El barrio del Astillero guarda la herencia naval y acuna la pasión futbolera de Guayaquil
La familia Huayamave Medina, propietarios del varadero Barcelona, a orillas del río Guayas, en el centro-sur de Guayaquil, representa dos tradiciones de un barrio icónico de la ciudad.
Héctor Huayamave, constructor naval del tradicional barrio del Astillero, muestra fotos de plantillas de Barcelona S. C. y Emelec en las que militó su hermano, Emilio, en los años 80.
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Una misma familia está ligada al linaje naval de la construcción de barcos, que se remonta a los tiempos de la propia fundación de Guayaquil -hace 489 años-, pero también a la historia deportiva del barrio del Astillero, donde nacieron los equipos archirrivales de fútbol de la ciudad.
Se trata de los hermanos Huayamave Medina. Freddy, ahora de 73 años, hizo parte de la plantilla del Club Sport Emelec en los 70. Y Emilio (60) llegó a jugar como defensa en Barcelona Sporting Club y en Emelec, incluso vistiendo en los años 80 los colores de la Selección de Ecuador.
Héctor dirige a sus 70 años el Varadero Barcelona, a orillas del río Guayas, en el centro-sur de Guayaquil, un astillero semindustrial que repara barcos con casco de metal, pero que también realiza los trabajos de carpintería naval que le dieron fama a la ciudad.
“Es un orgullo haber tenido a dos hermanos en los equipos de la ciudad y que uno haya llegado a la Selección. Y más aún viniendo de una familia de constructores navales”
Héctor Huayamave, constructor naval del Astillero.
Los Huayamave nacieron y se criaron en las calles del barrio del Astillero, uno de los más emblemáticos e históricos, que se extiende por 25 cuadras a lo largo de la ribera del río (desde donde termina el Malecón 2000 hasta el puente basculante Guayaquil-Santay, en la calle El Oro).
El Astillero y su pasado industrial
Esa zona ahora céntrica fue en un tiempo el extremo sur de la ciudad. Allí se instalaron casi desde sus inicios hasta mediados del siglo XVIII los constructores navales, cuya reputación le ganaron a la urbe el título de “Astillero Real” del Pacífico Sur, en la Colonia.
A finales del siglo XIX, el barrio se convirtió en la zona industrial de Guayaquil, con fábricas de hierro, de bebidas gaseosas o de confites. Y en 1905 se creó en el lugar la Empresa de Luz y Fuerza Eléctrica.
La Calle Ancha del Astillero se convirtió en Calle de la Industria, ahora denominada Eloy Alfaro, que atraviesa de sur a norte el barrio. Aún se ubican en el sector empresas grandes como la Industrial Molinera y los Astilleros Navales Ecuatorianos (Astinave).
Un testimonio de la época es el edificio patrimonial de Espronceda (calles Eloy Alfaro y Venezuela), que con sus tres torres, escudo de arma y prismas dentados en lo alto se asemeja a un castillo. La construcción de tres plantas data de 1930 y allí se ubicó la fábrica de las gaseosas Frutal.
Héctor Huayamaye, del Varadero Barcelona, dice que el barrio conserva además tres pequeños astilleros semindustriales como el suyo, hasta la calle El Oro. Pero hacia al sur, desde el Barrio Cuba, son decenas los que han proliferado en los últimos 30 años.
El Varadero Barcelona -la familia es barcelonista- es centenario. Solo el padre de los cuatro hermanos, Enrique Huayamave Salvatierra (1917-2017), comenzó a dirigir el negocio hace 62 años. Y el abuelo lo dirigió antes. Ya son cuatro generaciones de la familia en el taller.
Siete décadas de rivalidad
En 1952 un grupo de empresarios catalanes del sector fundaron el tradicional equipo de fútbol de la ciudad, en honor al Barcelona español, con un escudo incluso similar. Y cuatro años más tarde nació el Emelec, su rival hasta ahora.
Fausto Medina, otro constructor naval criado en el sitio, dice que como los Huayamave los jóvenes del barrio se esforzaban para intentar jugar en los dos equipos, mientras iba creciendo la histórica rivalidad.
De hecho, a pocas cuadras se levantó el estadio de Emelec y una calle del barrio lleva el nombre de este equipo en honor al club. Se trata de la antigua San Martín, la vía donde se asienta el escenario deportivo y que desemboca también en el río.
Mientras al pasado español -y a los catalanes que crearon Barcelona S.C- se le rinde honor con el parque España, un apacible lugar con el busto del conquistador Sebastián de Benalcázar, quien fundó en principio la ciudad en 1535, en el primer tramo de un proceso fundacional.
Pero en el astillero Barcelona -en la calle Venezuela y la Ría- reconstruyen el casco metálico de un barco pesquero, "camaronero y chinchorrero", de 21 metros de largo por 6,50 metros y tres niveles de alto. “Mi hijo me está tomando la posta”, dice Héctor, de 70 años. “Este negocio nunca se va a morir”.
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