La cultura en Ecuador también se enfrenta al coronavirus
Desde este 14 de marzo rige la prohibición a actividades públicas ligadas al arte en el país. Foto referencial.
Eduardo Varas
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Fue un fin de semana complicado para muchos espacios destinados a manifestaciones culturales.
Sobre todo porque el jueves 12 de marzo se dieron directrices, por parte del gobierno, sobre cómo debían funcionar estos espacios ante la amenaza del coronavirus. Primero, que los eventos masivos de más de 1.000 asistentes se cancelaban.
Al día siguiente, que las actividades de más de 250 personas quedaban prohibidas. Y, si era en locales para una capacidad menor, los asistentes debían tener al menos dos metros de distancia entre cada uno.
Fue el sábado 14 de marzo, cuando el vicepresidente Otto Sonnenholzner dejó en claro que cerraban cines, teatros, museos...
Y pese a que hubo denuncias y festejos este fin de semana en varios locales, como si nada pasara, lo cierto es que desde el miércoles 11 de marzo, decenas de actividades culturales -lanzamientos de libros, conciertos, obras de teatro, funciones de cine- empezaron a cancelarse, porque no había alternativa.
Sí, se lo hace con una conciencia de protección. Y los gestores lo entienden y lo aceptan.
Pero, al ser la cultura un sector precarizado en el país, detenerse por mucho tiempo es complejo para muchas personas dedicadas a esto.
Por ejemplo, el productor musical Ivis Flies tiene una perspectiva clara sobre lo que puede significar un paro indefinida:
"Esto tiene un impacto super fuerte en la economía de este sector que, como digo, vive de juntar a las personas. (...) Afuera, que la industria es grande, el parón es fortísimo. Y aquí, donde la industria es frágil, este parón es letal. Es como una quiebra, de alguna forma y ahora no nos damos cuenta. Todos veníamos trabajando, alcanzamos a hacer la última carga de la refrigeradora, pero en 30, 40 o 60 días que deje de ingresarnos dinero (...) se pone súper complicado".
El coronavirus es también una amenaza a la economía de sectores que viven del día a día, como la cultura.
En el terreno de las artes escénicas
Tanya Sánchez Ribadeneira, de Círculo Artes Escénicas, tuvo una última presentación de una obra de teatro de su agrupación este fin de semana.
Vio a familias con niños en el público. Sintió la preocupación, el ambiente enrarecido, la tensión, el uso constante del gel. La sensación de inseguridad se filtraba en los pequeños. "¡Qué bien les hizo ir al teatro, distenderse, reírse, hablar sobre el tema del coronavirus, con los niños".
Para ella el teatro, y por ende la cultura, no es algo para pasar el tiempo.
"La cultura es un terreno de contención", dice.
Y entiende que, una vez que pase este momento, lo importante va a ser conseguir que la gente regrese a las salas, a los espacios para ver en vivo a otros seres, para "hacer comunidad". En el siguiente audio lo explica mejor:
La emergencia del coronavirus ha signficado la cancelación de una gira en Chile para mayo. 17 funciones que no se harán. "Los ingresos eran buenos. Con eso me podía sostener hasta julio o agosto. Pero eso está cancelado (...) La perspectiva laboral que teníamos está suspendida, cancelada".
Esta situación no es ajena a otras personas dedicadas al teatro. Por eso, no sorprende la carta abierta al gobierno que la Asociación Nacional de Artes Escénicas publicara el domingo 15 de marzo.
Para Tanya es importante que el Estado proteja a los gestores culturales, pero se muestra crítica ante el concepto de la "economía naranja" que es parte de la política del Ministerio de Cultura. Para ella, lo que se necesita ahora es una intervención directa, como lo explica en el siguiente audio:
Para el productor musical Ivis Flies, es importante la intervención del Estado:
"El Estado tiene que pensar alternativas muy urgentes (...) Somos un sector en absoluta fragilidad. Es como cuando los bananeros tienen problema, los atuneros tienen problemas, las cámaras se apoyan, los sectores se apoyan, el Estado apoya. Estamos justo en ese lugar, pero lo que pasa es que somos un poco invisibles. El Estado debe sacar la cara, es un momento de emergencia".
Desde la producción musical, el trabajo de Flies no se ha detenido. Todavía puede grabar cosas, con todos los recaudos del caso. Eso no significa que no existan problemas: "En mi casa, a mi pareja, que es productora de eventos, se le cayeron todos sus trabajos hasta noviembre. Ella pasó, de estar trabajando, a no tener nada hasta los próximos meses".
Desde una sala de cine independiente
Para Mariana Andrade, a la cabeza del Ochoymedio, la situación es más que complicada.
Un cierre es una situación extrema. Pese a entender por qué hay que hacerlo y la necesidad de que suceda:
"Detener las labores significa dejar de vivir. Así de simple. Es quitarnos definitivamente el respirador que nos ha mantenido en ese estado crítico, ese que dice “grave pero estable”, porque ni te mueres ni te dejan morir. Estás vivo porque no renuncias, porque no te rindes, porque crees que el mundo requiere de espacios como el nuestro, pero que, al retirarse el respirador, nos provocará simplemente la muerte. No hay salida, a menos que en esa muerte lenta, seamos capaces de reinventarnos una vez más".
Con el anuncio hecho por el ministro de Cultura, Juan Fernando Velasco, de que el Ministerio que comanda estará pendiente de la situación, existe una primera respuesta oficial durante la crisis.
Pero, Andrade es un tanto escéptica. Para ella es difícil esperar algo del Estado. Y si bien no pierde la esperanza de que se implementen apoyos al sector, hay algo que no le cierra: "El problema es que nos dejarán de lado una vez más, porque la Cultura no es prioritaria. Punto".
Ella mira hacia la comunidad, como ese espacio de recuperación, una vez que esta emergencia mundial se acabe:
"Por ahora confiamos en la empatía entre nosotros, en la solidaridad entre nosotros, en el apoyo de empresarios sensibles que nos han apoyado hasta ahora, como es nuestro caso. En nuestro público que nos ha acompañado por casi 20 años, que esperamos que vuelva tan pronto se calmen las aguas. Las cosas cambiaran sin duda luego de esta etapa. Habrá un nuevo orden en todo el mundo y esperamos de corazón que sea para algo bueno, incluso si en ese nuevo orden ya no existimos más, como hasta ahora".
El tono de Andrade no es de derrota. Es el tono de la espera de todo un sector que no sabe cómo saldrá de esta crisis.
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