Carmina Burana: una versión poderosa para la cantata perfecta
Músicos, cantantes y coros apenas terminara la función de 'Carmina Burana' el 13 de noviembre en la Casa de la Música, en Quito.
Eduardo Varas
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El principal asunto con la obra Carmina Burana es que desde su arranque, -con la directa y poderosa O Fortuna- hay una relación cercana con los tonos, el estruendo de todos los instrumentos y luego esa delicadeza siniestra que va nuevamente a explotar.
Cercana, porque ese tema recurrente en la pieza -que también cierra la cantata- ha sido parte de tantos productos de consumo popular que a veces pareciera que su sentid original ha desaparecido.
El O Fortuna como banda sonora de películas de terror o nociones horrorosas. Pero Carmina Burana no va por ahí. Es superior.
Más allá de la cultura pop
La creación de Orff -que toma textos medievales de carácter satírico, enfocados en darle un valor superior a los placeres carnales- es un repaso importante sobre las relaciones entre orquesta, coros, una soprano, un barítono y un tenor.
Sin olvidar ese tono absolutamente terrenal de la pieza.
La Orquesta Sinfónica Nacional , dirigida por Álvaro Alemán; y el coro de las Voces Cantantes de Quito -junto a los coros de niños de CA y del Shakespeare School, dirigidos por Johannes Dering-Read- reconocen la intensidad.
Se apropian de ella y consiguen emocionar.
Porque de eso se trata, de entender el carácter emocional de una obra que, si bien está cantada en latín mayoritariamente, funciona como un festejo de vida.
A pesar de lo siniestro que hay en el fondo.
O de que en O Fortuna se cante:
"Suerte monstruosa /y vacía, /tu rueda gira, /perverso, /la salud es vana /siempre se difumina"
Nada falta y nada sobra en la propuesta que se puede escuchar este 14 de noviembre en la Casa de la Música.
Instrumentistas están en control de las cuerdas, los vientos, los golpes, las intenciones. La soprano Viviana Rodríguez y el tenor Marlon Valverde no solo participan con altura: interpretan con libertad dramática sus partes.
Destaca el barítono Alfonso Mujica, completamente comprometido en su actuación. Porque Orff creó una obra destinada a que un buen barítono tenga visibilidad.
Manzano, con director y responsable, inyecta de una energía superior a la música. Es como si lo que buscara fuera la emoción más básica para revalidar textos que siguen hablando a pesar de varios siglos.
Reducir la distancia idiomática por el uso del sonido. Intensidad pura. Eso es todo. Eso es suficiente.
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