Día Mundial de la Salud 2025: cuando dar vida sigue siendo un riesgo
Cada día, aproximadamente 800 mujeres y 6.700 recién nacidos mueren por causas prevenibles, según la OMS y UNICEF. En 2025, dar a luz aún puede ser una amenaza de muerte en muchas partes del mundo. ¿Qué estamos haciendo mal?

Imagen referencial de un bebé recién nacido.
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Freepik
Autor:
Redacción Comercial
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Este 7 de abril se conmemora el Día Mundial de la Salud con el lema “Comienzos saludables, futuros esperanzadores”, propuesto por la Organización Panamericana de la Salud (OPS). Sin embargo, para millones de mujeres y neonatos en el mundo, ese “comienzo” sigue marcado por el riesgo, la desprotección y la muerte evitable.
Una crisis silenciosa en cifras
De acuerdo con datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y Unicef, cada día fallecen aproximadamente 800 mujeres y 6.700 recién nacidos por motivos prevenibles durante el embarazo, el trabajo de parto o el posparto. A estas cifras se suman casi 5.400 muertes fetales diarias, muchas de ellas ocurridas en el momento del nacimiento.
Estas pérdidas reflejan una crisis silenciosa, profundamente injusta, que golpea con mayor fuerza a quienes viven en contextos de pobreza y desigualdad.
El privilegio de un nacimiento seguro
El acceso a un parto seguro sigue sin ser un derecho garantizado. Según la OMS, el 84 % de las muertes fetales ocurre en países con menos recursos. Las probabilidades de fallecer durante el embarazo o al momento de dar a luz pueden ser hasta 50 veces mayores en estos países que en los de ingresos altos.
Además, más del 40 % de estas pérdidas se produce en el momento del nacimiento, muchas de ellas por fallas prevenibles en la atención médica. Las causas suelen ser conocidas y tratables: hemorragias posparto, infecciones, preeclampsia, nacimientos prematuros o asfixia neonatal. Con servicios adecuados, personal capacitado y acceso a medicamentos esenciales, la mayoría de estas muertes podrían evitarse. Sin embargo, en pleno 2025, dar a luz aún no es un derecho garantizado, sino un privilegio al que no todas las mujeres pueden acceder.
Un testimonio recogido por la OMS refleja la dureza de esta realidad: Emilia, una comerciante colombiana de 36 años, experimentó en primera persona el dolor que esconden estas cifras.
“Llegué a la clínica con la presión muy alta. El médico me recetó un medicamento y me dijo que descansara, pero no me explicó nada más”, cuenta Emilia. “En la farmacia me orientaron mejor: qué comer, cómo acostarme, reducir la sal… cosas que los médicos nunca mencionaron”. Emilia perdió a su hijo, Julio César, cuando tenía 32 semanas de embarazo.
Estrategias que pueden cambiar esta realidad
La OPS ha delineado una estrategia basada en la atención primaria de salud para acelerar la reducción de la mortalidad materna. Entre sus pilares están: mejorar la gobernanza sanitaria, fortalecer la asistencia en zonas críticas, empoderar a las comunidades y garantizar redes de salud con enfoque intercultural y de género.
Asimismo, se ha impulsado la implementación del método madre canguro para bebés prematuros y la articulación entre medicina ancestral y medicina convencional, con apoyo técnico en varios países.
“Cada acción que tomemos hoy nos acerca a un mundo donde la maternidad sea segura y la infancia tenga un comienzo saludable. Detrás de cada número, detrás de cada estadística, hay una vida, una madre, un recién nacido, una familia y una comunidad que enfrenta una pérdida irreparable”.
Sonia Quezada, representante de la OPS/OMS en Ecuador, durante el evento de conmemoración por el Día Mundial de la Salud.
La muerte materna y neonatal no es solo una tragedia individual: es una falla colectiva. Que tantas mujeres y bebés sigan muriendo por causas prevenibles refleja una crisis que exige acción, inversión y compromiso urgente.
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