Alba: ese camino que el cine ecuatoriano debería recorrer siempre
"Alba" es el primer y poderoso largmetraje de Ana Cristina Barragán, que se puede ver por el servicio de streaming Zine.
Diego Corrales / PRIMICIAS
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Sí, es un filme que tiene varios años, que se ha podido ver en salas y que ha recibido varios reconocimientos.
Pero está ahí, en la web. Se puede ver en el servicio de streaming de películas nacionales Zine.ec y sí que vale la pena revisitarlo -si ya se lo ha visto- o maravillarse por primera vez.
Porque en Alba, Ana Cristina Barragán, su guionista y directora, recurre a algo que poco cine ecuatoriano hace: al silencio de sus personajes.
El cine nacional se ha caracterizado por el horror a la ausencia del diálogo, como si cada persona que aparece en pantalla debería decir algo para justificar su existencia.
Aquí, la fórmula se trueca en algo más cercano a la contemplación.
Alba es una niña que vive con su madre que está muy enferma y ante la gravedad del cuadro, no tiene más remedio que ir a vivir con su padre. El padre lejano y distante, en otro tipo de espacio, un paréntesis afectivo en el que la niña parece también sumergirse.
Y no es para menos, ya que su vida cambia.
La transformación se percibe en la forma en que ella mira, en que ella se acerca, en la que no deja de ser niña -como cuando en un juego le dan un primer beso-, en la que intenta cierta normalidad.
En sus ganas de ocultar a su padre, en la conciencia de lo correcto que se mueve en ella; en la cercanía con un papá que también la tiene complicada en el terreno de las relaciones con otros.
Macarena Arias interpreta a Alba. La niña de 11 años, excesivamente tímida, que busca calzar en algún lugar.
Ella sostiene una película que tiene, en términos generales, buenas actuaciones, sobre todo, de los niños y niñas compañeros de Alba, que son como satélites alrededor de ella, como ruido blanco que da más fuerza al drama de la pequeña.
Ese mundo de Alba es un mundo en el que las piezas de un rompecabezas se van armando de a poco.
Y sí, esa es una imagen recurrente en la película.
El cine como un mecanismo de vida
Ana Cristina Barragán coloca la cámara como si se tratara de un dispositivo que interrumpe, que ocupa un espacio para dar las coordenadas necesarias a quien ve el filme.
Incluso deja de lado la ubicación de otros seres que suenan y que se ven poco o solo se perciben partes de su cuerpo.
En Alba, el movimiento de cámara, la fotografía y las perspectivas se enfocan en ella, en la pequeña. A medida que avanza el filme, la imagen se abre un poco más, como si todo lo que sucede alrededor de los personas se volviera más tierno, gracias a que padre e hija intentan un contacto.
La belleza de Alba está en eso que se descubre y que no tendrá forma definitiva. La protorelación entre papá e hija. Entre un Pablo Aguirre que interpreta a un padre que también busca ese contacto.
Pero, es difícil. Es como si Alba fuera el reflejo de ese padre ausente.
En los silencios, en las cosas que no se dicen, en las acciones que realizan juntos, en las conversaciones que tienen, hay algo que se está formando. La magia de esta historia es que no interesa el final feliz. Es como si Alba fuera el prólogo de algo que no debemos ver.
Solo intuir.
Incluso dentro de la tragedia puede existir algo hermoso.
Alba
Dir: Ana Cristina Barragán
Guion: Ana Cristina Barragán
Elenco: Macarena Arias, Pablo Aguirre, Amaia Merino
Caleidoscopio Cine, Leyenda Films y Graal Films, 2016
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