Aunque "los debates no ponen presidente", ¿quién tiene el escenario más difícil: Daniel Noboa o Luisa González?
El debate presidencial de este 19 de enero genera expectativa en parte del electorado. Pero no se esperan propuestas, sino espectáculo, explican los analistas consultados por PRIMICIAS.
Sesión del Consejo Nacional Electoral (CNE) en la que se realizó el sorteo público para el Debate Presidencial. Quito, 13 de enero de 2025
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Mientras los candidatos presidenciales siguen moviéndose al ritmo de las tendencias en TikTok, las expectativas frente al debate electoral de este domingo 19 de enero crecen. Y varios de los aspirantes a Carondelet dedicarán los días restantes a prepararse para el evento.
Sin embargo, ya hubo una primera 'decepción' frente al encuentro: el presidente candidato Daniel Noboa y su némesis, la representante del correísmo, Luisa González, no se enfrentarán cara a cara. E, incluso, en las redes sociales se puso en duda la participación del Primer Mandatario, quien anunció su viaje a Estados Unidos para participar en la posesión de Donald Trump.
El Código de la Democracia establece que la ausencia de un candidato en el debate implicaría una "infracción electoral muy grave" que está tipificada y puede ser sancionada hasta con multas económicas y la pérdida de los derechos políticos, lo que significaría la pérdida del cargo, en caso de ganar las votaciones.
Fue por eso que Noboa encargó nuevamente la Presidencia a Cynthia Gellibert, bajo el argumento de una nueva ausencia temporal por fuerza mayor, a causa del debate, que está previsto desde hace un año. Lo que confirma su intención de participar en el evento.
Además, el debate presidencial tendrá otras complicaciones adicionales: el elevado número de candidatos y el formato seleccionado. Es por ello que el evento se dividirá en dos bloques de 90 minutos, con la participación de ocho candidatos cada uno.
Bajo estas condiciones, Pedro Donoso, analista y consultor político, lamenta que el debate presidencial, como herramienta democrática, tenga un sentido utilitario para los candidatos. Y advierte que las críticas que han recibido estos eventos ahora obligatorios no pueden dar paso a que se impulse su eliminación.
"Hay que defender el debate como un bien público y hay que plantearlo conceptualmente como una obligación de los debatientes, de someterse al escrutinio social, para que determinen quiénes son, qué proponen, qué quieren, qué hacen", resalta.
Además, Donoso lamenta que las autoridades electorales sean "profundamente miedosas de los movimientos políticos", lo que da como resultado que el debate sea un "espacio político comprado". Esto porque en el centro de la discusión no están los planes de gobierno de los candidatos, que son sus promesas de campaña y la supuesta base de un futuro plan nacional de desarrollo del Ecuador.
Pero el analista también aclara que, aunque los debates tienen una importancia fundamental para el desarrollo de la democracia, jamás van a hacer que alguien gane o pierda la Presidencia de la República, porque a sus ojos no tienen un impacto en las decisiones del gran electorado.
Aunque Donoso reconoce que lo que cada candidato y equipo haga con el postdebate puede ser importante, por ejemplo: un ejercicio de verificación. Si un candidato miente en el debate, por ahí puede llegar un posterior ataque.
El debate presidencial: un circo romano con gladiadores
El consultor político y experto en comunicación, Gustavo Isch, explica que el debate presidencial en Ecuador tiene ventajas y desventajas. El principal aspecto positivo es que brinda a los votantes que no conocen a todos los candidatos la oportunidad de saber quiénes son.
Así mismo, dice, permite a la ciudadanía conocer las promesas de campaña. Sin embargo, advierte que el formato del debate se limita al ejercicio de presentación de los aspirantes a Carondelet, un show que termina distrayendo a los electores de lo que se requiere discutir a profundidad.
"La expectativa de los ciudadanos no es enterarse qué están proponiendo, sino qué va a pasar entre Luisa González y Daniel Noboa", señala Isch. Pero, después del sorteo de los bloques para el debate, esto quedó fuera del escenario.
El debate en Ecuador es como un circo romano y, al final del día, la gente quiere saber qué gladiador sobrevivió.
Y con los resultados del sorteo, el analista opina que el debate para la candidata del correísmo será mucho más complicado, puesto a que tiene a dos antagonistas de su tendencia política en el mismo grupo: Leonidas Iza (Pachakutik) y Pedro Granja (Socialista).
Mientras que el presidente candidato está rodeado de una mayoría de figuras políticas del centro a la derecha, "que seguirán repitiendo lo mismo que en estos meses, que poco o ningún daño electoral le ha hecho a Noboa", afirma Isch.
"El camino para Luisa González está mucho más complicado que para Daniel Noboa (si es que asiste al debate)", sostiene el analista. Es decir, a la primera le puede afectar más el formato y un cambio en la correlación de fuerzas en el tablero electoral.
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Además, Isch recalca que ningún debate ha servido para profundizar en las propuestas electorales. "Y la gente termina votando por lo nuevo, por el mal menor; no se vota a favor de alguien, sino en contra de alguien". Ya que lo que se busca es llamar la atención, no ser el mejor candidato.
Por eso, pone en el centro de atención al presidente de la Conaie y candidato de Pachakutik, que va a "encarnar el discurso contestatario, contra todo el sistema, contra todos los candidatos".
Y por eso el analista advierte que el triunfador será el que movilice parte del voto blando de otros candidatos y del voto indeciso, sea hacia sí mismo o hacia el nulo. Ya que los debates no cambian la intención de voto duro de los ciudadanos.
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