Leyenda quiteña: La olla del Panecillo

Hace muchísimos años, según me contaron, una mujer solía llevar a pastar a su vaca a una zona específica porque no tenía muchos recursos. Un día, dejó a su vaquita cerca de una olla y, al regresar, ¡sorpresa!, la vaca había desaparecido. Preocupada por perder su única fuente de ingresos, la mujer se embarcó en una búsqueda por los alrededores.

A pesar de pasar horas buscando, la vaca no aparecía. Con determinación, la mujer descendió hasta el fondo de la olla para verificar si su vaca estaba allí. ¡Y para su asombro, se encontró con un impresionante palacio!

Las puertas estaban abiertas, y en el interior, una encantadora princesa ocupaba su trono. Al notar a la mujer, la princesa le preguntó con una sonrisa:

– ¿Por qué has venido a visitarme hoy?

– No es una visita, señora. Me entristece que me vea así. He perdido a mi vaca, y si no la encuentro, quedaré aún más empobrecida, ya que es mi única fuente de ingresos.

Con lágrimas en los ojos, la mujer compartió su angustia. Conmovida, la princesa le regaló una mazorca y un ladrillo de oro como compensación por la pérdida, asegurándole que la vaquita seguramente había regresado a su hogar.

Agradecida por la amabilidad de la princesa, la mujer salió del castillo y experimentó una inmensa alegría al encontrar a su vaca esperándola. ¡Una historia con un final feliz y un toque mágico!