Guayaquil, una ciudad llena de talento
La Perla del Pacífico está llena de talentosos representantes en distintos ámbitos como la música, donde el pasillo es un punto clave y la literatura. ¡Descúbralos!
Hugo Chiliquinga, tercera generación de una familia de lutieres dedicada al arte de fabricar cordófonos, toca una guitarra, uno de los principales instrumentos en el pasillo ecuatoriano.
Rodrigo Buendia/ AFP
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El pasillo, género musical profundamente arraigado en la rica tradición ecuatoriana, va más allá de sus notas melódicas, representa el alma de un pueblo. Considerado como un poema musicalizado, el pasillo se ha consolidado como un sello nacional reconocido tanto dentro como fuera de las fronteras ecuatorianas.
A principios del siglo XX, el pasillo ecuatoriano experimentó una metamorfosis influenciada por los poemas de la generación decapitada y el impacto del sanjuanito. Dejó de ser simplemente un género festivo tocado en eventos sociales para transformarse en composiciones melancólicas que narran historias de amor, pérdida y homenajes a la belleza y valentía.
Entre sus principales exponentes destaca el guayaquileño Julio Jaramillo, conocido como el Ruiseñor de América.
Otros géneros:
Pero no solo el pasillo ha cautivado a los amantes de la música dentro y fuera del país, pues artistas como Daniel Betancourth, Jorge Luis del Hierro, la fallecida Sharon la Hechicera o Mirella Cesa, esta última conocida como “La madre del andipop”, son parte de los representantes contemporáneos oriundos de esa ciudad.
Literatura:
Guayaquil también ha sido la cuna de reconocidos autores ecuatorianos. Entre ellos, destacan figuras como José de la Cuadra, maestro de la narración breve con obras notables como “Banda del pueblo”. Este autor, junto a figuras como Enrique Gil Gilbert, Joaquín Gallegos Lara, Demetrio Aguilera Malta y Alfredo Pareja Diezcanseco, ha contribuido significativamente al enriquecimiento del panorama literario del país, consolidando a Guayaquil como un semillero de talento artístico multifacético.
Guayaquil emerge como un epicentro cultural que ha nutrido tanto la música como la literatura ecuatoriana, dando vida a expresiones artísticas que trascienden generaciones y fronteras.
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