Emprender después de los 40: Mujeres que iniciaron su negocio en una etapa madura de la vida
En Ecuador, el 13,3% de las mujeres emprendedoras tiene entre 45 y 54 años y apenas el 9,3% tiene más de 45 años.

Gioco Cabrera, Catherine Arboleda y Elsa Zurita, tres mujeres emprendedoras de más de 40 años.
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El porcentaje de mujeres emprendedoras en Ecuador es más alto que el de los hombres, según el informe Global Entrepreneurship Monitor (GEM) 2023-2024, realizada para Ecuador por ESPAE, Escuela de Negocios de la ESPOL.
En Ecuador, la tasa de actividad emprendedora (TEA) es de 51,18% de mujeres y de 48,82% en hombres. El país, dice el informe, está dentro de las cinco economías en las que las mujeres emprenden más que los hombres, junto con China, Colombia, Tailandia y Lituania.
Pero los datos muestran que las mujeres en Ecuador emprenden, sobre todo, cuando son más jóvenes.
Según el informe, de la población de mujeres emprendedoras en Ecuador, el 53,3% tiene entre 18 y 34 años. En cambio, el 46,7% está en el rango de 35 años en adelante.
Así, a medida que las mujeres tienen más edad, tienen a emprender menos, muestra el informe. Por ejemplo, solo el 13,3% de las mujeres emprendedoras en Ecuador tiene 45 y 54 años y apenas el 9,3% tiene más de 45 años.
Uno de los factores que podría incidir en estas menores tasas de emprendimiento en este segmento de la población es el fenómeno conocido como edadismo.
Según un reporte de Naciones Unidas, el edadismo se produce cuando la edad se utiliza para categorizar y dividir a las personas provocando daños, desventajas e injusticias.
Pero pese a ese y otros desafíos, hay mujeres de más de 40 años que han emprendido negocios en Ecuador, como hobbies, como fuente principal de ingreso aprovechando un talento o como reemplazo a un trabajo bajo relación de dependencia que perdieron.
Estas son las historias de tres mujeres emprendedoras:
"Emprendí porque perdí mi empleo en la pandemia"
Catherine Arboleda, 53 años, Quito. Es propietaria de Dulce Semilla, un negocio de venta de alimentos naturales como frutos secos, semillas, mermeladas y chocolate.
"Al principio comencé de manera muy informal, en 2022 y hace un año que ya tengo mi local. No es que ya me genera enormes ingresos, porque esto es poco a poco, pero es algo mío y me siento feliz por eso.
La idea surgió después de la pandemia de Covid-19, cuando me quedé sin empleo y conseguir trabajo a mi edad ya era difícil. En mi área, que era la de servicios turísticos y hoteleros, era todavía más difícil, porque eso se vio muy afectado en la pandemia.
Pensé en emprender en algo que siempre me había gustado, que es la nutrición, los hábitos saludables de alimentación.
Pero tampoco quería ir a ciegas y lanzarme sin estar preparada, por eso, durante la pandemia tomé un curso de emprendimiento en Casa Somos, del Municipio y fue muy enriquecedor.
Nos enseñaron estrategias, marketing, publicidad, los nueve pasos para hacer el emprendimiento.
Al principio no me animaba a abrir un local físico, así que hice lo que muchos emprendedores hacen, comenzar ofreciendo a los conocidos.
Y creo que una de mis fortalezas es que soy una persona muy sociable, tengo varios grupos de conocidos y amigos. Si hay un grupo de Zumba, me meto; si hay clases de yoga o grupos en la iglesia.
Entonces comencé así, con los más cercanos, haciéndolos degustar y conocer los productos, porque cuando se trata de comida uno tiene que ver, oler degustar, probar y ver si el producto está bueno.
Así yo también fui aprendiendo en el transcurso de este proceso qué buscaba más la gente, lo que más le gustaba y ya iba teniendo mis pequeños pedidos.
Fue recién hace un año que tomé la decisión de abrir el local y hacer todo esto de manera más formal, ya abrí mi RUC.
Yo tenía todavía unos ahorros de lo que salí de mi trabajo anterior y el local era de mi mamá. Así que con eso adecué y arreglé el local, que está en el sector de Ponceano, en Quito. Empecé poco a poco.
Tener el local ha sido un paso importante, y claro, no es que he crecido exponencialmente, y no le niego, es un trabajo duro, a veces no hay clientes, uno se siente decepcionada, cansada y quiere botar la toalla.
Pero siempre hay alguien que te anima, que te apoya. Están los amigos, la familia. Tengo amigas con emprendimientos de panadería, que por ejemplo me decían: 'esto es así, a mí también me pasó, no te rindas, a veces tuve que regalar el pan porque no vendí nada'
Sí, es difícil, porque al principio uno no ve una gran ganancia, pero como dicen, aunque no chorrea, gotea y aquí seguimos.
Creo que al final una de las cosas más importantes es que como emprendedores nos toca hacer de todo solos. Hacemos la publicidad, recibimos los pedidos, arreglamos el local, manejamos las redes, aunque mi hija cuando puede sí me ayuda con las redes.
Ahora ya tengo clientes que vienen al local, recibo a unos tres a cinco diarios, pero claro, también hay días que no se vende. Pero también me he dado a conocer participando en ferias de emprendedores.
En promedio con mi negocio logro vender unos cinco kilos de los productos estrella cada dos semanas, que son las nueces y las almendras.
Pero también tengo otros productos como chía, pistacho, avellanas, maní, ajonjolí, te verde, chocolate.
Ahora estoy pensando en la posibilidad de pedir un crédito para seguir creciendo, me gustaría tener más variedades de producto, vender a más personas e incluso hasta ser distribuidora para otros locales.
También estoy pensando en tener un blog de recetas para dar ideas a mis clientes.
Sé que todavía esto es pequeño, pero quiero seguir creciendo, es el trabajo de uno y es lo que más se valora".
"Las jornadas son largas, a veces me amanezco, pero me gusta mi trabajo"
Gioco Cabrera, 62 años, Guayaquil. Es propietaria de la marca de ropa Gioco Moda.
Soy maestra titulada en costura y diseñadora, ya llevo 44 años haciendo esto, y no me canso, yo amo mi trabajo. Comencé con mi taller en Daule, de donde yo soy, ahí me di a conocer, trabajando bajo pedido con telas.
Todo cambió cuando en 2019 participé en un reality show de televisión que se llamaba 'Costureras al ataque', no gané, quedé segunda, pero ahí me di a conocer y comencé a recibir muchos más pedidos, más seguidores en las redes sociales, más clientas llegaban encantadas con mi trabajo.
Así que hace unos cuatro años que ya tengo mi marca como Gioco Moda, trabajo con prendas con tallas y tengo dos locales, uno en Urdesa y otro en Samborondón.
Me siento realizada y contenta con cómo he crecido, he entregado pedidos a todo el país, hasta a Galápagos. Incluso me han escrito chicas de Colombia, que les gustan mis diseños y les digo: 'mija, no puedo, allá es muy lejos', pero me da gusto ver la acogida.
Cada día me siento inspirada y también quiero inspirar a otras mujeres que se animen a diseñar y crear, incluso doy clases, porque me gusta enseñar las técnicas.
Siempre me dediqué a la costura, con esto salí adelante, porque soy madre soltera y hoy mi hija es mi mano derecha en el negocio, me ayuda con las redes sociales, con la elección de las telas, con los pedidos y la parte de las finanzas.
Pero ahora con las dos tiendas todo es más fuerte, tengo más producción y tengo a tres modistas que me ayudan. A la semana producimos entre 12 y 15 prendas, pero ha habido épocas en que hacemos hasta 30.
No le miento, a veces el estrés me quiere invadir, o a veces me duele algo o estoy muy cansada, pero me tomo agua o jugo, una pastillita y me reanimo. Tengo mucho todavía para dar, no es fácil, pero no desmayo.
Hay épocas en que he tenido que trabajar mucho, me dormía dos o tres horas, tenía muchos pedidos y quería cumplir las fechas que me había comprometido.
Hoy por ejemplo me levanté a las 5:00, a veces me acuesto a las 12:00 o la 1:00 y otras veces ya me siento muy cansada y puedo tomar la decisión de cerrar temprano e ir a descansar, pero feliz de hacer lo que me gusta.
"Lo hago en honor de mi mamá"
Elsa Zurita, 64 años, Guayaquil. Propietaria de Dulzuritas Pasteles.
He sido ama de casa durante casi 35 años, cuando tuve a mi primera hija. Dediqué todo este tiempo a cuidar de mis hijos y mi hogar, que es lo más importante para mí, aunque también tuve iniciativas porque en verdad me gusta siempre estar haciendo algo, hice manualidades para vender unos años, como cerámicas, adornos, arreglos florales, de todo un poco.
Pero fue recién en la pandemia y a los casi 60 años me animé a emprender en pastelería y postres.
Y me siento muy feliz de haber hecho esto, porque siento que lo hago en honor de mi madre, América Mendoza, que fue de quien aprendí a hornear.
Ella ya no está conmigo, pero yo crecí viéndola hornear pasteles, haciendo bocaditos y banquetes para fiestas, con su trabajo ayudó a mi padre a sacar adelante a sus hijos. Por eso siempre digo que ella es mi inspiración.
Fue sin pensarlo demasiado, más que nada lo comencé como un hobbie en los días del encierro por el Covid, todo surgió muy natural, comencé a hacer pasteles y postres y a subir los videos del proceso a las redes sociales.
Claro, no estoy sola, cuento con el apoyo también de mi hijo menor que es el que me ayuda con las redes sociales y de mi esposo que me ayuda con los envíos.
Han pasado ya casi cinco años y aunque todavía no es un negocio grande, tengo mis pedidos, conocidos de mi familia, referidos que han llegado por las redes.
Me llena de alegría cuando veo comentarios de mis clientes que me dicen con cariño: 'Señora Dulzuritas, qué rica su receta' o cuando me dicen que han intentado hacerla porque se inspiraron viendo un video.
También reconozco que el camino ha sido un poco duro, porque las cosas no son siempre como uno planea en la mente: publicar un video y tener en seguida a muchos clientes haciendo pedidos.
Quisiera tener un local, por ejemplo, pero sé que necesito más recursos para eso, pero es un sueño. No me desanimo, mi familia me apoya y hago cada pastel con todo el corazón, porque amo lo que hago.
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