Esas cinco canciones de David Bowie que nunca hay que dejar de escuchar, nunca
David Bowie falleció en enero de 2016, a dos días de haber cumplido 69 años y de haber lanzado su último álbum.
Pitchfork
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Nació como David Robert Jones, el 8 de enero de 1947. Cambió su apellido para ser artista y de esa manera es que el mundo lo conoció.
Ese gigante llamado David Bowie dejó detrás de él una gran obra llena de impresionantes composiciones, melodías y actuaciones —fue un actor monumental, también— que en cinco canciones no habrá forma de hacerle justicia. Pero hoy, como recordatorio de lo que fue su vida, vale la pena hacer el intento.
1. I'm afraid of Americans
1997. Una canción que une a Bowie, Brian Eno y a Trent Reznor para regalar una de las sátiras más agresivas de su carrera. Drum and bass y música electrónica, mezclada con guitarras pesadas, en un tema en el que Bowie critica la presencia de la cultura estadounidense —especialmente en el lado comercial— en casi todos los rincones del planeta, lo que para él generaba una homogenización en las perspectivas estéticas y de vida, que no le resultaban interesantes. "Dios es un americano", repite al final, como si fuese el eslogan de un jingle.
Puntos extra por el fabuloso video musical, en el que Reznor persigue a Bowie, como si quisiera hacerle algo.
2. The man who sold the world
1996. Una sesión de grabación por sus 50 años. Bowie acompañado de grandes músicos como Gail Ann Dorsey, Reeves Gabrels y Mark Plati. Una canción que originalmente se escuchó en 1970 —y que le dio título a su tercer disco— y que sonó, en esta versión, en un programa radial de la BBC —así como en una serie de bootlegs—. Este 8 de enero aparece una versión oficial del tema que se recuperó en los años 90, gracias a que Nirvana la tocara en su Unplugged. Bowie nunca fue más delicado y melódico que en esta canción.
3. Starman
1972. Inicio de pura disonancia. Bowie como Ziggy Stardust, esa estrella de rock extraterrestre. Una canción que habla de esa misión celestial de hacer que los chicos pierdan la cabeza y sean ellos mismos. En Starman, Bowie crea al personaje y la fascinación mundial alrededor de él. No existiría nada de esto sin el trabajo en los arreglos, la guitarra y las segundas voces del gran Mick Ronson. Bowie se hizo grande gracias a esta canción, debido a este personaje y empezó a canjearse la leyenda de ser ese artista incapaz de quedarse quieto, de crear y destruir al mismo tiempo. El camaleón del rock llegó de las estrellas.
4. Sound and vision
Para fines de los 70, Bowie estaba en una etapa complicada: la época de sus discos berlineses —absolutamente prolífica— fue algo oscura. Pero él encontraba espacio para mostrar maravillas, como sucede en Sound and Vision, el cuarto tema del disco Low, de 1977. Aquí, con ayuda de Brian Eno, Carlos Alomar y Tony Visconti, reflexiona sobre la música y la imagen como espacios de fascinación. Solo una decena de versos para mostrar la pasión por lo que lo movía. A veces solo es cuestión de percibir la alegría a través de los sonidos.
5. Lazarus
Video que se estrenó el 7 de enero de 2016. Un día después aparecía Blackstar, ese disco que nadie esperaba. Tres días después moría David Bowie. El último video musical que hizo. Múltiples interpretaciones que se pueden sacar de lo que aquí se ve. Un cuerpo moribundo y un fantasma acechando. Lo fácil sería hablar de la muerte. Lo complejo está en entender las relaciones bíblicas con el Lázaro y la idea de renacer. ¿Qué es la muerte sino otro estadio de la vida? Bowie baila, actúa, representa. Se muestra como se vio en la época de Station to Station. Hay magia que a cuatro años no se puede definir.
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