'Crímenes de familia': reconocer el horror puertas adentro
La película, protagonizada por Cecilia Roth, se puede ver vía Netflix.
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Incredulidad es la primera reacción de Alicia -Cecilia Roth-. Una incredulidad que sirve de punto de partida y deja ver varias cosas. Porque ella le cree a su hijo Daniel -Benjamín Amadeo-, que está preso por violencia de género e intento de asesinato a su expareja y madre de su hijo.
Se abren las dudas ante el espectador.
Porque Alicia, al ponerse del lado de su hijo, hace lo que haría -se supone- cualquier padre en su posición: mover todas las influencias y fuerzas a la mano, gracias a la ventaja social de su familia -que incluye a Miguel Ángel Solá, que hace de Ignacio, su esposo-, para que Daniel no esté en prisión.
Esto en medio de una realidad de la que ella no podrá escapar.
Porque Crímenes de familia es un viaje que busca mostrar el complicado entramado alrededor de la violencia contra la mujer, tanto por su condición de género como social.
Con el personaje de Roth a la cabeza. Porque ella es la que deberá cambiar. La que se enfrentará al horror y deberá salir de otra manera.
Porque, poco a poco, se irá revelando la verdadera naturaleza de Daniel. Y ante esa crueldad puertas adentro, algo más va a estallar.
Lo que se convierte en uno de los méritos de la película, que no deja de lado su condición de obra audiovisual.
Porque Sebastián Schindel -coencargado del guion- decide hacer un filme fuerte, que parece denunciar algo con contundencia, pero no deja de lado su naturaleza fílmica.
Y Crímenes de familia se mueve por dos relatos de manera simultánea: el caso de Daniel y el caso de Gladys, la empleada doméstica de Alicia, quien enfrenta otro drama legal ligado a un infanticidio, definido como “homicidio agravado por vínculo”.
Otra tragedia que se abre paso. Y que Schindel cuenta de forma intercalada, lo cual hace que la tensión crezca como mecanismo narrativo.
En algún punto ambas historias se juntarán y terminarán enfrentando a Alicia a una certeza: la violencia contra la mujer no se puede pensar sin su elemento social.
Tanto económico, como cultural.
El monstruo es el hijo
“Mi hijo no es un drogadicto y mucho menos un violador”, explota Alicia en algún punto del filme.
Esa es la base, el sentido del filme. De toda esa violencia que aparece registrada y que poco a poco se va definiendo, queda claro que las mujeres en Crímenes de familia son las principales víctimas, incluso de la ignorancia.
Alicia va a los extremos para ayudar a su hijo. Incluso ilegales y en el proceso algo más va abriéndose paso.
Un tipo de conciencia que quien ve el filme la percibe de entrada.
Porque Alicia, Gladys y Marcela -la expareja de Daniel- representan varios niveles de lo que sucede con esa violencia: la que se prefiere dejar de lado, la que se quiere ocultar por la situación social, la que revictimiza a las víctimas, la que culpabiliza a las mujeres de lo que sucede.
Hasta la que se ejecuta desde los ojos de una moral absolutamente masculina, incapaz de entender -inclusive- a la ciencia para explicar lo que ha sucedido.
Schindel trabajó la historia y el guion de Crímenes de Familia con el aporte de especialistas de la Organización Internacional del Trabajo y con ONU Mujeres y eso, en definitiva, le da un efecto de realismo que golpea.
Y que el director mantiene, de manera precisa, con dos recursos simples: los primeros planos y que estos sean largos.
Así, toda la potencia de lo que está pasando recae en los rostros y acciones de los personajes, sobre todo en Cecilia Roth y en Yanina Ávila -Gladys, que más que ser actriz es en realidad una empleada doméstica-.
Casi sin cortes, como si tuvieran que cargar todo el peso del universo en sus acciones, frases y silencios.
El cine no deja de ser cine cuando muestra el dolor, cuando la fuerza de las actuaciones sostienen todo el relato. Que en definitiva se centra en la sororidad, como mecanismo de conciencia, de enfrentamiento y de lucha.
Crímenes de familia
Dir: Sebastián Schindel
Guion: Pablo del Teso y Sebastián Schindel
Elenco: Cecilia Roth, Miguel Ángel Solá, Sofía Gala, Benjamín Amadeo y Yanina Ávila.
Netflix, 2020
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