Así se produjo un San Valentín sustentable
Las rosas ecuatorianas son las más cotizadas del mundo. Detrás de cada pétalo, hay un trabajo enfocado en reducir al mínimo la contaminación y aumentar la eficiencia en el uso de los recursos. Visitamos la finca BellaRosa y presenciamos su trabajo.
San Valentín
Cortesía.
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La aventura arranca en octubre de cada año. Son cuatro meses en los cuales todos los esfuerzos se enfocan en la fecha más esperada: San Valentín, el 14 de febrero. Para cuando esta edición esté en circulación, todas las rosas producidas habrán adornado ya los espacios, los floreros y los corazones de miles de clientes en 50 países del mundo.
Las fincas obtienen en esta celebración la base de su operatividad y rentabilidad de todo el ejercicio fiscal. Así de grande es lo que se juegan cada año. Por eso, en la finca BellaRosa, una productora ubicada en Tabacundo, y que forma parte de un grupo empresarial (The Elite Flower) que tiene operaciones además en Colombia y Kenia, cada proceso es cuidado al máximo.
En la cosecha y la post cosecha, los suelos, el agua y la energía eléctrica son los aspectos donde más eficiencia se impone. Así lo explica el gerente de Innovación y Producción de la finca, Santiago Chiriboga. “Todos los desechos vegetales los reprocesamos para compostaje, es decir, todas las partes de las plantas que no van dentro de la caja de exportación: hojas que se remueven en el cultivo, tallos que no terminaron de producir flor, tallos que no están aptos para la exportación, las hojas de la parte inferior del botón. La gran cantidad de este material que sale del proceso es manejado en un proceso controlado de compostaje, que se demora entre cinco y seis semanas, para tener el compost listo. Este producto lo reaplicamos al suelo de los invernaderos, lo cual nos ayuda a mejorar en su estructura y aporta con nutrientes, lo que a su vez reduce el uso de fertilizantes químicos entre un 20 y 25 %”.
Al caminar por entre el follaje en las 60 hectáreas (es la única florícola del país con ese nivel de hectareaje en un solo espacio) y los galpones de la post cosecha, la limpieza de este tipo de material es evidente. Varias personas, permanentemente recogen el residuo y lo descargan en una zona de acopio, para empezar con el compostaje. “El compost se mezcla con microorganismos eficientes que promueven la descomposición controlada y, además, se ponen enmiendas orgánicas, como la gallinaza, que ayudan con el florecimiento de mayor vida bacteriana. Es un proceso 100 % orgánico”.
En cuanto al manejo del agua, una de las tareas a que se le dedica mucha atención es a la recolección de agua lluvia, lo que reduce el uso y consumo del líquido vital en un 20 % anual. “Todo el sistema de riego por goteo es computarizado, eso nos permite eficiencia. De no hacerlo, se podría desperdiciar fácilmente la totalidad del agua y se deplicaría la cantidad utilizada para riego, porque al final se drena y no habría cómo darse cuenta. En nuestro caso, tenemos medidores de tensión, que están en cada válvula de riego, y así podemos controlarlo. En la post cosecha tenemos un sistema orgánico que nos permite limpiarla de sólidos disueltos, de minerales y de bacterias, para no utilizar químicos preservantes, fuimos la primera finca que dejamos de hacerlo. Estamos convencidos de que si se puede producir un agua limpia no es necesario añadir estos preservantes y químicos”.
Las inversiones en tecnología son constantes en la finca, aunque no haya un presupuesto específico exacto. “Esta empresa la compramos en el 2021. En el 2022 y 2023 hubo una inversión muy alta, sobre todo en la estructura de post cosecha. Este año será más de mantenimiento. En cuanto al consumo de energía, donde se necesita más es en los cuartos fríos y ahí también se utiliza eficiencia. Conservar las rosas a entre 3 y 4 grados centígrados es fundamental para cuidar el ciclo de vida”.
Una de las principales cualidades de la rosa ecuatoriana es su mayor permanencia en buen estado en florero, es decir, cómo la flor permanece con su calidad ya en los lugares del cliente final. En el caso de Ecuador, esta vida en florero es de entre 12 y 15 días, pero ahí está incluido todo el tiempo desde que la flor sale de la finca, es decir, embarque, exportación, permanencia en el mayorista y el minorista y finalmente en el cliente final. “Para EE.UU. todo el proceso dura unos ocho días, pero para Rusia debemos procurar que la rosa dure 21 días, porque es una mayor distancia de entrega”, cuenta Doris Guerrero, directora de Marketing. Estos tiempos son mejores que los que las flores colombianas y keniatas ofrecen, por eso, la ecuatoriana es la más deseada.
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