'Gladiador 2' no es una lección de historia, pero sí de poderoso cine épico que se estrena en Ecuador
El director Ridley Scott ofrece en su segundo 'Gladiador' una mirada épica y aventurera a la lucha por el poder en tiempos del Imperio Romano, con sus licencias históricas.
Los actores Pedro Pascal y Paul Mescal en una escena de 'Gladiador 2'.
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Paramount Pictures
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A sus 86 años de edad, no podemos exigirle al director Ridley Scott rigurosidad histórica en sus películas. Lo suyo es narrar, entretener, deslumbrar con escenas monumentales y, a veces, ofrecer una reflexión política -tibia, es cierto- sobre lo que estamos viendo. Eso es justamente lo que se encuentra en 'Gladiador 2', secuela de la querida película del año 2000 y que está de estreno en Ecuador.
Es muy difícil, casi imposible, sorprender dos veces con la misma idea artísica, pero Ridley Scott no se guardó nada para construir una digna sucesora de las aventuras de Máximo Décimo Meridio. Ahora el foco está en Lucio Vero, que de niño pintaba para emperador de Roma, pero convertido en exiliado y luego en gladiador, de esos que saludan al emperador antes de matarse en la arena con otros esclavos.
'Gladiador 2' cumple con lo que promete al mostrar intrigas palaciegas, sangrientas luchas cuerpo a cuerpo, decorados dignos del premio Óscar, multitudes de carne y hueso y, sobre todo, unos personajes que funcionan de maravilla con la trama. Los actores están a la altura, como Paul Mescal, que logra transmitir vulnerabilidad a su personaje de Lucio Vero. Pedro Pascal, siempre encantador, queda perfecto como noble general.
Además, Denzel Washington se pasa de revoluciones con su villanía y manipulación. Pero Geta y Caracalla, interpretados por Joseph Quinn y Fred Hechinger, son alucinantes, caligulescos, detestables. ¡Bravo! Desde el rey Joffrey Baratheon de 'Juego de Tronos' no habia a quién odiar tanto.
No estamos ante una obra redonda ni mucho menos, pero la función tiene sus detalles (los guiños a la primera 'Gladiador', por ejemplo, con el inicio del trigo) y su corazón, porque Scott optó acertadamente por dejar el peso narrativo en los personajes, aunque de todos modos hay CGI y escenas exageradas, como la del rinoceronte.
La crítica política está de fondo (muy al fondo), sobre todo en este retrato de una profunda falta de valores que ha llevado a Roma (¿a Estados Unidos?, ¿a Occidente?) a la decadencia.
'Gladiador 2' carece totalmente, eso sí, de documentación. O, mejor dicho, de apego a la documentación encontrada. Los historiadores se han divertido, y se han ofendido, encontrando las licencias, desde los vestuarios hasta la cronología de los emperadores, pasando por la 'naumaquia', es decir, la representación de batallas navales.
Pero bueno, si Ridley Scott hizo que su Napoleón presenciara la ejecución de María Antonieta, ¡algo que nunca pasó!, pues no nos asombremos de lo que 'Gladiador 2' muestra para nuestra diversión. Nos queda, por tanto, dos caminos: disfrutar del espectáculo o googlear durante toda la película. Les recomiendo la primera.
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