El 'bazar' chino que desata una fiebre de compras al sur de Quito
Un gigantesco galpón, repleto de productos provenientes de China, se abrió hace pocos días al sur de Quito. Cientos de personas acuden a comprar en el lugar, atraídos por los bajos precios y una viral campaña en redes sociales. Fuimos hasta allí y esto es lo que vimos.

La sección peluches en el galpón del Bazar Muralla China, que opera al sur de Quito.
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PRIMICIAS
Autor:
Santiago Ayala Sarmiento
Actualizada:
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China ha tenido fuerte presencia en la vida económica y comercial de Ecuador en las últimas dos décadas. Desde la fuerte relación que mantuvo el gobierno del expresidente Rafael Correa, en temas de financiamiento (deuda) e infraestructura, hasta la más reciente ola de importaciones y compras domésticas de productos originarios del dragón asiático a través de varias plataformas digitales.
Nunca antes, China había estado a solo un clic de distancia de los ecuatorianos. Según cifras del Banco Central del Ecuador (BCE), las exportaciones desde China casi se duplicaron entre 2014 y 2024, al pasar de USD 3.410 millones a USD 6.052 millones. Esto es un crecimiento del 77%.
En este contexto, el pasado 6 de abril de 2025, un hecho inusual convocó a cientos de personas en el sur de Quito. Por redes sociales se anunciaba la inauguración del Bazar Muralla China, donde se vende una amplia variedad de productos provenientes de dicho país, a precios bajos.
En agosto de 2024, este mismo Bazar había abierto sus puertas en un nuevo edificio al sur de Guayaquil. Esta vez le tocaba a la Capital. Y la respuesta de los capitalinos fue masiva, a tal punto que muchos denunciaron a través de redes sociales el caos que se vivió en esa jornada.
Así que, pasado el 'boom' inicial, fuimos en busca del lugar al que "medio" Quito le tiene puesto el ojo.

Tomando la avenida Maldonado, en sentido norte-sur, ya sea en bus o en carro particular, primero hay que llenarse de mucha paciencia, debido al tráfico. La meta es llegar casi al puente de Guajaló, así que el camino puede tomar su tiempo: lleve un libro o descargue una entretenida playlist que le anime.
Una vez en la zona, no es difícil encontrar el lugar. Un enorme letrero rojo, con el nombre del Bazar Muralla China, junto a letras en ese idioma -que asumimos debe equivaler a su significado en español-, es la primera señal de que se ha llegado.
Entre toda la cantidad de ventas ambulantes, que llena la acera de acceso, aparece la puerta hacia el espacio interior donde todo se tiñe de color rojo: parqueaderos, el gigantesco galpón y las empleadas del Bazar uniformadas con camisetas, obviamente, rojas.
Los guardias, con aparatos de comunicación y armados, vigilan el acceso. Una serie de casilleros, con claves electrónicas, están disponibles para quienes quieren dejar sus pertenencias a buen recaudo, mientras se dirigen a entregarse a la "fiebre" de compras.
Apenas se ingresa, lo primero que sorprende es las dimensiones del lugar. A través de una decena de largos pasillos se disponen una gran cantidad de productos chinos, de toda índole: repuestos para carros, papelería, vajilla, peluches, decoración para el hogar, iluminación, audio, maquillaje, maletas de viaje, ropa, muebles, herramientas, sanitarios... Es tanta la oferta que, sea como curioso o como comprador, se requiere reservar una buena cantidad de tiempo para descubrir esta caja de Pandora.
Personas de todas las edades entran y salen como si se tratara de un ejército de hormigas. La diferencia es que, de las que salen, el 99%, lleva en sus manos la funda blanca -curiosamente, no roja- con el logo del bazar, señal de que compraron algo. Caen en la tentación, pues hay artículos que pueden encontrarse desde USD 1, como juguetes para mascota o vasos, por ejemplo.

María Elena y su hija adolescente habían llegado al establecimiento pasadas las 09:00, a inicios de esta semana, cuando coincidimos en la visita. Hasta que entablamos conversación, habían estado ya más de una hora y media, cuando conversamos con ellas. En su carrito de compras tenían, principalmente, piezas de vajilla. "Venimos a conocer, porque todo el mundo acá en el sur habla de este lugar. Y sí hay cosas bonitas, así que nos estamos llevando algunas. Unos USD 20, máximo, planeamos gastar".
Después de recorrer el amplio galpón, intentamos conocer más detalles acerca de la operación del Bazar Muralla China con el administrador, una persona que por sus rasgos físicos era evidente su origen chino. Pero él parecía estar de mal humor, hizo un gesto de fastidio y envío a una de las empleadas a decirnos que no sería posible dialogar.
De esta forma terminó nuestro recorrido. No compramos nada, pero podemos decir que por fin pisamos la Muralla China, no la que está a 15.463 kilómetros de distancia, sino la que está "aquicito" nomás.
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