"Betty la fea" tiene su propio patrimonio urbano en Bogotá
La protagonista de la telenovela "Betty la fea" tiene su propia casa de culto en Bogotá. Hasta allá van los fanáticos para ser testigos del legado del personaje.
La casa se ha mantenido intacta aún después de las grabaciones de "Yo soy Betty la fea".
Archivo Mundo Diners
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Esta nota está basada en el artículo 'La casa de Betty la fea', un patrimonio bogotano, publicado en la revista Mundo Diners.
A estas alturas, el nombre de Beatriz Pinzón Solano evoca no solo a un personaje televisivo, sino a un referente de la cultura latinoamericana, a la altura del "Chavo del 8". Al igual que este ícono mexicano, 'Betty la fea' es una heroína construida con ese buen pulso colombiano para narrar hechos de ficción. No en vano hay un meme que compara a 'Betty la fea' con 'Cien años de soledad'.
'Betty la fea' ha trascendido en el tiempo. Desde su estreno han pasado ya 25 años. Es un personaje que puede calificarse como "grande", por su caracterización única, combinada con una personalidad que desafía al status quo. Esta mujer, de grandes anteojos y un flequillo inconfundible evidenció un mundo de desigualdades en el que la belleza es otro mecanismo de poder y discriminación.
La casa de 'Betty la fea'
La casa de 'Betty la fea' está en el centro norte de la ciudad, en el barrio Santa Teresita. Este es un sector parecido a lo que algún día fue La Mariscal, en Quito. Es un barrio centenario en el que conviven casonas y chalés de estilo europeo con casas de estilo más sobrio y homogéneo.
No es necesario que las páginas web de turismo recomienden este patrimonio urbano de Bogotá. La publicidad la han realizado cientos de fanáticos que comparten en redes sociales sus fotografías e impresiones al conocer la casa de Betty.
Incluso se sabe que estuvo abandonada y que alguien grafiteó en uno de sus muros: "El diablo es puerco" famosa frase de don Hermes, el padre de 'Betty la fea'. Pero desde hace unos meses se corrió el rumor de que es posible ingresar a ella.
Sin embargo, la curiosidad es tan grande como la osadía, de pronto alguien toca el timbre. Se escucha una pregunta: “¿Disculpe, esta es la casa de "Betty la fea"?”. Entonces, un hombre algo receloso deja entrar a las personas que están en la puerta y que, obviamente, él no conoce.
De hecho, la vivienda es propiedad privada, pero el dueño permite el ingreso para apoyar a los fanáticos, pero no se puede filmar.
¿Cómo es?
Nada es parecido a lo que se ve en pantalla, y aun así la sensación es la de estar en un lugar familiar y lleno de nostalgia. “¡Esas son las gradas!”, dice emocionada Angie, quien llegó desde Lima.
“Yo soy muy novelera y no podía dejar de venir aquí”. Viaja con su mejor amiga, Cristina, con quien comparte el haber visto la telenovela, por primera vez, durante la pandemia.
Lo planificaron todo con tiempo. Incluyeron al cerro Monserrate y algunos museos, dentro de su vista a la ciudad. Sin embargo, la casa era el punto central. “De aquí nos vamos a comer a un corrientazo”, bromean, recordando el almorzadero donde Betty se reunía con el resto del cuartel.
“Me habría encantado ver la habitación de Betty, con sus trajes y su diario”, fantasea Yaneli, al imaginar una casa museo como la que el personaje se merece. Ella y sus dos amigas se escaparon del tour con el cual llegaron desde Puebla.
“Es que Betty es Colombia”, señala categóricamente al justificar la razón por la cual dejó de visitar los lugares emblemáticos del centro de la ciudad.
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