Las cinco canciones de Bob Dylan que no pueden faltar en un playlist
Bob Dylan, en 1969, durante la grabación de un episodio del programa de Johnny Cash.
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El 24 de mayo pasado fue el cumpleaños de Robert Allen Zimmerman. El mundo lo conoce como Bob Dylan. Y ya tiene 79 años.
Sigue siendo conjugado en tiempo presente e incluso anunció que pronto lanzará un disco con nuevas canciones. Dylan está activo y eso es bueno para el mundo.
Escucharlo es entender varias cosas sobre el poder de la composición, sobre el trabajo de la música, de las letras y de las búsquedas artísticas. De Dylan se ha dicho que es un poeta, que es un juglar, que sabe algo de la vida que muy pocos saben.
Puede ser cierto.
El hombre de voz particular y Nobel de Literatura de 2016 ha lanzado 38 discos hasta el momento. Y en esos trabajos hay cinco canciones que deben asumirse como lo que son: genuinas obras de arte.
1. The times they are a-changin', del disco The times they are a-changin', de 1964
Una canción creada por un cantautor de 22 años, con la clara idea de hacer una especie de himno. Dylan la tenía clara en su momento. Un tema con intención de protesta, que abarca todos los niveles de una vida social: las fuerzas sociales, políticas y familiares.
Dylan llama al cambio, a entender el movimiento de los derechos civiles y a comprender al otro.
El "a-changin'" sale de una manera antigua de escritura inglesa, típica en las canciones de folk que venían de Inglaterra.
Los tiempos cambian y Dylan llama a la gente, a los senadores y congresistas y a padres y madres, a quienes les pide que "no critiquen lo que no pueden entender". Incluso hoy, la canción no deja de impactar.
2. It's alright Ma (I'm only bleeding), del disco Bringing it all back home, de 1965
Con un año de diferencia, en 1965
Dylan ya no tiene esperanza, sino que mira con cinismo lo que sucede alrededor. Y aquí, en esta preciosa canción -en la que también demuestra su maestría como guitarrista- deja todo expuesto.
Hay ira en It's alright Ma (I'm only bleeding), ira contra la sociedad de consumo -en donde incluye a la guerra de Vietnam como referencia-. Ira en contra de cómo le van saliendo las cosas, cuestionamientos personales. Eso.
Y para tenerlo en cuenta: esta es de las pocas canciones de las que él se siente completamente orgulloso. Lo ha dicho en decenas de entrevistas.
Bringing it all back home es el disco en el que Dylan miró más allá. En el que usó instrumentos eléctricos -en la mitad del álbum- y que se despidió, con algo de agresividad, del lado acústico.
Es una forma de decirlo, la guitarra acústica nunca ha dejado de estar con Dylan.
Bueno, aunque ahora se dedique más al piano.
3. Ballad of a thin man, del disco Highway 61 revisited, de 1965
Una especie de crítica al mundo del periodismo, o de al menos de ese grupo de personas que cree que sabe todo, pero no entiende nada.
Bob Dylan es duro, surrealista y esquivo en esta canción, en la que un tal Mr. Jones entra a una reunión en la que pasan un montón de cosas que no entiende, que no debe entender, pero está ahí.
Es como si Dylan quisiera reservar para él y unos pocos el terreno de lo onírico y lo extraño. Casi un acto de arrogancia y crítica. Pero con una frialdad que impresiona, sobre todo en la música.
Para alguien con una voz poco agraciada, cantar una canción como esta tiene mucho de logro, especialmente con una lírica tan en clave:
Siglos y siglos de personas intentando interpretar esta canción. Quizá alguna vez alguien dé en el clavo.
4. Knocking on heaven's door, del soundtrack del filme Pat Garrett & Billy the Kid, de 1973
Un sencillo de oro, con el que Dylan -desde las perspectivas de los personajes de este filme, cada uno en una estrofa distinta-, canta sobre el pesar de estar en el lado del orden y el agotamiento del terreno del crimen.
Todo al borde de la muerte, en uno de los versos y títulos más hermosos de mundo del rock: Tocando las puertas del cielo.
La canción podría durar más, ese es su único problema. Perfección y dureza en dos minutos y medio. Con Roger McGuinn en la guitarra y Jim Keltner en la batería.
5. Murder Most Foul, de 2020
Más de 16 minutos de una maravilla. Un hombre de -entonces- 78 años entrega una de sus mejores canciones -si no es la mejor-.
Shakespeare, el asesinato de John F. Kennedy y la historia de la cultura popular de Estados Unidos de los últimos 50 años. Todo en una sola canción.
Que habla sobre el fin de la inocencia, sobre el duelo y sobre el arte como mecanismo para recomponer el dolor que se ha generado. Sea el soporte que sea -en esta canción es la radio y la música- la vida se abre camino.
Escuchar a Dylan cantar este tema es como escuchar al anciano de la tribu definiendo muchas cosas en el camino. Guiando.
Robert Zimmerman es la guía. No debe quedar duda.
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