'El baile de los que sobran': la banda sonora de las protestas en Chile
La música de Los Prisioneros vuelve a escucharse en tiempo presente gracias a videos en los que miles de chilenos, frente a la Biblioteca Nacional en Santiago, cantan 'El baile de los que sobran', durante la gran marcha del 25 de octubre.
Claudio Narea, Jorge González y Miguel Tapia eran Los Prisioneros, en plena década de los 80.
El Desconcierto
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En septiembre de 1986, el trío de músicos veinteañeros (Jorge González, Miguel Tapia y Claudio Narea) lanzaba su segundo disco: Pateando Piedras. Un trabajo influenciado a nivel sonoro por la música de Depeche Mode.
El criterio 'post punk' y 'new wave' adquiría un nuevo matiz. Crecían, pero seguían siendo lúcidos, especialmente González, quien componía las canciones.
Lo que significó La voz de los '80, su primer disco, publicado en 1984, había sido una revolución de claridad y de una lírica directa.
El nombre de Los Prisioneros no es ingenuo pues el grupo nació en una dictadura, con una visión crítica sobre las condiciones en las que estaban y que dejaban en claro en canciones como Latinoamérica es un pueblo al sur de Estados Unidos, por ejemplo.
Para Pateando Piedras, la conciencia era otra. Con el cuarto tema del disco, El baile de los que sobran, algo más pasaba. González acusaba al sistema educativo de propagar una estructura desigual en el futuro de los estudiantes: solo los que tenían la oportunidad, y la "buena estrella" progresaban, el resto -en medio de la desigualdad- era dejado de lado, "pateando piedras".
Ese sentido se recuperó en la gran manifestación en Santiago de Chile, del pasado 25 de octubre, cuando miles de personas decidieron interpretar la canción, de manera espontánea.
Un momento en el que un tema adquiere un nuevo nivel, cuando se convierte en himno.
Música hecha para permanecer
En una entrevista para BBC, publicada el 27 de octubre, Jorge González se refirió al uso de la canción en los siguientes términos:
"Estuvo muy lindo, pero es muy triste que todavía se tenga que seguir cantando. Esa canción fue creada bajo las mismas condiciones en las que se cantó ayer: en toque de queda y con balazos".
González se ha retirado de la vida pública, si bien sigue dedicado a la música. En 2015 sufrió un accidente cerebrovascular (un infarto isquémico cerebeloso subagudo) y continúa trabajando en discos y canciones.
Para el compositor, las cosas siguen siendo iguales, no se ha producido el cambio necesario "porque quienes pueden cambiarlo están muy bien, y no quieren".
El baile de los que sobran tiene una importancia medular en Chile, por encima a lo que significa en el resto de Latinoamérica. Su fuerza impactó en la vida del grupo durante 1988 y en la campaña por el "No" para el plebiscito de octubre de ese año.
Porque Los Prisioneros decidieron hacer público su apoyo al "No", con un gesto político claro. Y en esas votaciones, con un porcentaje mayor al 50%, Chile decidió regresar a su vida democrática.
Hace 31 años, ese gesto acompañado del uso de la canción durante la campaña, hizo que a Los Prisioneros les cerraran las puertas para tocar en vivo y para que sus canciones se escucharan.
Su tercer disco, La cultura de la basura, no sonaba en radios, ni era reseñado en diarios. Armaron una gira de 38 fechas en todo el país y tuvieron que reducirla a siete.
Recibían amenazas de muerte por teléfono. Los acusaban de comunistas. Militares suspendían los conciertos cuando estaban a punto de empezarlos, con la excusa de que su música era "una influencia negativa para la juventud".
No se amedrentaron. Quizás era la época más unida de los tres músicos. Narea y González se distanciarían en 1990 por temas personales y una década después se volverían a unir, para separarse definitivamente en 2003. Tapia y González romperían relaciones en 2006.
Los tres enfrentaban a lo que les estaba sucediendo.
En septiembre de 1988, Los Prisioneros participaron en un concierto a favor del No y quedan algunos registros en video y en audio de su presentación.
Una canción que se recupera
En 2016, un González algo acongojado habló con el diario La Tercera sobre la herencia que ha significado que El baile de los que sobran siga sonando y tenga relevancia más de 30 años después:
“Me gusta que recuerden Tren al sur, pero me da pena que lo hagan con El baile de los que sobran.
“Es muy triste que se haya convertido en un tema tan popular, porque significa que no se ha avanzado en nada y que los que manejan Chile no han cambiado en nada”.
Jorge González, Los Prisioneros
Tres años después, su perspectiva no ha variado. Ni tampoco la visión que Claudio Narea y Miguel Tapia tienen sobre lo que ahora el tema impone.
Porque no solo lo vivieron en medio de la gente que lo coreaba el 25 de octubre, sino que dos días antes ambos lo tocaron sobre un escenario, en el Parque O'Higgins, antes 30.000 personas.
Para Tapia, el tema que fue creado en un momento clave de la historia chilena sigue contando una realidad evidente:
"La canción en sí lleva el mensaje de una injusticia social basada en la educación, algo que es tremendamente importante para toda sociedad. Por eso es una canción tan hermosa y emblemática, porque retrata lo que está pasando en ese ámbito hace muchos años, y no sólo en Chile"
Y continúa: "nació en el momento preciso y el lugar perfecto. Y hoy tiene vida propia: nosotros vamos quedando atrás, pero El baile sigue existiendo de manera tremenda. Es un símbolo y una bandera que va a flamear por mucho tiempo”.
Narea es mucho más pragmático cuando se trata de hablar del efecto actual de estas canciones: "A la música nuestra la gente la sigue viendo muy presente. Debe ser porque todos los gobiernos después de Pinochet han fallado. La desigualdad sigue siendo enorme”.
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