El correísmo pierde por tercera vez la Presidencia, ahora queda relegado a su bancada legislativa
Pese al repunte en la votación de la primera vuelta, la candidata de la Revolución Ciudadana, Luisa González, tampoco pudo vencer al presidente candidato, Daniel Noboa, en el balotaje.

Imagen referencial de dos afiches electorales del correísmo.
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PRIMICIAS / Diego Corrales
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Después de una apretada primera vuelta, la representante del correísmo, Luisa González, no pudo revertir los resultados en el balotaje y fue derrotada por el presidente candidato, Daniel Noboa, por segunda ocasión consecutiva, este domingo 13 de abril de 2025.
Esta es la tercera vez que la Revolución Ciudadana (RC) fracasa en su intento de regresar a Carondelet, pese a que en la primera vuelta consiguió su segunda mayor votación histórica, y sumará así cuatro años más de liderar la oposición desde la Asamblea Nacional.
Aunque en esta ocasión, apenas supera al oficialismo por un legislador, por lo que ambas bancadas dependerán de los 16 votos de las minorías. Y, si no hay deserciones masivas, ninguna tendrá los votos para fiscalizar al próximo gobierno.
Con los resultados oficiales del Consejo Nacional Electoral (CNE), con el 92,36% del escrutinio, el binomio correísta se queda con el 44,13% de votos válidos, mientras que la fórmula de Acción Democrática Nacional (ADN) alcanzó el 55,87%.
Esa tendencia muestra que la polarización en el país se mantiene. Pero, por primera vez desde 2017, los votos de rechazo al correísmo se concentraron mayoritariamente en el presidente candidato, Daniel Noboa, desde la primera vuelta, ya que en las elecciones anteriores la fragmentación era la regla.
Esta vez tampoco les alcanzaron los votos que mantuvieron en Manabí, su bastión, ni la diferencia que consiguió inicialmente en provincias como Los Ríos, Esmeraldas y Santa Elena, que ahora bajó levemente.
A esto se sumaron los ataques en redes sociales y los últimos escándalos y denuncias de corrupción, como el caso Ligados, que señala las intenciones fallidas del correísmo de tomarse instituciones públicas a través del Consejo de Participación Ciudadana (CPCCS), que golpearon a la candidatura de González.
El discurso y los videos en redes no alcanzaron para alejar el fantasma de la desdolarización y de los ecuadólares, muy asociado a figuras como Rafael Correa; el excandidato presidencia y secretario de la RC, Andrés Arauz; y el mismo compañero de fórmula de González, Diego Borja.
La trayectoria partidista del correísmo
El correísmo nació legalmente como movimiento Patria Altiva i Soberana (Alianza PAIS) el 3 de abril de 2006. Su construcción se facilitó por el descontento popular y el desgaste de los partidos tradicionales, con una inestabilidad política que llevó al país a tener siete presidentes en 10 años.
La organización se presentó como una nueva opción, con la consigna de terminar con la 'partidocracia'. En sus primeros años recibió distintos apoyos de todos los sectores de la izquierda.
Fue así como Rafael Correa y Lenín Moreno llegaron al poder, en enero de 2007. Y el oficialismo empezó a construir el camino hacia la hegemonía. Convocaron a una consulta popular para llamar a una Asamblea Constituyente y redactaron una nueva Constitución, aprobada en las urnas en 2008.
Así modificaron la estructura del Estado, el sistema electoral y obligaron a que las organizaciones políticas vuelvan a inscribirse. Mientras tanto, Alianza PAIS siguió creciendo. No solo organizó directivas cantonales y provinciales por todo el territorio, sino que abrió sedes físicas en la mayoría de ciudades y sus fondos públicos y aportes privados se contaron por millones de dólares.
Al estilo de otros partidos, como los venezolanos y cubanos, el correísmo también creó bases sociales denominadas los Comités de la Revolución Ciudadana en miles de barrios. Llegó a consolidar 1,4 millones de militantes registrados.

Su apogeo y popularidad, de la mano de Correa, fue tal que no hubo elección en la que la oposición pudiera competir. En 2013, finalmente, lograron consolidarse por completo. Con una mayoría oficialista absoluta, la Asamblea aprobó cuantas leyes salían de Carondelet.
El sector público, que también seguía inflándose en esa época, se llenó de adherentes 'verdeflex', desde los puestos más bajos hasta los despachos de las autoridades. Todos cuantos quisieron, y pudieron se subieron a sus tarimas y participaron de las campañas y mítines que rodeaban al poder del oficialismo.
Sin embargo, en 2017, su máximo líder ya no podía terciar nuevamente por la Presidencia, por lo que dejó como heredero a Lenín Moreno y como vicepresidente, por segunda ocasión, a Jorge Glas. Así como a varias personas de su confianza.
Pero, desde junio de ese año, empezaron a destaparse investigaciones sobre casos de corrupción, que vinculaban a autoridades del régimen anterior, por lo que Moreno marcó distancia con su antecesor e inició un proceso de 'descorreización' del Estado.

En esa pugna política interna, el movimiento político más grande que hubo en Ecuador desde 1979 se desintegró, cambió de nombre e imagen en 2022 y terminó de extinguirse legalmente en 2024. Mientras tanto, los simpatizantes del expresidente Correa buscaban una nueva bandera política para cobijarse.
Meses antes de las elecciones seccionales de 2019, lograron un espacio en Fuerza Compromiso Social, un movimiento mínimamente conocido hasta entonces, con la bandera de la lista 5, y obtuvieron apenas dos cargos: las prefecturas de Pichincha y Manabí.
Para las elecciones de 2021, su espacio dentro Fuerza Compromiso Social se consolidó, junto con Centro Democrático, formaron la alianza Unión por la Esperanza (UNES); el binomio Arauz-Rabascall pasó a la segunda vuelta (aunque no ganó), y consiguieron 49 asambleístas.
A partir de entonces, comenzó la reconstrucción del correísmo: lograron hacerse del control total de Fuerza Compromiso Social y le cambiaron de nombre a Revolución Ciudadana; además, iniciaron recorridos por el país para registrar nuevos adherentes y dar a conocer su nueva cara.
Así, en 2023 participaron nuevamente con bandera propia, con Luisa González a la cabeza y consiguieron ser la primera fuerza del Legislativo. Pero, después de nuevos fraccionamientos internos, la cúpula insistió en repetir sin éxito la carta para estas elecciones de 2025.
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