La calle Panamá, nuevo Rincón Mágico y "puente" entre la historia y el potencial del centro de Guayaquil
La declaratoria de Rincón Mágico marca un nuevo capítulo en el proceso de consolidación de distrito gastronómico y cultural del centro del Puerto Principal, tras crisis por los apagones y la inseguridad.
Un turista extranjero fotografía un mural del Guayaquil colonial frente a la casa Guzmán Aspiazu, vivienda patrimonial que hoy alberga al Museo Nacional del Cacao, en la calle Panamá, centro de Guayaquil.
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En tiempos de la Colonia, la calle Panamá -conocida entonces como calle de los Puentes- conectó a la Ciudad Vieja del cerro Santa Ana, donde nació Guayaquil, con lo que se consolidó más tarde como el centro del Puerto Principal (Ciudad Nueva). Y ahora es su primer Rincón Mágico.
Lo de los “puentes” se refiere al largo entarimado de madera de casi 670 metros que salvaba un terreno pantanoso e inundable, un puente para peatones que atravesaba cinco esteros desaparecidos en pleno centro de Guayaquil. Y se convirtió en centro de exportación en el boom del cacao, entre 1870 y 1930.
El Ministerio de Turismo declaró a la histórica y icónica calle, ahora un distrito gastronómico y cultural, como el décimo segundo Rincón Mágico del Ecuador y el primero de la provincia del Guayas.
Noelia Briones, de la cafetería El Mono Goloso, el local más antiguo que apostó en 2014 por la entonces desolada zona, dice que la calle sigue “tendiendo puentes” con “una visión más caminable” de la ciudad, en la tan anhelada recuperación del centro.
La declaratoria representa una “oportunidad de promoción” para el sector, que sufrió el cierre de un puñado de locales y una fuerte caída de ventas tras los apagones de finales de 2023 y la crisis de inseguridad de inicios de año, que aún representan desafíos para los negocios.
“Hemos visto un incremento de presencia de la policía metropolitana, con decenas de agentes. Y la concurrencia de visitantes y de turistas se ha estabilizado, aunque todavía no está al mismo nivel de antes”, dijo Briones.
¿Qué implica ser un Rincón Mágico?
La Panamá se extiende en paralelo al río, a solo una calle del Malecón y a lo largo 10 cuadras, como una especie de reverso del corredor turístico más visitado de la urbe.
La mitad del ancho de la calle se convirtió en peatonal con una ampliación de veredas que se inauguró en 2014, aunque los resultados son desiguales, pues un sector de tres cuadras tiene gran dinamismo y buena parte del corredor peatonal permanece aún subutilizado.
Una treintena de restaurantes, cafeterías y bares, además de un museo, un centro de danza y un teatro se ubican a lo largo de las inmediaciones de tres calles, entre Luzurraga y Tomás Martínez.
La declaración de Rincón Mágico, bajo el título ‘Calle Panamá: Historia, Cultura y Sabores’, reconoce a un polígono propuesto por el Municipio de Guayaquil. Se trata de seis manzanas situadas entre las calles Rocafuerte y Malecón, entre Roca y Tomás Martínez.
La cartera de Estado definió en la zona la oferta de tres itinerarios de recorridos turísticos: Guayaquil del Gran Cacao (medio día); Perla del Pacífico (todo el día), y Guayaquil de mis amores (medio día).
De acuerdo al Ministerio, esto permitirá a los visitantes disfrutar de alternativas gastronómicas y culturales en las inmediaciones, lo que impulsará el desarrollo turístico y pretenden dejar a “la emblemática calle en la memoria de nacionales y extranjeros”.
María Fernanda Cepeda, del restaurante La Central, otro de los pioneros en la calle Panamá, coincide en que la declaratoria contribuirá con el proceso de reactivación de la calle.
“Entiendo que con esta declaratoria viene una programación de eventos y actividades obligatorias que el Municipio debe organizar, entonces esperamos que sea algo positivo y que mantengamos el tema de la seguridad para no descuidar la calle”, dijo Cepeda.
¿En dónde está el encanto?
La tarde del 7 de noviembre de 2024, un grupo de una decena de turistas extranjeros recorría con un guía el sector, que ofrece una amplia oferta gastronómica, lo que incluye reinterpretaciones de la cocina y de la comida típica local.
Los europeos se detuvieron frente a la casa Guzmán Aspiazu, construida en la esquina de Panamá e Imbabura, que data de 1930 y que ahora alberga el Museo Nacional del Cacao. Se trata de una de las joyas arquitectónicas del sector, obra del arquitecto italiano Francesco Maccaferri.
Los turistas fotografiaban los detalles de las cornisas y de los muros de la fachada de tres plantas rematadas con alto relieve de flores amarillas, rojas y rosas, propias del art nouveau.
Y atendían a la explicación del guía sobre el tratamiento curvo de la esquina y las ventanas circulares como grandes escotillas de la planta baja, que se asemejan al diseño de los navíos de la época.
También tomaban fotografías al mural del Guayaquil colonial en la acera de enfrente. El sector conserva parte de la arquitectura patrimonial de la ciudad, además de cifrar en sí mismo parte de la historia y los cambios urbanos que sufrió Guayaquil a través de los siglos.
Grandes bultos reposan en el soportal del Museo, por ejemplo, en recuerdo a la época cacaotera del sector, pues hasta los años sesenta del siglo XX las aceras de la Panamá se inundaron con aroma a cacao. Se volvió una tradición secar las pepas en plena calle.
Un reconocimiento al “barrio del puente”
En el corazón de la calle, a la altura de Luzárraga, donde mesas y parasoles estrechan la gran acera, un letrero municipal reivindica al sector como “Barrio del Puente", en referencia al puente de madera de las 800 varas que se ubicó en tiempos coloniales en ese primer corredor peatonal de la ciudad.
A lo largo de la historia, la calle Panamá tuvo al menos seis nombres, hasta que la Municipalidad le dio su actual denominación en 1926. Aunque la evidencia de los esteros sólo quedó patente en la forma de los callejones, hasta mediados del siglo XVIII se conocía como Calle del Puente.
En sus crónicas, el periodista José Antonio Campos apunta -por ejemplo- cómo en el incendio del 2 de diciembre de 1727 “se quemaron todas las casas de la orilla y las de la calle del Puente", que ya por entonces constituía "lo mejor de la población”.
La historia del puente de las 800 varas:
- En el siglo XVII, Guayaquil se enfrentaba a un terreno pantanoso que separaba las dos ciudades que comenzaban a configurarse en el fundacional cerro Santa Ana y en la expansión de la ciudad hacia el sur, hacia el actual centro.
- Para 1710, se tomó la decisión de construir un puente de madera, hecho de guayacán y guachapelí, con un entablado de roble. Este puente, que se extendía por 800 varas (aproximadamente 670 metros), tenía un ancho de dos varas (1,6 metros) y contaba con 200 luces, conectando la Ciudad Vieja con la Ciudad Nueva, cruzando cinco esteros que hoy ya no existen.
- A mediados del siglo XVIII, el puente era descrito como una “mala y torcida calzada” con tablas en mal estado. A pesar de su deterioro, se mantuvo en uso hasta alrededor de 1774, cuando fue sustituido por puentes más pequeños que permitieron cruzar cada uno de los esteros.
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