Esmeraldas: alerta ambiental en el río Caple tras crecida que arrastra restos de petróleo
La destrucción del dique del río Calpe por las fuertes lluvias provocó que el petróleo contenido tras el derrame del 13 de marzo fluya por la corriente de agua. El olor a hidrocarburo en la zona es intenso.
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Autor:
Redacción Primicias
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La tarde y noche del martes 25 de marzo de 2025 fueron testigos de una nueva crisis ambiental en Esmeraldas. Las intensas lluvias de más de cuatro horas registradas en la zona provocaron que el caudal del río Caple creciera de forma alarmante y destruyera un dique de contención construido a 6 kilómetros del sitio donde se había producido la rotura del oleoducto del 13 de marzo.
Según los testimonios recogidos en la zona, el dique, construido pocas horas después del derrame inicial, había permanecido intacto durante 12 días, hasta que la crecida del río se lo llevó, trastocando los planes de remediación en ese punto.
La destrucción del dique causó que el petróleo anteriormente contenido fluyera nuevamente por el río Caple, obligando a los trabajadores que se encontraban realizando labores de limpieza en las orillas a ser evacuados por seguridad.

Ante esta nueva crisis, Petroecuador se vio obligada a reforzar las contenciones aguas abajo. La empresa informó que se colocaron siete barreras adicionales en el río Viche para evitar que el crudo llegara al río Esmeraldas.
La mañana del miércoles, los trabajadores de las empresas remediadores contratadas por Petroecuador y OCP (Oleoducto de Crudos Pesados) se apresuraron a recomponer las barreras dañadas. Más de 50 personas colocaron nuevas barreras plásticas y absorbentes, lanzando desengrasantes al agua antes de volver a las orillas para continuar con la limpieza.
En el sitio se puede constatar, a un costado, la tubería que permitía el paso del agua. A un costado, las barreras de contención están desplazadas y algunas arrancadas de sus bases, y el petróleo que se había contenido se perdió río abajo.
El panorama era desolador para los habitantes de la zona. El colapso del dique de contención aumentó la preocupación de los moradores, quienes circulan a diario por el puente que conecta con la parroquia Cube, a pocos metros del dique destruido.
"Se acabó de ir todo el petróleo que estaba acumulado aquí. Ahora toca sobrellevar la vida todos los días", lamentó uno de los residentes.
Además, el estado de la vía se vio seriamente afectado por el paso de la maquinaria y vehículos, sumado a las intensas lluvias, lo que la convirtió en casi intransitable.
En la zona de El Achiote, El Roto y Chucaple, por donde pasa el río Caple, Petroecuador construyó tres diques de contención de crudo, uno en la hacienda La María Elvira, otro en el sector Dos Bocas y uno más grande en la entrada a Cube, a 6 km de la zona cero del desastre. Los tres diques cedieron y fueron destruidos por la fuerte corriente del río Caple.
Ante esta nueva crisis, Petroecuador informó que el dique roto no se reconstruiría, sino que se reforzaría otro construido 3 kilómetros más arriba, en el sector Dos Bocas, para evitar que cediera ante una nueva crecida. Mientras tanto, la entrega de ayuda humanitaria y la distribución de mascarillas y kits de limpieza continuaban, en un intento por mitigar los efectos de esta nueva emergencia ambiental.
Nuevas afectaciones a la salud
Sofía Gómez, una residente de la zona de El Achiote, se despertó este jueves con un fuerte ardor en la garganta y los ojos. La intensa lluvia del martes había vuelto a arrastrar el crudo que aún quedaba en las orillas del río Caple, reavivando la pesadilla que parecía haber terminado. Desde su casa, Sofía podía percibir el penetrante olor a combustible que quemaba su nariz y garganta.
El martes por la tarde, la lluvia cayó sin tregua durante aproximadamente cinco horas, haciendo crecer el caudal del Caple en casi dos metros. La corriente se había llevado consigo los restos de crudo que aún quedaban como testigos del derrame de 25.116 barriles registrado el 13 de marzo, dirigiéndose ahora hacia los ríos Viche y Esmeraldas.
Al acercarse a la orilla, el olor a hidrocarburo quema la garganta y los ojos, y provoca mareos. Andrés Ramírez, dueño de una finca cercana, advirtió que este era solo el inicio de un problema que se prolongará por años, pues la tierra contaminada en la zona de la rotura del SOTE (Sistema de Oleoducto Transecuatoriano) aún no había sido debidamente limpiada. "Tienen que sacar toda esa tierra contaminada con maquinaria porque esto no va a terminar", lamentó Ramírez.
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