Privatización del espacio público fragmenta a Guayaquil: Este es el plan para mejorar la convivencia en barrios y ciudadelas
La OMS exige áreas verdes a 300 metros de cada hogar, pero la proliferación de cerramientos por la inseguridad restringen su acceso. Estudios académicos impulsan rediseño urbano y zonas mixtas.

Modelo de intervención urbanística de nuevo espacio urbano en una calle sin salida en la ciudadela Las Cumbres, en Los Ceibos, al norte de Guayaquil, cercada entre tres barrios. La arquitecta Nicole Campos estudió el caso de Las Cumbres en un proyecto de titulación de la Universidad Católica.
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UCSG
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En Guayaquil, el acceso a los espacios públicos se ve comprometido por el cierre progresivo de calles, barrios y ciudadelas enteras, un fenómeno que responde al aumento rampante de la inseguridad en los últimos dos años y que incluso se normó a través de ordenanza municipal, a inicios de 2024.
Pero se trata de una tendencia que se ha ido consolidado incluso por décadas, lo que ha agravado un fenómeno de fragmentación urbana y exclusión del espacio público, afectando el derecho de los guayaquileños a disfrutar de áreas verdes cercanas a sus hogares.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda que cada domicilio debe tener acceso a un espacio verde a menos de 300 metros de distancia. Sin embargo, la proliferación de rejas, garitas y muros ha restringido este acceso de cientos de residentes.
Los Ceibos, en el norte de Guayaquil, tradicional barrio de clase media alta y alta, fundado en 1962, lleva más de 20 años subdividiéndose hasta su configuración actual, en cinco grandes barrios cercados.
La parte céntrica sigue instalando enrejados en las calles en un proceso no exento de polémicas recientes y pugnas con el Municipio de Guayaquil, hasta el año pasado.
Dentro de Los Ceibos, ciudadelas como Las Cumbres y Los Olivos han sido objeto de estudios académicos que evidencian los efectos negativos de la privatización del espacio público y proponen soluciones que podrían replicarse en otros sectores de la ciudad.

"La presión social normaliza algo irregular”
El arquitecto Ricardo Pozo, profesor de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Católica Santiago de Guayaquil (UCSG), aclara que, de acuerdo a la Constitución y a las leyes, los espacios públicos son de libre acceso y no se pueden cerrar al público.
“Pero en Guayaquil la inseguridad y la presión social han normalizado algo que no es legal”, reflexiona Pozo, quien señala cómo este proceso de cerramientos está aumentando el tráfico en sectores de la ciudad, al limitar las conexiones entre vías principales, secundarias y terciarias.
“Se privatizaron espacios públicos en tres etapas de Los Olivos, por ejemplo, y como consecuencia todos quienes vivían a lo largo de la avenida principal, la Leopoldo Carrera Calvo, se quedaron sin opciones de parque cerca a su casa”.
Ricardo Pozo, arquitecto.
Pozo dirigió el año pasado trabajos de titulación de arquitectos de la Católica que abordaron precisamente el problema de la falta de aprovechamiento de áreas verdes y espacios públicos en “un contexto irregular”, aunque normado incluso por una ordenanza municipal.
Los estudios se centraron en ciudadelas de Los Ceibos, como Las Cumbres y Los Olivos, que se comenzaron a cerrar hace más de 15 años.
Las arquitectas de la UCSG, Angie Fares Patino y María Belén Ibáñez Paredes, diseñaron para Los Olivos una propuesta de parque lineal de borde en topografía irregular a fin de ampliar el acceso a las áreas verdes, por ejemplo.

La fragmentación de Las Cumbres
La arquitecta Nicole Campos Estrada abordó el caso de Las Cumbres, donde residen casi 1.000 familias. Su estudio reveló que el sector ha sido dividido en múltiples áreas cerradas, lo que limita la movilidad y el acceso a espacios de recreación, ubicados en los extremos del barrio.
Esto debilita el sentido de comunidad. Campos menciona que, en sus entrevistas, residentes confesaron no conocer a sus vecinos ni haber participado en actividades barriales en más de 12 años.
Además, estas divisiones con garitas, rejas y muros han provocado que menos del 10 % de los habitantes de la ciudadela utilicen los parques y ciclovías disponibles, dijo.
Además, ella documentó cómo personas ajenas al lugar ingresan caminando (las garitas con guardias impiden ingresar en vehículo) para poder acceder a estos espacios. Es decir, los vecinos necesitan de estas áreas, a las que suelen acceder también para realizar actividad física con seguridad, añade.
Entre las respuestas a estos problemas están propuestas de rediseño urbano, la implementación de zonas mixtas que conjuguen áreas verdes y espacios comerciales y de mecanismos de apertura a residentes de sectores vecinos, sin renunciar a la seguridad.

El modelo de Puerto Azul, un ejemplo
Ante este problema, tanto Pozo como Campos coinciden en que ya existe un modelo urbano viable que podría aplicarse en Guayaquil para mejorar la accesibilidad y el aprovechamiento de los espacios públicos en ciudadelas cerradas.
Uno de los ejemplos más exitosos es Puerto Azul, una de las más grandes urbanizaciones de la vía a la Costa, al oeste de la ciudad. Esta urbanización privada, a pesar de contar con cerramiento, garitas y seguridad privada, ha desarrollado una estrategia que permite el acceso controlado a visitantes que acuden a sus áreas comerciales y recreativas.
“Puerto Azul cuenta con una tercera garita por la que pueden ingresar personas externas presentando su cédula, anunciando que van a un comercio o servicio en la urbanización. Esto ha permitido que la ciudadela mantenga su seguridad, pero a la vez genere una dinámica urbana activa”, explica Campos.
La existencia de gimnasios, restaurantes y pequeños comercios dentro de Puerto Azul ha convertido a esta urbanización en un referente para otras urbanizaciones del sector, que buscan equilibrar seguridad con acceso a servicios y equipamientos comunitarios, señalan los arquitectos.
Inspirada en este modelo, Campos propone implementar en Las Cumbres un parque en una calle sin salida, que además de camineras, áreas verdes, baños y una cancha, incluya espacios comerciales de primera necesidad. Estos espacios redundarán incluso en nuevos ingresos para la ciudadela.
Además, la arquitecta sugiere que estas áreas podrían ser utilizadas para ferias semanales de emprendedores locales, festivales de comida, actividades deportivas y eventos comunitarios que fomenten la interacción entre vecinos.
La arquitecta les presentó su propuesta a la directiva de Las Cumbres hace dos semanas. “Les encantó el proyecto”, explicó. “Solo que su ejecución tiene un costo de USD 20.000, que ahora no pueden costear. La idea es que las ciudadelas consideren implementar este tipo de proyectos por fases”.
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