Jimmy Sinisterra demuestra el poder transformador de la música de marimba en la Isla Trinitaria
Con la convicción de que el arte puede cambiar vidas, Jimmy Sinisterra preserva la convivencia armónica en un reducto barrial de uno de los sectores más violentos de Guayaquil. “Todo barrio debería tener un centro cultural para niños y jóvenes”, dice el maestro de música y danza folclórica.
Jimmy Sinisterra (de rojo), director del grupo de música y danza Afromestizo Candente, con parte de sus alumnos en la cooperativa Andrés Quiñonez de la Isla Trinitaria, al sur de Guayaquil.
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A los 15 años, cuando ingresó por primera vez a un grupo folclórico, Jimmy Sinisterra se sorprendió de su incapacidad para bailar música afroecuatoriana. “El ritmo me llamaba, me gustaba, pero no podía con los pasos”, dice ahora sonriendo. “¿Cómo es que siendo negro me pasa esto?”.
El guayaquileño e 57 años tuvo que desbloquear las taras urbanas que le impedían bailar la música de su pueblo. Y lo hizo con creces, pues se convirtió con los años en director de ese primer grupo de marimba, La Catanga. Y en 2006 fundó su propia agrupación, Afromestizo Candente.
Ese adolescente de pasos torpes le ha enseñado a bailar y a tocar música afro a cientos de niños y jóvenes en uno de los sectores más conflictivos de Guayaquil.
Apostando por la marimba, el teatro y la danza como herramientas de cambio social, Sinisterra lidera un proyecto que excedió lo artístico y que contagió incluso a los vecinos de la Cooperativa Andrés Quiñónez 1, en la Trinitaria, a trabajar en conjunto por la comunidad.
En medio de escalada de la violencia y la toma de amplios sectores por parte de bandas criminales que aquejan a la Isla Trinitaria, en el sur de Guayaquil, esta labor comunitaria se convirtió en un faro de esperanza para una de las zonas más peligrosas de la ciudad.
La labor del grupo de música de marimba y danzas autóctonas y de la Fundación de Asistencia Social Cleotilde Guerrero le valió al maestro un reconocimiento en 2022 de la propia Policía Nacional, por contribuir a la convivencia pacífica con trabajo comunitario.
“En todas los barrios debe haber un centro cultural. Ayuda a los jóvenes a ver que hay más opciones. Y los rendimientos escolares suben de nivel porque nuestros ejes transversales son la disciplina, los valores y el estudio”.
Jimmy Sinisterra
Un inicio marcado por la necesidad
La fundación, que lleva el nombre de la madre de Sinisterra, nació en 1996 con el objetivo de brindar asistencia social en una comunidad con múltiples carencias.
La mamá de Sinisterra, Cleotilde Guerrero, fue quien le inculcó los principios de solidaridad y trabajo comunitario, enseñándole a compartir lo poco que tenían de niños. Hoy, ese legado sigue vivo a través de los voluntarios que cocinan en un comedor popular de la fundación.
Mientras, fue en 2006 cuando Jimmy vio la oportunidad de crear el grupo de música de marimba y danza de la Trinitaria: “Nos dimos cuenta de que el arte y la cultura podían ser una vía para ayudar a muchos jóvenes que, aunque tienen talento, no encuentran oportunidades”.
El impacto de este proyecto se ha expandido ahora al teatro y a la danza contemporánea, gracias a alianzas con reconocidos artistas como Hugo Avilés y Peter Ronquillo. Mientras, en música autóctona y danza afro el profesor es Michael Sinisterra, hijo del fundador.
“El trabajo de años ha ayudado a que la comunidad se una, a que trabajemos juntos. Y a que la juventud tenga otro pensamiento, evitando que se convierta en presa fácil de otras realidades”.
Jimmy Sinisterra
Actualmente 60 niños y adolescentes acuden por las tardes a las diferentes clases en la sede de la Fundación en la cooperativa Andrés Quiñónez, ubicada al sureste de la Trinitaria, cerca a un malecón sobre el Estero Salado.
Aunque la falta de recursos ha sido una constante, la comunidad ha encontrado formas creativas para sostener el proyecto. "Hacemos rifas, bingos y la gente del mismo barrio nos apoya", explica Sinisterra. Este mismo sábado el barrio tenía previsto organizar un festival gastronómico del verde.
Un proyecto que se sostiene con resiliencia
Afromestizo Candente ha logrado presentarse a nivel internacional, en países como Italia y Perú, y ha recorrido casi todas las provincias del Ecuador.
Y solo las limitaciones económicas han impedido que lleguen a más lugares a los que han sido invitados. Estas limitantes también se refleja en las condiciones del espacio de trabajo.
"Se nos dañó el aire acondicionado y no hemos tenido como reponerlo, por ejemplo", dice Sinisterra. "Además, necesitamos vestuarios para las presentaciones de teatro que estamos impulsando".
El proyecto carece de cualquier tipo de apoyo gubernamental, aunque Sinisterra ha compartido su experiencia en el programa para recuperar el tejido social con la Empresa Municipal Segura EP. A los profesores, por ejemplo, los financió este año una organización no gubernamental.
“En medio de la violencia que afecta a la zona, de alguna manera aquí hay en el barrio hay un respeto. Nos hemos manejado con este lenguaje de cuidar al prójimo”
Jimmy Sinisterra
Mientras que la fundación ha logrado sobrevivir gracias al apoyo de empresas privadas como Almacenes Tía, Grupasa, Santa Priscila y el banco de alimentos Diaconía, que realizan donaciones que son repartidas entre las familias de la comunidad.
Estos insumos también impulsan un comedor solidario que funciona tres veces por semana. “La comunidad se presta a ayudar, hay voluntarias cocinando y haciendo otras labores. El barrio ha asimilado que debemos unirnos y trabajar para todos”, explica el líder del proyecto.
El proyecto demuestra que, incluso en los contextos más difíciles, es posible hallar con un trabajo sostenido una vía para la paz en sectores deprimidos. "Nos falta mucho, pero lo que hemos logrado ya es un paso gigante", dice el maestro.
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