sobre lo que se es, a través del lenguaje.
Árbol ginecológico es la creación de un nuevo ser, de un nuevo cuerpo. De un tipo de perfección deseada. No es metamorfosis, es crisálida: "Mi cuerpo / vehículo / elemento puro / que mutila ovíparos / sobre platos de porcelana".
"Guayakill SinCity (ciudad del opio sísmico)
Esto va más allá de la obviedad de que la editora publique sus propios textos. Porque, en el fondo, este es un poemario sobre una ciudad como Guayaquil que funciona por las ausencias, por sus nociones particulares sobre la vida y la muerte, sobre cómo el fuego la define, como mecanismo de expiación.
Y la visión de Nivela es directa, no deja nada afuera.
Aquí, la ciudad se destruye, se hunde, se transforma en violencia. La voz es fuerte, caliente, reinventa sentidos. Guayaquil como espacio de exigencia, como abismo, como terreno para ser kamikaze.
Lo que hace Laura Nivela con este zine es entregar poemas que reconfiguran la relación con la ciudad.
"Fantasmas"
La firmeza de los versos en Fantasmas es lo que le permite al poemario de Doménica Concha ser lo que es: una elegía acerca de los seres que no están, quienes terminan construyendo un sentido de pertenencia.
Porque la ciudad es el lugar en el que descansa la gente que ya no está. Esa es la razón por la que los muertos propios son el germen de la poesía.
La voz poética se enfrenta a sí misma a esa mortalidad -"Moriré un domingo porque así me llamo domigo-Doménica"-. A ese final de las personas cercanas, y cómo esos desenlaces se encarnan en ella, la definen y se convierten en hito.
Más allá de este primer intento
El propio nombre de la editorial, Crímenes en Venus, hace referencia a todas esas cosas que se queman, que se esfuman al entrar en contacto en la atmósfera del segundo planeta del Sistema Solar.
Se trata de evitar esa desaparición, de abrir otro tipo de espacios, de que no se esfume nada, de que esos "crímenes" paren. Un nombre como paradoja.
Con eso en mente, una editorial es un espacio de búsqueda.
Los proyectos continúan. Más allá de la publicación del proyecto para febrero de 2021, Nivela asegura que entre mediados y fines del próximo año lanzará un sello sobre transfeminismo.
Y en terrenos similares aparece un proyecto como el Minga Fest, que se desarrolló a fines de octubre pasado. Con el sentido de recuperar los espacios físicos para la cultura -esto con el apoyo de La Colectiva, que reúne a editoriales y librerías independientes-.
Si bien no salió como esperaban, eso no ha significado que se detendrán.
Porque a veces hay editoriales o perspectivas que amplían su rango de acción e indagan. Y en este caso, es necesario saber qué mueve a la vida cultural en Guayaquil.
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