El 70 % de empresas con mayor reputación es nacional
El 2024 se proyecta como el año para transformar la reputación empresarial. El sector privado es el llamado a sacar adelante al país y ser la solución a los desafíos ambientales, sociales y de gobernanza.
Los ecuatorianos confían en la empresa privada casi al mismo nivel que en los militares y más que en la iglesia.
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En el momento actual complejo, incierto y desafiante que vive Ecuador; en este contexto de plena crisis de seguridad, miedo social, casos de corrupción, creciente desinformación, polarización política y una revolución digital y tecnológica sin precedente, las expectativas ciudadanas respecto del quehacer de las empresas para el 2024 son cada vez mayores.
Así lo prevén Cristina Páez, CEO de Ipsos, y Diego Fuentes, cofundador de INC Consultores. Al arranque del año, ellos creen que “la confianza para sacar adelante al país recaerá sobre el sector privado y no sobre los gobiernos ni sus políticos”. Esta aseveración se alinea con la conclusión a la que llegó el Foro Económico Mundial de Davos, realizado a inicios de año: reconstruir la confianza.
Las altas expectativas se ven reflejadas en el índice de reputación empresarial que Ipsos e INC Consultores registraron en el 2023, cuyo principal resultado fue un aumento de 24 puntos respecto al 2022. “Ahora, más que nunca, los gerentes y líderes empresariales deben reflexionar sobre cómo la gestión profesional de este intangible puede ser la clave para alcanzar con éxito, no solo objetivos económicos, sino también sociales y ambientales; proceso en el cual la construcción de su propia reputación como tomadores de decisión es clave. Y gozar de buena reputación es simple: es ser creíble, respetado y eso significa tener poder para desarrollar los proyectos y enfrentar los desafíos corporativos con las menores resistencias”.
Según las propias cifras del índice, un 47 % de los ecuatorianos opina que conocer al gerente o dueño de la empresa influye en su reputación corporativa. En este contexto, las empresas locales tienen una gran responsabilidad u oportunidad, ya que recibieron mejor valoración; de hecho, siete de las 10 empresas con mejor reputación son nacionales. “En pleno ciclo de la economía de la reputación y de los intangibles, es clave comprender que la reputación no le pertenece a las empresas, sino que se merece. Porque ya no alcanza con gestionar imagen. Eso se da como el resultado de algo que conceden los grupos de interés por el impacto positivo, productos y servicios de calidad, por sentirse escuchados y comprendidos, y por líderes reconocidos y respetados que se involucran activamente en los desafíos y valores comunes de la organización y la sociedad. Sin duda alguna, el 2024 es la oportunidad para fortalecer la conexión de las organizaciones con la sociedad, para construir confianza y avanzar hacia la sostenibilidad”.
¿Qué hacer? Páez y Fuentes señalan que es importante entender a profundidad a los stakeholders, con inteligencia contextual, con escucha activa del entorno digital y una comprensión de la sociedad a través de investigaciones. La dimensión de sostenibilidad es la que más permite hoy a las organizaciones, líderes y marcas lograr una diferenciación al tangibilizar su impacto positivo, en un entendido que las organizaciones son ecosistemas integrados vivos con gran capacidad de colaborar con el sector público en la resolución de las cuestiones Ambientales, Sociales y de Gobernanza (ASG).
“Las empresas que se desempeñan bien en las métricas de ASG tienen más probabilidades de atraer inversores con conciencia social, reducir los riesgos regulatorios y de reputación y mejorar su sostenibilidad general a largo plazo. Además, las ASG ayudan a identificar áreas en las que se pueden mejorar operaciones y crear un cambio positivo que conduzca a una economía más sostenible y equitativa. De cara a este nuevo ciclo, la gestión de la reputación no es solo una opción, sino un imperativo. Ignorar su impacto es arriesgarse a quedar rezagados en un mundo donde la confianza y la sostenibilidad se vuelven estructurales.
Los líderes y organizaciones que no impulsen la gestión proactiva de su reputación se exponen a riesgos significativos, desde la pérdida de confianza hasta la reducción de oportunidades de negocio. Por otro lado, aquellos que la priorizan no solo se blindan y mitigan riesgos, sino que abren la puerta a oportunidades de negocios insospechadas
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