'Yo chambero', el juego infantil en la obra de Juan Carlos Vargas
Con obra creada durante el confinamiento de 2020, Juan Carlos Vargas sigue en su camino por reformular objetos que ya existían, para hablar de los espacios olvidados.
Detalle de 'Bad day', de Juanca Vargas, que forma parte de la muestra 'Yo chambero'.
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Son gatos, robots, osos, conejos, nuevas versiones de iconografía punk... Esto dibujado y pintado sobre superficies y objetos que antes eran otra cosa. Así, lo que ya existía se convierte en algo más. En arte.
En la muestra Yo chambero, de Juan Carlos Vargas -o Juanca Vargas- estas intervenciones sobre páginas de libros, afiches, bancos, tachos y lo que él haya guardado entre sus cosas, es un ejercicio artístico que habla de aquello que se ha olvidado.
Y esta vez, Vargas lo hace por doble vía.
De un lado está el hecho de recuperar la idea de que el trabajo del artista se puede dar como algo lúdico, como un juego. Y, por otro, ese carácter de acumulador que él tiene y que le permitió tener muchísimos soportes para crear una nueva obra.
Que se hizo en el confinamiento de 2020. Cuando tuvo que permanecer encerrado con su familia y se pasó viendo dibujos animados con su hija.
Entonces hubo el "clic".
Lo que significó salir de su zona de confort -su obra se ha sostenido fuertemente en la instalación y en el uso de recursos fotográficos y en vídeo- para recuperar aquello olvidado.
El mismo interés, canalizado en otro lugar
Este proceso de creación generó tal cantidad de obra que Vargas recurrió a la ayuda de Rodolfo Kronfle para que sea el curador de una muestra. Él le dio, incluso, el título a la exposición.
Uno que reconstruye la idea de esa persona que, en Guayaquil, se dedica a buscar entre lo desechado algo de valor, para venderlo, reciclarlo, para darle otra utilidad.
Ese sustantivo "chambero" adquiere otra carga, gracias al arte.
"Mi casa es una especie de bodega" dice Vargas y en esa recolección e intromisión en los materiales desechados se produce algo que, de acuerdo a Kronfle, está más cerca "al 'chamberismo' que a las lógicas del reciclaje o del collage".
De esta forma, el trabajo del artista tiene un peso político, de memoria, de resistencia.
Porque reformula lo que lo rodea. Por eso es que antes de la pandemia era común que Vargas caminara por las calles de Guayaquil, fijándose en aquello que se botaba, que quedaba de lado.
Y lo recogía o registraba, para luego ver qué podía hacer con eso.
Kronfle escribe en el texto que acompaña la muestra: "Siguiendo esta lógica su
trabajo resulta, en cierto modo, un nítido reflejo de la informalidad de la ciudad en todos sus registros: del maltrecho y estridente carácter visual que rezuma por doquier, más allá de ciertos enclaves donde la autoridad pugna a contra pelo por establecer un orden".
En resumen, con Yo chambero Vargas sigue por sus mismas líneas de búsqueda, desde otra perspectiva.
También con una pasión inusitada. Porque el lunes siguiente a la inauguración de la muestra (27 de marzo de 2021) volvió a sentarse a trabajar en dibujos y en pinturas, con la misma fuerza de antes.
Algo que no le había pasado con otro proyecto. Para él siempre ha llegado un momento de aburrimiento y de buscar algo nuevo. Y por lo pronto, extrañamente, sigue en este campo de replantear un imaginario infantil, de juego, sobre cosas ya existentes.
Que ofrecen otros sentidos.
Esta vez por medio del dibujo como gesto de memoria. Y hasta como una forma de acercarse -y de alejarse- a uno de los artistas de sus amores: Jean-Michel Basquiat.
Yo chambero está integrada por lo que Vargas define como 17 composiciones -algunas con varios objetos- entre pintura, arte objeto, collage e intervenciones.
Se podrá visitar hasta el próximo 17 de abril en Espacio Onder, en La Mancomunidad Muégano, en las calles Tomás Martínez y Panamá, en Guayaquil. De miércoles a sábado, de 13:00 a 19:00. Aforo máximo de ocho personas.
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