Henry Merchán reemplaza el estruendo de las balas por la armonía de violines en zonas marcadas por la violencia
Un profesor lleva melodía del violín a niños de escasos recursos en los rincones más peligrosos de Guayaquil. Henry Merchán es parte de un equipo de la Fundación Huancavilca, que enseña música académica y danza clásica en Monte Sinaí, Socio Vivienda y el Guasmo.
El profesor de música Henry Merchán, de 37 años, posa con uno de los grupos actuales de sus alumnos de violín en Socio Vivienda, al noroeste de Guayaquil.
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Fundación Huancavilca
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En 2022, en su primer día de clases en Socio Vivienda (al noroeste de Guayaquil), la Policía rodeó la cuadra y se enfrentó a disparos con delincuentes. Henry Merchán tuvo que tirarse al piso con sus pequeños alumnos de violín, mientras en la casa de enfrente liberaban a cinco secuestrados.
El tiroteo pudo acabar de un tajo con la iniciativa de enseñar a tocar música académica en el sector, pero ‘Junior’ -como conocen a Merchán- dice que esto más bien refrendó su compromiso.
Un pequeño equipo de profesores de violín, chelo, vientos y percusión lleva melodías sinfónicas a los niños de tres de los sitios más necesitados de la ciudad.
Y él había aceptado desde 2017 la misión de ofrecer una alternativa de esparcimiento y de formación a niños y adolescentes de entre 8 y 14 años, llevando la música a algunos de los rincones más peligrosos de Guayaquil, a pesar del riesgo que esto implica.
“Claro que hay temor, es normal. Pero es más grande el deseo de que los chicos puedan superarse y salir de las dinámicas de la violencia que los amenaza. El objetivo es apartarlos de riesgos y la satisfacción por aportar con un granito de arena es enorme”, dice Merchán.
“El estudio del violín y de instrumentos sinfónicos aparta de riesgos a los niños. Y ayuda en su formación integral, abre la mente a otra sensibilidad, a la matemática y a la historia”.
Henry Merchán, músico y profesor.
El músico es profesor fundador del programa de la Fundación Huancavilca, financiado por Misión Alianza, que se desarrolla en Socio Vivienda, Monte Sinaí (noroeste) y en el Guasmo (al sur) y cuyos alumnos van integrando una orquesta sinfónica infantil de los tres sectores.
Por las clases de ‘Junior’ Merchán han pasado en los últimos ocho años más de un centenar de alumnos. Y le enorgullece que cinco de ellos integren ahora orquestas juveniles de la ciudad, mientras que dos alumnas ingresaron a la Universidad de las Artes.
Un violinista “de la casa”
Las clases gratuitas se desarrollan en casas abandonadas, patios prestados o espacios facilitados por la comunidad.
La tarde del 22 de agosto, una decena de niños seguía en un patio los compases de violín ‘El vals del trapecio’, del compositor estadounidense Joseph Compello, que los estudiantes tocarán en las próximas semanas en concierto para sus familias.
“Es una emoción y alegría grande verlos en sus presentaciones, ver que se materializan las enseñanzas y todo el esfuerzo”, dice Flor Estévez, madre de Idris López (11 años), de la cooperativa Voluntad de Dios, una de los primeros violines en la clase.
La Fundación presta los instrumentos. Pero los López Estévez decidieron comprar un instrumento viendo los avances de la niña.
"El proyecto es una luz de esperanza en medio de la situación de inseguridad, con tantos niños que están tomando otro rumbo".
Flor Estévez, madre de familia.
El profesor Merchán creció y vive en el Guasmo, una zona que siempre fue conflictiva, pero ahora es el distrito más violento de la ciudad. Y esos orígenes también lo impulsan a continuar en el programa, dice.
Él llegó tarde al estudio del instrumento a pesar de que su padre -quien lleva su mismo nombre- toca el contrabajo en la Orquesta Sinfónica de Guayaquil (OSG).
El camino de Merchán en la música no fue fácil, pues a los 15 años -cuando se decidió por estudiar violín- no encontró cupo en los conservatorios y se tuvo que formar en la Orquesta Sinfónica del Guasmo, de la Fundación Huancavilca, donde ahora trabaja como profesor.
Henry tocó por una década (2002-2011) con la sinfónica juvenil del Guasmo y se convirtió en su concertino (violinista principal), por lo que se considera un músico “de la casa”. Se trata de la casa que le permitió estudiar música, la misma oportunidad que él ofrece ahora a otros niños.
En 2009, mientras todavía hacía parte del ya emblemático conjunto musical del sur de la ciudad, comenzó a dar clases en los vacacionales a otros 'guasmeños' como él, lo que luego le permitiría salir a formarse en el sistema de enseñanza de las sinfónicas de Venezuela.
Replegando posiciones, sin claudicar
El músico cuenta que en Monte Sinaí (distrito Nueva Prosperina) con el equipo de la Fundación Huancavilca han tenido que ir replegando posiciones ante el riesgoso aumento de balaceras, robos, extorsiones y secuestros extorsivos.
Pero allí se mantienen desde hace ocho años enseñando violín, chelo, vientos y percusión en un distrito que por tasa de homicidios se ubicó entre los más violentos del mundo en 2023 y aún se mantiene como el segundo distrito con más asesinatos en Guayaquil.
Primero brindaron clases en la cooperativa Voluntad de Dios, en los confines extremos del noroeste de la ciudad, donde iniciaron en 2017, antes del estallido de la violencia de la postpandemia.
"Solo doy lo mismo que he recibido. Empecé un un programa igual al de mis alumnos y quiero que ellos sean mejores que yo".
Henry Merchán, profesor de música.
“En la Fundación me propusieron replicar lo que hacíamos en el Guasmo en Monte Sinaí y Socio Vivienda como un programa piloto y no lo pensé dos veces”, dice el maestro.
Luego han ido moviendo el lugar de las clases a zonas más céntricas del distrito donde la presión de la inseguridad es ligeramente inferior, como Trinidad de Dios. Y ahora ofrecen las clases en la cooperativa Valle Hermoso, aunque tienen alumnos de todo Monte Sinaí.
Tampoco se trata de desafíar el peligro -dice-, si no de guardar cautela por la propia seguridad de maestros y alumnos, además de preservar la continuidad del programa de enseñanza musical.
Henry reconoce el esfuerzo de la Fundación y de Misión Alianza, pero coincide con los padres en que se requiere de diferentes fuentes de inversión en infraestructura artística y deportiva en el noroeste, que brinden “estabilidad y seguridad” a este tipo de iniciativas.
Mientras tanto, donde la violencia amenaza con acallar toda esperanza, él seguirá creyendo en “el poder del arte y la cultura” para cambiar el destino de la gente. Su propia historia es una prueba de ello.
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