La llegada de Trump a la Presidencia de Estados Unidos lleva a las empresas a abastecerse
El anunciado gravamen que impondría Estados Unidos a México, Canadá y China, acelera las importaciones e incrementa el volumen de los fletes antes de la llegada de Trump.
Productos se exhiben en Walmart Supercenter el 16 de octubre de 2024 en Austin, Texas.
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AFP
Autor:
María Antonia Sánchez-Vallejo
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Al día siguiente de las elecciones que devolverán a Donald Trump a la Casa Blanca, la esposa de un ejecutivo de una mediana empresa del suroeste de Pensilvania, en Estados Unidos, —un vivero de votos republicanos— contó en las redes sociales que este año no cobrarán bono de Navidad porque la compañía destinará el dinero a abastecerse de mercancías equivalentes a muchos meses de 'stock'.
Eso en previsión de que la amenaza del presidente electo de imponer aranceles a México, Canadá y China se concrete a las 24 horas de tomar posesión.
Puertos como el de Los Ángeles o el de Long Beach, que en conjunto reciben un tercio del total de contenedores llegados a Estados Unidos, registraron niveles récord de actividad ya en octubre. Se trata de días antes de las elecciones, cuando el candidato republicano repetía a los cuatro vientos que tarifa es “la palabra más bonita del diccionario” y amenazaba con un gravamen del 60% a China. Los fletes desde este país aumentaban mientras casi un 13% con respecto al mes de octubre del año anterior; en septiembre, crecieron solo un 2,4% en tasa interanual.
China sigue siendo el principal exportador de bienes del mundo y Estados Unidos es su mejor cliente.
El año pasado, Estados Unidos compró unos USD 430.000 millones al gigante asiático, la mayor parte en productos informáticos y electrónicos. Pero vestirse o calzarse tampoco va a resultar barato en Estados Unidos si se concretan los gravámenes anunciados.
La firma de calzado y complementos Steve Madden planea recortar entre un 40% y un 45% su producción en China y trasladarla a países vecinos como Vietnam.
Walmart, el gigante minorista estadounidense —y mayor empleador del país—, ha alertado del impacto en los precios, al igual que vienen haciendo desde principios de septiembre los ejecutivos de casi 200 empresas del índice S&P 1500 Composite, casi el doble que en vísperas de las elecciones de 2020.
El alegre tiro en el pie de las tarifas, su uso para objetivos comerciales y de política exterior por parte del presidente electo, ha quedado resumido en un informe del Instituto Pearson para la Economía Internacional (PIIE, en sus siglas inglesas) titulado 'Lo que los populistas no entienden de los aranceles (pero los economistas sí)'. “Los aranceles que Trump propone ahora se aplicarán a más de ocho veces las importaciones de su última ronda (unos USD 3,1 billones en datos de 2023), lo que implica un impacto mucho mayor en los precios”, advierte el texto, que subraya que, lejos de promover el empleo y la producción locales como pretende el republicano, lo perjudicarán.
La imposición de tarifas preocupa también en el pequeño y mediano comercio. En el barrio de Flushing, el Chinatown más desconocido de Nueva York, los hermanos Liu se preguntan por la viabilidad de su tienda de moda y complementos si se sustancia ese 10% adicional a las importaciones de China que Trump anunció. Su negocio renueva existencias dos veces al año, y otras cuatro parcialmente, y comparte el coste de las importaciones con sendas tiendas independientes de San Francisco y Filadelfia, pero el sistema se irá a pique con tarifas suplementarias.
“Si no aumentamos los precios, perderemos mucho dinero. Y nuestros precios ya eran un poco altos para el barrio, lleno de ofertas de producción industrial y masiva, y, por tanto, más baratas. Sin clientela capaz de pagar un 30% más por un jersey o un bolso, que según nuestros cálculos será lo mínimo que deberemos subir, tendremos que cerrar”, explican a dúo sobre una medida con efecto bumerán que amenaza con provocar un repunte de la inflación en la economía que dice querer proteger.
A tres cuadras de distancia, el encargado de un gigantesco supermercado chino que pide no ser identificado se encoge de hombros al ser preguntado por el impacto. “El 95% de los productos se importan de China, el resto de otros países de Asia y una parte muy residual se produce aquí, como algunos lácteos, o llega de México y Canadá, como unas pocas verduras. Tendremos que subir los precios, porque no hay producción local sustitutiva, salvo en un número muy reducido de productos. La mayoría de las verduras y el pescado congelado vienen de China”, explica.
Comercios de proximidad
Comercios de proximidad como la tienda independiente de los Liu y el supermercado, sujeto además a la condición perecedera de parte de su mercancía, no tienen ni la capacidad ni el margen de maniobra de mayoristas que han acelerado los pedidos antes del 20 de enero —día de la toma de posesión—, para acaparar cuanta mercancía puedan.
“Hemos comprado USD 50.000 de golpe, incluidos todos los adelantos que haya de las próximas temporadas, pero no podemos ir más allá del calendario y de la producción de los diseñadores. Tampoco tenemos alternativa, porque son creadores jóvenes con producción aún muy limitada, de ahí también el mayor impacto sobre el precio”, rematan los hermanos Liu.
Cuando Trump comenzó su guerra comercial contra China en 2018, las empresas estadounidenses también se apresuraron a adelantar las importaciones como están haciendo ahora. Como resultado, el déficit comercial con China aumentó ese año, antes de disminuir en 2019. Aunque la cuota china en las importaciones estadounidenses se redujo hasta aproximadamente el 14% en 2023, desde el 22% de 2017, el aumento de los aranceles ha hecho poco para frenar el déficit comercial general de Estados Unidos en el comercio mundial o el superávit comercial general de China.
Para algunos analistas, la amenaza arancelaria tiene una ventaja: contribuir a una “política de dólar fuerte”. “Nuestra premisa es que Trump persigue políticas (aranceles más altos, menor inmigración, impuestos más bajos) que son inflacionarias, empujando a la Reserva Federal a ser más dura en el horizonte de 2025-26″, apuntaba en vísperas de las elecciones una nota a clientes del Grupo Macquarie. “Las políticas de Trump son políticas de dólar fuerte”.
Como sucede con sus planes de deportación masiva de inmigrantes, está por ver si de verdad las anunciadas tarifas se aplican.
“En su primer mandato, Trump tuiteaba amenazas de aranceles, normalmente por la noche, después de ver las noticias de la Fox, pero esos tuits no solían llegar muy allá”, recordaba estos días Scott Lincicome, experto en comercio del libertario Instituto Cato, en declaraciones a la radio pública NPR.
El mensaje en el que la esposa del ejecutivo de Pensilvania contaba que este año se quedarán sin bono navideño, concluía: “[Tras comunicar la cancelación del mismo] el presidente de la compañía tuvo que explicar lo que era una tarifa y cómo va a afectar directamente a la empresa. Todos [los trabajadores] creían que el gravamen lo paga la empresa extranjera a la que se compran productos. Este es el nivel de ignorancia de quienes votan contra sus propios intereses aquí en Pensilvania”, y por doquier en Estados Unidos.
Contenido publicado el 1 de diciembre de 2024 en El País, ©EDICIONES EL PAÍS S.L.U.. Se reproduce este contenido con exclusividad para Ecuador por acuerdo editorial con PRISA MEDIA.
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