Cáncer cervicouterino en Ecuador, una enfermedad prevenible
La forma más habitual de cáncer de cuello de útero se desencadena con cambios precancerosos. Sin embargo, existen métodos para detener el desarrollo de estas modificaciones. Estos implican detección, prevención y tratamiento.
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El cáncer de cuello uterino se origina en la porción final, inferior y estrecha de la matriz que conecta el útero con la vagina. Antes de que la enfermedad se forme, las células de esta área sufren ciertos cambios y se convierten en anormales. Con el tiempo, si no se destruyen o extraen, es posible que se vuelvan cancerosas.
Cabe mencionar que, el cáncer cervicouterino comienza con cambios lentos y progresivos en las células de la superficie del cervix uterino. Estas alteraciones, que se denominan displasia o neoplasia intraepitelial cervical (NIC), se consideran premalignas. Es importante recalcar que la NIC está categorizada como leve (NIC1), moderada (NIC2) o grave (NIC3).
En Ecuador, cada año fallecen 939 mujeres a causa de esta patología, con aproximadamente 1.792 nuevos casos diagnosticados anualmente. Este tipo de cáncer ocupa el segundo lugar en incidencia entre las ecuatorianas. Pero, es el más frecuente entre jóvenes. Siendo la edad más común de diagnóstico de 35 a 44 años.
Según la Organización Panamericana de la Salud si se mantienen las tendencias actuales, el número de muertes en la región aumentará un 45 % en el 3030.
Causas
Los cambios precancerosos en las células y el cáncer cervical casi siempre son causados por el virus del papiloma humano (VPH). Este se transmite esencialmente por medio de relaciones sexuales, pero también a través del roce de la piel con una zona infectada, incluyendo el contacto vaginal, anal y sexo oral. Además, existe la posibilidad de diseminación al tocar los genitales con las manos.
Es crucial señalar que gran parte de las personas que tienen relaciones sexuales contraen una infección por el VPH en algún momento de la vida. El sistema inmunitario controla la mayoría de los casos y estos desaparecen por sí solos en 1 o 2 años. Las infecciones a corto plazo no causan cáncer.
No obstante, cuando duran demasiado, pueden producir cambios en las células del cuello uterino, lo que resulta en lesiones precancerosas. Si estas no se localizan y extirpan oportunamente, con el tiempo podrían originar cáncer.
Entre los principales factores de riesgo para la aparición de esta enfermedad destacan:
- Tener mayor exposición a infecciones de transmisión sexual. Esto puede ocurrir al mantener relaciones sexuales a una edad temprana, tener múltiples encuentros íntimos o parejas con factores de riesgo.
- Usar anticonceptivos orales.
- Fumar cigarrillos.
- Haber sufrido alteraciones precancerosas o cáncer en la vulva, la vagina o el ano.
- Poseer un sistema inmunitario debilitado debido a trastornos como el cáncer, el VIH/SIDA, o estar bajo tratamiento con quimioterapia o corticosteroides.
Sintomatología
Por lo general, en sus primeras etapas, el cáncer de cuello uterino no muestra signos. Sin embargo, en fases avanzadas, pueden aparecer algunos síntomas como:
- Sangrado vaginal que no está relacionado con la menstruación.
- Manchado o secreción vaginal.
- Dolor durante las relaciones sexuales.
Prevención
Las tasas de cáncer de cuello de útero han disminuido de manera constante durante las últimas décadas en los países que tienen acceso a las vacunas contra el virus del papiloma humano (VPH), el cribado del cáncer de cérvix uterino y el tratamiento de la neoplasia intraepitelial cervical. Cuando el cáncer cervicouterino se detecta en sus etapas iniciales, sus posibilidades de tratamiento son muy altas y están asociadas a una larga supervivencia y buena calidad de vida.
En este contexto, es necesaria una estrategia integral de salud pública para prevenir el cáncer. Esto incluye la vacunación de adolescentes, el tamizaje de mujeres mayores de 35 años en riesgo y el tratamiento de lesiones precancerosas y carcinomas invasores. Es necesario enfatizar que la inoculación contra el VPH se sugiere para preadolescentes de 11 a 12 años, con la opción de comenzar a partir de los 9 años. Además, se aconseja para todas las personas hasta los 26 años.
Estas vacunas protegen contra los tipos de VPH más asociados con el cáncer, así como aquellos que pueden ocasionar verrugas anales y genitales. Es crucial recordar que su función es prevenir la infección por VPH y no tratar condiciones ya existentes.
Otra manera probada de prevenir una neoplasia maligna es someterse a pruebas de detección. Estas buscan condiciones que podrían llevar al cáncer o reconocer precánceres antes de que sean invasivos. El Papanicolaou y la prueba del virus del papiloma humano (VPH) son análisis específicos utilizados para este fin. Ambos se realizan de manera similar por un profesional de la salud que extrae muestras para su estudio.
Limitar el número de parejas sexuales y evitar tener relaciones con personas que han tenido múltiples encuentros íntimos puede disminuir el riesgo de exposición al VPH. Sin embargo, como se mencionó anteriormente, este virus es muy común, por lo que, una persona puede ser portadora durante años sin presentar síntomas y transmitirlo sin saberlo. Es necesario hacer hincapié en que los condones proveen cierta protección contra el VPH, pero estos no previenen completamente las infecciones.
Enfrentando al cáncer cervical: una estrategia global
En 2018, el Director General de la Organización Mundial de la Salud aprobó una estrategia para la erradicación del cáncer cervicouterino. Esta plantea que se habrá eliminado la patología como problema de salud pública cuando todos los países alcancen una tasa de incidencia de menos de 4 casos por cada 100,000 mujeres.
En este marco, todos los países deben alcanzar los siguientes objetivos globales para 2030:
- Lograr una inmunización del 90 % contra el VPH en niñas antes de los 15 años.
- Alcanzar una cobertura del 70 % en la detección, con el 70% de las mujeres sometidas a una prueba de alta precisión antes de los 35 y los 45 años.
- Garantizar el tratamiento del 90 % de las lesiones precancerosas.
- Gestionar el 90 % de los casos de cáncer invasivo.
Es importante destacar que, para avanzar en la prevención, es esencial fomentar la difusión de información y educación sobre el cáncer de cuello uterino para disminuir su incidencia y propagación.
EC-CER-00012.
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