Un adiós a Francisco y un mensaje en las calles de Roma: unidad en medio de la intolerancia
Lágrimas en el camino final. Pero también recuerdo de un legado que comenzará a analizarse. Miles de fieles despidieron al Papa Francisco. PRIMICIAS estuvo en las calles de Roma atestiguando este momento histórico.

Momentos antes del ingreso del féretro del papa Francisco, en la iglesia de Santa Santa María la Mayor, en Roma, el 26 de abril de 2025.
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Mónica Almeida
Autor:
Mónica Almeida, Enviada Especial
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ROMA. Las pantallas gigantes colocadas en la parte posterior de la Basílica Santa María la Mayor mostraron la entrada solemne del sencillo féretro de madera cargado por 14 hombres. Era la una de la tarde y hacía calor. Una vez dentro del templo, el ataúd fue llevado frente a la puerta de metal de la Capilla de María Santísima, ícono del pueblo romano, donde poco antes se habían puesto canastas con rosas blancas. Era el último saludo o quizás despedida del Papa Francisco a la Virgen, a quien se encomendaba siempre antes de cada viaje. Menos de un minuto después, el féretro fue llevado a su destino final. En su sepultura se instaló a ras del piso una lápida con el nombre Franciscus esculpido, y en la pared se fijó su crucifijo como única señal.
Esa ceremonia era privada. Las pantallas mostraron el ícono de María Santísima por un par de minutos más y luego se apagaron. A muchos se les escapó más de una lágrima. Nadie hablaba, solo veían las pantallas en directo o a través de sus celulares, tratando de llevarse ese recuerdo tan sentido de una despedida. Poco a poco la gente se dirigió hacia la parte delantera de la Basílica. Ahí se comenzaba a rezar un rosario por el alma del primer papa latinoamericano. Adentro la ceremonia continuaba y posteriormente se mostraron algunas imágenes.
Culminaba una jornada que había comenzado a las 10 de la mañana con la multitudinaria misa en la Plaza San Pedro, a la que asistieron también jefes de Estado y demás autoridades. Luego vino el rápido recorrido del féretro custodiado por motocicletas, saludado con aplausos por los miles de fieles apostados en las calles a lo largo de cuatro kilómetros, hasta su llegada al destino final en Santa María la Mayor. La Defensa Civil italiana habla de 400 mil personas presentes para despedir a Su Santidad.
Ahí terminó ese primer viaje, en espera de la resurrección, Jorge Mario Bergoglio (1936-2025), argentino de origen italiano, jesuita que durante 12 años condujo los destinos de la Iglesia Católica, inspirado en la sencillez de San Francisco de Asís, el santo de los pobres.
El análisis del legado de Francisco

Posiblemente con el pasar de los años se entenderá su legado en toda su dimensión, aunque dependerá de la perspectiva del análisis y de la fe.
Quedan cuatro encíclicas: La luz de la fe (que había comenzado a redactar su predecesor Benedicto XVI), Alabado seas, Hermanos todos y Nos amó. Documentos en los que Francisco defendió la fe, el cuidado del agua y del ambiente, la fraternidad entre las personas y el Corazón de Jesucristo, condenando la cultura del consumismo y de una tecnología que no esté al servicio de los humanos.
Fue un Papa que acercó la Iglesia a la gente y se preocupó de los pobres, de los migrantes y de los refugiados. En 2013, poco después de ser designado, visitó la Isla de Lampedusa, en el Mediterráneo, donde llegan los botes con migrantes africanos y de Oriente Medio en su camino hacia Europa. Y en los últimos meses de su vida condenaba el asedio israelí a los palestinos de la Franja de Gaza.
Habló de una iglesia incluyente, en la que se dé cabida a todos. Una iglesia cuyo principal rebaño está en el llamado sur global (África, Latinoamérica o Asia), pero su sede política se asienta en Europa. Una Iglesia que trató de tender puentes con los ortodoxos.
Enfrentó y castigó los casos de abusos sexuales dentro de la institución, abrió una rendija a la participación de las mujeres en el Vaticano en cargos administrativos y no satanizó la homosexualidad.
Un Papado no exento de polémica

Sin embargo, Francisco siempre será denostado por no ser lo suficientemente progresista para revolucionar la Iglesia y por no ser lo suficientemente conservador. Su lema fue: Pastor con olor a oveja.
Un ala del catolicismo estadounidense le reprocha, por ejemplo, el casi haber prohibido la misa en latín y defender a los migrantes en lugar de las familias cristianas.
En Sudamérica, muchos coinciden en calificarlo de “peronista y populista” y por ello no haber sido lo suficientemente enérgico para condenar los regímenes de Cuba, Venezuela y Nicaragua. Pero todos los católicos latinoamericanos lo consideran su Papa porque era argentino.
Para el historiador Olivier Roy, profesor del Instituto Universitario Europeo de Florencia, “el gran error fue de juzgar a Francisco en una cuadrícula ‘liberalismo contra conservadorismo’ y de extender esa cuadrícula a las cuestiones teológicas”. En una entrevista con Le Nouvel Obs, el politólogo señaló que sobre las cuestiones morales, el Papa era un conservador: se opuso profundamente al aborto y nunca defendió el acceso de las mujeres al sacerdocio.

Más allá de la política y los análisis queda la fe. Para María Alvarado, mantense radicada en Roma desde hace 25 años, el principal legado del Papa fue su mensaje de paz y de inclusión para con los pobres y humildes. “El Papa era demasiado bueno, me dio una tristeza inmensa verlo en el féretro”, cuenta María, quien entró a la capilla ardiente el miércoles y el viernes para despedirse de Francisco.
Este sábado 26 de abril estuvo en la misa de la Plaza San Pedro, pero no llegó a tiempo a la Basílica. Iba acompañada de Esmilda, guayaquileña que llegó a Italia en los años setenta. Ambas lucían orgullosas una camiseta blanca con la efigie del Papa sonrientes, con el pulgar levantado y al fondo el Vaticano. Esas camisetas se diseñaron cuando lo nombraron Papa y desde entonces forman parte de los souvenirs que se venden en las tiendas para turistas en Roma.
“Ojalá que los presidentes hagan honor al Papa y acaben con las guerras”, pide María, quien este domingo 27 de abril planea ir a la misa en la Basílica donde yace Francisco.
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