Los 50 años de esa bomba musical llamada 'Bitches Brew'
El 30 de marzo de 1970, Miles Davis lanzó su disco doble "Bitches Brew".
Diego Corrales, PRIMICIAS
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Hay tantas cosas mágicas que pasan en este disco. Tantas.
No existe manera de saber por dónde empezar.
Quizá por el hecho de que la influencia del rock haya llegado a tal punto, que la experimentación con instrumentos eléctricos se convirtió en una necesidad.
O porque para ser un disco de jazz, la estructura rítmica básica era de, al menos, dos bajos, de dos a tres bateristas y dos a tres pianistas -con pianos eléctricos-.
Todos tocando al mismo tiempo.
A lo mejor se puede decir que la magia sucedió por las técnicas de grabación que reformaron todo lo que se podía hacer con el jazz: efectos sonoros y ediciones de cinta y loops para alargar partes. Las canciones se terminaban de armar en la sala de control, no es las cabinas de grabación.
O se daba a algo más sencillo: los temas de Miles Davis en Bitches Brew son magníficos.
Dejar el jazz que se conocía a un lado
El sentido de la genialidad, en lo que se refiere a la música, radica en tener una idea y tener el valor, la comunicación y la maestría para ejecutarla.
Davis, el gran trompetista del bebop, el compañero de lucha de Charlie Parker, tuvo claro lo que quería hacer y a su lado tuvo a un grupo de músicos capaces de comprender lo que él buscaba.
En Bitches Brew trabajó junto a Wayne Chorter, Chick Corea, John McLaughlin, Dave Holland, Jack DeJohnette, Harvey Brooks, Larry Young, entre otros.
Utilizó con ellos la misma estructura con la que venía trabajando de antes.
Improvisar.
La leyenda dice que para salir de su contrato con la disquera Prestige -y poder firmar con Columbia-, decidió meterse al estudio con varios músicos y en dos días grabar suficiente material para salir de su obligación contractual.
La base de esto fue la improvisación.
Este ejercicio se vuelve la base de un disco doble, que vuelve a cambiar el timón. Si en 1959, Davis transformó el mundo del jazz, dentro de su propio terreno, con Kind of blue, en esta ocasión hay una destrucción total para edificar algo nuevo.
Un nuevo edificio sonoro
Bitches Brew funciona como una maquinaria completamente aceitada. Enfocada en seguir adelante.
Sus seis canciones muestran cómo cada pieza entra y sale en esta especie de collage sonoro o campo de batalla sonoro. Todo salta y todo calza a la perfección.
El riesgo fue grande. Sobre todo porque nadie hacía ese tipo de jazz en ese momento.
Lo que los instrumentos eléctricos hicieron con la música de Davis fue darle una agresividad que contrastaba con la dulzura de sus melodías. Y aquí, Miles Davis indaga, está a la búsqueda de nuevos espacios.
Eso se percibe a la perfección en Miles Runs de Voodoo Down.
Como si se tratara de un Picasso sonoro, Davis intenta estar en todos los lugares al mismo tiempo con su trompeta. Mientras la sección rítmica acompasa lo que sucede en un primer plano. Como si se tratara de funk.
Este es un disco que acepta al funk como posibilidad. Sin duda.
Las diferentes versiones del disco, que se pueden encontrar en servicios de streaming, demuestran esa incansable vigencia de un trabajo que puede tener 50 años, pero parece haber sido grabado en 2050.
Y eso es lo que se puede celebrar, ahora que es mejor no salir de casa.
Escuche la Legacy Edition de este disco, aquí
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