'Amor Amarillo', una joya musical concebida en aislamiento
Con "Amor Amarillo", Gustavo Cerati inauguraba un nuevo camino en su carrera, sin alejarse de Soda Stereo.
Orfaith Rivera, PRIMICIAS
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El agotamiento -funcional y creativo- entre los integrantes de Soda Stereo ya era grande cuando a mitad de la gira del disco Dynamo (1992) decidieron parar la maquinaria y descansar.
Gustavo Cerati viajó a Santiago de Chile y se instaló en la comuna Providencia. Fue con Cecilia Amenábar, su esposa entonces, quien estaba embarazada de Benito.
La música estaba ahí presente. En lo que sonaba, en lo que escuchaban a diario. Cerati siempre fue un sujeto que parecía estar pegado a toda la música posible.
Y un día, ese "escuchar música" se convirtió en componer canciones.
Eso significó -en una ciudad ajena, en un espacio donde conocía a pocas personas- quedarse en casa y grabar las canciones que estaban saliendo. Armar un estudio casero. Ponerle de nombre Estudios Ámbar y aplastar rec.
Se produjo algo ahí. Un disco que no iba a ser un disco. Que iba a servir de base para un nuevo trabajo, pero que terminó explotando por sí solo.
Lejos y cerca de Soda Stereo
La idea de que un disco como Amor Amarillo se nutrió del aislamiento es verdad en la medida que se comprenden todas las acciones a su alrededor.
Cerati era de armar maquetas de las canciones, siempre por su cuenta. De pronto, en la experiencia chilena, se produce un cambio. Todo estaba ahí, a su alcance.
Con la MPC60 para programar baterías, bajos, guitarras, teclados a su alcance, las canciones salían, una detrás de otra. Una especie de redondez en el conjunto de los temas.
En algún momento, cuando ya estaba lista la conciencia del disco, Cerati se acercó al círculo de Soda Stereo en búsqueda de ayuda. Quizá no existía la confianza suficiente en su figura como solista y decidió terminar la grabación en Buenos Aires.
Con Zeta Bosio y Tweety González en producción y asistencia en programación, respectivamente.
Pero fueron esos toques finales que se requerían -sobre todo las voces finales-. Lo contundente ya se había registrado en casa, aislado.
La gestación como eje
No pasó ni un mes del lanzamiento de Amor Amarillo y Benito Cerati nacía. La gestación del hijo se mueve como eje temática de un disco que parece ir y venir alrededor de esta idea.
Lo que está llegando, el cambio de vida. El salir de un lugar único y entrar a otro. Los recuerdos de la vida pasada y la ansiedad ante lo que está por venir.
En ese sentido, la experiencia creativa en este disco parece asumir todas las complejidades de estar en un sitio, encerrado, por razones que no vienen al caso precisar. Y lo que esto exige y permite reflexionar, o generar.
Amor Amarillo es personal y poderoso. Cerati siempre fue creador de 'oneliners' en su carrera y aquí explotan, casi manifiestos estéticos y de vida.
"Adentro tuyo es único", canta en Amor Amarillo. "Esta canción es droga para mí", dice en Av. Alcorta. En Pulsar se lanza uno de sus mejores versos, sin duda: "Creo en el amor porque nunca estoy satisfecho".
La introspección es sonora, también.
Desde una posición de misterio y desconocimiento -en los acordes iniciales del disco-, pasando por recorridos por la electrónica, combinada con guitarras acústicas y hasta un tributo maravilloso a Luis Alberto Spinetta, Amor Amarillo es un laborioso e interesante ejercicio de libertad creativa.
Y hasta de temor a esa libertad.
Porque Cerati venía de un monstruo. Y si bien ya tuvo oportunidades para dejar a la maquinaria de lado, esta vez lo tocaba a un nivel profundo. Iba a ser padre, estaba viviendo la génesis de su familia. Amor Amarillo es la respuesta a esa vulnerabilidad.
Del tipo que hasta la voz debe cambiar, dar otros matices, para decir cosas como "Yo te llevo para me lleves / de una vida a otra vida".
Se puede escuchar el disco completo aquí:
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En tiempos de pandemia, el pop viene a callar cualquier motivo de ansiedad. Lady Gaga ha demostrado con creces que puede hacer lo que quiera -a veces con errores en el camino- y en Chromatica deja en claro que lo suyo es hacer canciones que suenen a himno, producidas para engalanar cualquier fiesta y quedarse grabada a fuego en la cabeza de sus fanáticos. Nunca ella sonó tan Madonna como aquí y eso es un gran halago.
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Cambiar de registro y buscar estéticamente otros terrenos. La propuesta detrás de Siego & Lovdt es tomar los ritmos urbanos y moverse en ese terreno, transformándolos por dentro. Pero eso sí, no desnaturaliza la base del reggaetón o del trap -o como le quiera decir usted- lo que hacen es mover un poco el registro y enriquecerlo. Como si Trent Reznor de Nine Inch Nails colaborara con Bad Bunny. El resultado es impresionante.
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