Cinco películas de terror para ver en este Halloween
Fotograma de 'Wounds', de Babak Anvari.
Netflix
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Más allá de cualquiera de las implicaciones que se puedan hacer del terror como género -y ni hablar sobre la batalla alrededor de si se debe o no celebrar Halloween en Ecuador-, enfrentarse a aquello que asusta, tiene su encanto o su justificación.
Ya lo dijo Stephen King en su libro Danza macabra: “Gran parte de la atracción de las historias de horror es que nos permiten ejercitar por poderes esas emociones y sensaciones antisociales que la sociedad exige que mantengamos a raya, no sólo por el bien de la sociedad sino también por el nuestro".
Esa sublimación, o válvula de escape, tiene en una fecha como el 31 de octubre la posibilidad de enfrentarse a filmes particulares, a reflexiones sobre el duelo, la pertenencia, la identidad y lo inexplicable.
Las películas de terror dejaron de ser, hace mucho tiempo, terreno de sustos, de sangre y miedo directo a la cara. Aquí, un ejemplo de cinco filmes para ver este día, a cualquier hora, en compañía o en soledad.
Midsommar, de Ari Aster
Esta, la segunda película que dirige Ari Aster -quien también escribe sus guiones- luego de la maravillosa Hereditary, es un ejemplo de cómo el terror es vehículo de otras ideas.
Midsommar es un repaso sobre el luto, sobre el dolor interno y sobre el lugar en el que se encuentra la felicidad.
De una manera torcida, Aster se interna en los ritos de un culto pagano sueco, que en búsqueda de una idea de purificación, de nuevo arranque, hace que un grupo de visitantes norteamericanos vivan una pesadilla.
Especialmente a Dani (Florence Pough) quien trata de sobrellevar el trauma y dolor de que su hermana matara a sus padres y se suicidara.
Aster hace un filme lento, que crea una atmósfera y que engaña. Hay mucho que pasa en el encuadre, pero la acción hace que nadie se fije en todos los detalles. Las cosas están ahí: en los cuadros, en las telas, en el follaje alrededor. La tensión permanece siempre.
Personajes extraños, situaciones que no generan un sentido de inmediato y la extraña necesidad de que todo se acabe, no porque sea una mala película, sino porque Aster coloca al espectador dentro de la agonía constante de Dani.
Midsommar sorprende, sobre todo por su final contundente, donde hay espacio para el sosiego, de una forma que nadie se espera.
Lifechanger, de Justin McConnell
El horror detrás de esta película canadiense no es la monstruosidad de un ser que es capaz de absorber a otras personas, robar su apariencia, su vida y sus recuerdos, para tomar su lugar.
El horror es que Justin McConnell, guionista y director del filme, coloca al espectador en la mirada del monstruo.
Con ese recurso que no es para nada original, se produce la maravilla de esta película. Porque más allá de los fluidos, los caparazones, los cuerpos que se destrozan, hay un ser que no siente placer en lo que hace.
Debe sobrevivir y, en el camino, recuperar el amor de la mujer de su vida, que no lo reconoce porque se ha convertido en otras personas.
McConnell romantiza a una figura atroz de la misma manera que Bram Stoker romantizó al vampiro. Un ser condenado, que no tiene escapatoria, que se cuestiona, que tiene algo que decir o hacer, mientras vive de transformación en transformación.
Lo verdaderamente intenso es que el elenco consigue mostrar a este ser en sus diferentes versiones, con diferentes matices y puntos en común que los espectadores no necesitan hacer un esfuerzo por asumir que se trata de una misma persona.
Película altamente recomendada.
Wounds, de Babak Anvari
Una película que se puede ver por Netflix. Una nueva intromisión de Babak Anvari a un género que le dio presencia internacional, luego de la poderosa Under the shadow.
Aquí, Armie Hammer entra en una dinámica que nunca deja de estar clara, pero que sobresalta.
Él es un bartender que luego de una pelea en un bar, recoge el teléfono de unos jóvenes que estuvieron ahí y que huyeron para evitarse problemas. Ese artefacto es el vehículo para una serie de imágenes, apariciones y visiones violentas que van a cambiar la vida de los personajes de la historia.
Hay un ritual, una necesidad de conectar con seres exteriores, de entender a las heridas como un portal. Este filme está muy cerca a los universos que construye Clive Barker.
Anvari apuesta por explicar poco, algo que sucede también en la novela de Nathan Ballingrud de la que se basa el filme. Y la fortaleza de una película así es dejar las certezas abiertas, solo para responder unas pocas.
No hay seguridad alrededor del destino de los personajes. ¿Les pasa algo? ¿Están bien? El personaje de Hammer se encuentra en una caída en espiral que lleva a un desenlace que impresiona.
Us, de Jordan Peele
Con Get out, en 2017, Jordan Peele dejó en claro que así como la comedia es su terreno, el terror es un espacio que él también puede manejar con eficacia. Y mucha.
Quizás con más maestría que el género que lo dio a conocer.
En Us, Peele decide contar la historia del doble, del reflejo, así como hacer un relato social en el que adquiere relevancia quien ha estado escondido, invisibilizado, ignorado y guardado por mucho tiempo.
El resultado es sangriento, violento y terrorífico. Peele habla de gente olvidada que se hace escuchar de una manera agresiva. El terror también es vehículo de crítica.
Cuando el personaje que interpreta Winston Duke le pregunta "¿quiénes son?" a esa mujer que se parece su esposa (Lupita Nyong'o), que los tiene prisioneros, recibe una respuesta clara: "Somos estadounidenses".
Sí, el cine de horror puede dejar otro tipo de reflexiones en medio de sangre y asesinatos.
In tall grass, de Vincenzo Natali
Vincenzo Natali ha hecho grandes películas del género (incluyendo Cube y Splice) y en este filme basado en una novela corta de Stephen King y su hijo Joe Hill, no es la excepción.
El secreto de este trabajo está en la puesta en escena: Natali consigue mostrar el carácter laberíntico y opresivo de un campo de maíz en el que alguien entra, pero no puede salir, al menos no con facilidad.
En el fondo es una historia de dimensiones paralelas y cómo alguien que muere, puede estar vivo minutos más tarde.
In tall grass quiere asfixiar a veces.
Y en otros momentos mantiene al espectador atento, hasta que se llega a una resolución que aprovecha las mismas reglas que se han ido descubriendo a lo largo del metraje.
Seres atrapados que quieren salir o que son seducidos por el lugar en el que se encuentran. Hay una explicación que aparece en el camino, pero en este tipo de película no hay mucha necesidad de razones, solo el deseo de que el héroe salga victorioso, de alguna forma.
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