"Vapores del Guayas", una travesía por la era dorada de la navegación fluvial en Guayaquil
Una exposición documental abierta en el Observatorio Flotante de la Isla Santay recorre la historia de los barcos a vapor ecuatorianos y su papel fundamental en la época cacaotera, entre 1840 y 1940.
Una vista del vapor Pichincha en el río Guayas, entre 1920 y 1930.
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Archivo Histórico del Guayas
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En una casa flotante del área protegida de la Isla Santay, en un arco del sinuoso cauce del río Guayas, la exposición “Vapores del Guayas, una época dorada en la navegación fluvial” revive un capítulo emblemático de la historia de Guayaquil y de Ecuador.
La muestra, inaugurada por el mes de fiestas de independencia de Guayaquil, estará abierta hasta noviembre en el Observatorio Flotante en el muelle de Santay (la isla ubicada entre Guayaquil y Durán). Y repasa la fascinante época de los barcos de vapor y su impacto en el comercio y la vida social de la región.
El ingeniero naval y curador de la exposición, José Delgado Mendoza, compartió detalles de la muestra, que abarca la navegación fluvial en vapores que se extendió por un siglo, entre 1840 y 1940, cuando estos barcos surcaron el río en medio del auge de la economía cacaotera.
“Ecuador fue pionero en la construcción del primer barco a vapor de toda América del Sur en 1841, el mítico Guayas, una embarcación que no solo representaba el empuje comercial y el espíritu de innovación naval del país”, señaló Delgado.
Comercio, transporte de pasajeros y defensa
La muestra recorre la historia de estos vapores a través de fotografías y textos, ilustrando cómo los ríos Guayas, el Daule y el Babahoyo se convirtieron en los principales corredores comerciales de la región.
Según Delgado, los vapores transportaban el cacao y otros productos desde haciendas en la provincia de Los Ríos hasta Guayaquil, principalmente, de donde salían hacia mercados internacionales. También servían para la defensa: “El vapor Guayas cumplió doble función, como barco de guerra y de comercio”.
Además de su rol comercial, las rutas de los vapores ofrecieron a las familias guayaquileñas una vía de escape hacia destinos veraniegos como Puná, Posorja, El Morro (o la posibilidad de conexión con Villamil Playas), los primeros balnearios de los guayaquileños antes de la existencia de las carreteras.
La muestra “Vapores del Guayas” estará abierta hasta finales de noviembre, en horarios de 09:00 a 16:30, y brinda una mirada sobre el impacto que la navegación fluvial tuvo en la identidad y economía de Guayaquil, ahora que la sedimentación compromete la navegabilidad.
Santay: testigo silente de una historia olvidada
La elección de la Isla Santay como sede de la exposición tiene un peso histórico. La ecoaldea de pescadores y de operadores turísticos, con unos 250 habitantes, albergó en un tiempo haciendas ganaderas y agrícolas y se convirtió en un observador privilegiado de la evolución de Guayaquil.
Según Delgado, Santay fue una suerte de “centinela de la navegación” de la ciudad pues, al ubicarse frente a Guayaquil, desde esta localidad se podía observar el paso de embarcaciones de todo tipo.
“En tiempos coloniales, cuando los piratas intentaban invadir Guayaquil, ingresando por donde ahora está Durán, la isla se convirtió en un punto estratégico para la defensa de la ciudad”, comenta Delgado.
Si bien la llegada del automóvil y la construcción de carreteras en el siglo XX desplazaron a los vapores, el ingeniero cree que el río podría recuperar algo de ese esplendor fluvial mediante el turismo.
“El río Magdalena en Colombia está implementando cruceros. Lo ideal sería que se pueda usar el río Guayas en rutas de turismo, cuando las condiciones de seguridad lo permitan”, señala el curador de la muestra.
Delgado recuerda una reciente travesía en la que el Observatorio Flotante cuando se trasladó desde Babahoyo hasta Santay, en un recorrido de 26 horas que recordó a sus tripulantes el potencial del río. El observatorio funciona como una casa flotante, una plataforma tipo embarcación de caña y madera.
“Fue un viaje fantástico y prueba que aún es posible soñar con una oferta turística fluvial que vuelva a conectar a Guayaquil con sus alrededores”, aseguró.
Una breve reseña histórica
Estos barcos a vapor, movidos por calderas de carbón, transportaron carga y pasajeros en rutas entre Guayaquil y poblaciones de las provincias de Guayas, Los Ríos y El Oro.
Su relevancia fue tal que el vapor Guayas -nave de 100 toneladas, quilla de unos 90 pies (27 metros) y casco de madera forrado de cobre- se incluyó en el Escudo de Armas del Ecuador en 1845.
El Guayas, concebido como un barco comercial, terminó en 1858 habilitado como nave de guerra, según se recoge en el libro ‘El siglo de los vapores fluviales’ (1992) de Julio Estrada Icaza y del expresidente Clemente Yerovi, quien fuera capitán de un vapor fluvial.
Este primer barco a vapor construido en el país y lanzado al río Guayas el 6 de agosto de 1841, surgió bajo la iniciativa del gobernador Vicente Rocafuerte, quien fundó en 1840 la ‘Compañía del Guayas para la Navegación de este río en buques de vapor’.
Rocafuerte, junto con personajes ilustres como Manuel Antonio de Luzarraga y José Joaquín Olmedo, impulsaron este proyecto que permitió construir la primera nave en Guayaquil, con maquinaria traída de Estados Unidos y un casco de madera ensamblado en el país.
La navegación fluvial a vapor también recibió apoyo extranjero: en 1837, la legislatura ecuatoriana concedió a la compañía inglesa Pacific Steam Navigation Company el privilegio de operar en aguas nacionales. El primer barco, el vapor Chile, llegó a Guayaquil hasta el 8 de octubre de 1841.
Fechas históricas:
- Tras el inicio de operaciones de las primeras embarcaciones en 1841. el gobierno adquirió otro bote a vapor en 1846 para comunicar Guayaquil con Naranjal.
- En la década del 60 del siglo XIX la ‘Compañía del Guayas para la Navegación’ cubría rutas a Babahoyo y Daule.
- Competidores, como la estadounidense Elisha Lee, trajeron vapores con calderas tipo locomotora desde Delaware, los cuales fueron ensamblados en Guayaquil. Los vapores con ruedas traseras no se adaptaron bien a las corrientes de los ríos, siendo más prácticos aquellos con ruedas laterales, como el Guayas.
- En 1877, la empresa Pusey y Jones Co fabricó el Chimborazo, un vapor de hierro con ruedas laterales que transportaba carga y pasajeros en tres clases. Los pasajeros de primera clase contaban con camarotes exclusivos y miradores, donde solían viajar familias acaudaladas.
- Hacia 1882, al menos 18 vapores navegaban los ríos de la región, con nombres como Victoria, Huáscar, Pichincha, Ecuador, y Meteoro. Estas embarcaciones ofrecían salones decorados con espejos, pianos y lámparas de kerosén, donde se realizaban bailes y se servían bebidas que iban desde refrescos hasta champaña.
- Entre 1870 y 1940, los avisos en las tiendas de Guayaquil anunciaban las salidas de los vapores y sus rutas, que usualmente tomaban de seis a nueve horas entre Guayaquil y Babahoyo a velocidades de seis a nueve nudos, mientras que en canoa el trayecto podía tomar hasta 40 horas. Hoy, el viaje en vehículo se completa en aproximadamente una hora y media. Esa ruta era clave para conectar con Quito.
- Los vapores fueron reemplazados paulatinamente por lanchas rápidas con motores de combustión interna, y las nuevas carreteras y líneas ferroviarias restaron relevancia a la navegación fluvial. La carretera entre Guayaquil y Daule, por ejemplo, se construyó en 1944.
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