Urdesa, de oasis residencial a “caja chica de la delincuencia”
La emblemática ciudadela del norte de Guayaquil registra cuatro homicidios en menos de un mes y el distrito del que hace parte reporta casi dos robos al día en 2024. Los habitantes dicen que el otrora modelo de urbanismo de la ciudad se está convirtiendo en una suerte de “barrio fantasma".
En las calles Mirtos y Jiguas, en Urdesa, donde se registró un asesinato el pasado 17 de agosto, tres casas están en venta o alquiler y otras viviendas se encuentran desocupadas.
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Fabricio Quintero tiene 20 años viviendo en Urdesa, en el centro-norte de Guayaquil. Y cuenta que a inicios de año lo mantuvieron retenido por casi dos horas en su casa mientras hombres armados robaban en tres viviendas cuyo patio da al Estero Salado, en las calles Costanera y Laureles.
Además, cuenta que hace tres meses uno de sus vecinos de la cuadra tuvo que dispararle a otro ladrón para evitar que ingresara a su casa. Mientras que una patrulla de la Policía Nacional tardó 35 minutos en atender el llamado de auxilio de otra habitante, víctima de robo, agrega.
Todos los vecinos parecen tener una historia reciente sobre la inseguridad en el barrio residencial, en otros tiempos considerado una ‘ciudad jardín’ y un modelo barrial para la ciudad.
Quintero dice que la ciudadela se ha venido consolidando como una suerte de “caja chica para los delincuentes”, que se ceban contra el barrio debido a la impunidad de la que gozan en el lugar, al “escaso patrullaje” y las múltiples vías de escape hacia sectores populares como Mapasingue.
Pero al acecho delictivo se le suman ahora también muertes violentas, lo que complica aún más la situación de vulnerabilidad en la que se sienten los vecinos.
La emblemática ciudadela registra cuatro homicidios en lo que va de agosto y en la zona distrital se reporta un promedio de casi dos robos por día en 2024.
Isaac Ampuero, de 25 años, paseaba a su perro (pastor collie) la mañana de este martes 27 de agosto de 2024 por la esquina de Jiguas y Mirtos, en Urdesa Central, en el sitio en el que hace 10 días asesinaron a un taxista informal. Él teme que los robos constantes terminen en más muertes.
“A mi mamá se le metieron hombres en moto hasta el garaje cuando guardaba el carro, para asaltarla. Y el otro día que llegué tarde a la casa, venía tan desesperado de que nadie me siguiera, que por voltear a mirar me hice un corte en la frente con la reja”, contó.
“Urdesa se convierte en barrio fantasma”
En ese sector de la calle Mirtos tres casas están en venta o en alquiler. Y un puñado de otras viviendas se han quedado desocupadas tras la muerte de sus propietarios.
Ampuero dice que el envejecimiento de la población del barrio provoca que estos sectores se queden cada vez más desolados, con menos habitantes, lo que aumenta el clima de inseguridad.
Y se trata de un problema de doble filo, dice. Porque, a su vez, la inseguridad provoca que más vecinos busquen mudarse a otros sectores de la ciudad o a zonas residenciales de cantones vecinos.
Urdesa -la Urbanización del Salado- se construyó a partir de 1955 a orillas del estero, con una propuesta de soluciones de vivienda para la clase media y alta de la ciudad.
Augusto Rodríguez, otro urdesino -escritor y académico- que se niega a salir de Urdesa, dice que la ciudadela se convirtió en un "barrio de abuelitos". Y cuando mueren los dueños, las casas se ponen en venta pues los descendientes viven en urbanizaciones cerradas de vía a la Costa o Samborondón.
Se trata de una dinámica que da paso a la conversión de los predios en comercios. De hecho, se estima que hay más de 6.000 negocios en la ciudadela.
Pero incluso el sector comercial sufre los estragos de la inseguridad y decenas de locales lucen con letreros de arriendo en la ciudadela.
“Lo que estamos viendo es el cierre de comercios y la mudanza de vecinos que se cansan con esta modalidad de robo en la que te interceptan al parquear en tu casa. Y duele mucho que Urdesa se esté convirtiendo prácticamente en un barrio fantasma”, dijo Rodríguez.
Crímenes recientes en Urdesa:
- 1
Caso de sicariato en plena Víctor Emilio Estrada
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Wellington Montero Sandoval, de 37 años, murió el 22 de agosto cuando le dispararon por la espalda frente a una licorera de la avenida Víctor Emilio Estrada y Las Monjas, en la zona más comercial de Urdesa. Hombres que se movilizaban en moto lo atacaron a bala. La víctima contaba con antecedentes penales por tráfico de drogas y tenencia ilícita de armas.
- 2
Asesinan a disparos a un taxista informal
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El cuerpo de Reemberto Silva Flores, de 59 años, terminó tendido en la calzada el 17 de agosto, con impactos de bala en la cabeza y la espalda. Él se había bajado de su auto a pedir ayuda tras un aparente asalto en la intersección de las calles Jiguas y Mirtos. La víctima era un policía en servicio pasivo quien trabajaba como taxista informal, según sus familiares.
- 3
Dos mujeres, víctimas de tiroteo en un 'restobar'
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El 2 de agosto, Lisbett Valenzuela Álvarez, de 31 años y Susana Coello Chaguay, de 36, fueron asesinadas tras un tiroteo en un restaurante-bar de la avenida del Rotarismo y Calle Sexta, en Urdesa. La Policía capturó horas después a un sospechoso, quien buscaba en realidad a integrantes de la banda Los Tiguerones, según las indagaciones del caso.
El distrito Modelo, del que hace parte Urdesa y ciudadelas del norte, registra en los que va del año 33 asesinatos, seis menos que en el mismo periodo del año pasado, de acuerdo a cifras de la Policía.
Mientras que la Empresa Pública Municipal para el Control de Seguridad Segura EP, que ha intervenido en Urdesa con patrullas de camionetas municipales y fuerzas interinstitucionales, reporta una disminución de los robos en toda la ciudad, respecto a 2023.
Pero el distrito Modelo es el más golpeado por este tipo de delitos, pues concentra casi un quinto (18%) de todas las alertas de robos en la ciudad.
En lo que va del año, el distrito reporta 401 robos de todo tipo (casi la mitad de ellos robo a personas), frente a los 570 delitos del mismo periodo en 2023. Es decir, Segura EP registra una disminución del 29% de estos llamados de alerta.
Pero los vecinos dicen que muchos de los robos menores (de celulares y dinero) ni siquiera se denuncian, por lo que solicitan un incremento de patrullajes nocturnos, instalación de cámaras y mayor control de videovigilancia, mejoras en el alumbrado público y en los tiempos de respuesta policiales.
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