Habitantes de El Achiote, epicentro del desastre ambiental en Esmeraldas, reclaman por pérdida de cultivos y contaminación de ríos
Aunque inicialmente se señaló a El Vergel como la "zona cero" del derrame de crudo, los habitantes del El Achiote aseguran que el daño ocurrió en su jurisdicción.

Un habitante de la comunidad el Achiote, en Esmeraldas, muestra, el 19 de marzo de 2025, la contaminación de un río tras el derrame de petróleo provocado por la rotura del SOTE.
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PRIMICIAS
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Redacción Primicias
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La tarde del jueves 13 de marzo de 2025 marcó el inicio de una importante tragedia ambiental en Esmeraldas. Mientras el sol agonizaba sobre el horizonte, un oscuro fluido se extendía por los suelos fértiles de El Achiote, en la provincia de Esmeraldas, silenciando los murmullos de sus vertientes y condenando a sus habitantes.
Aunque inicialmente se señaló a El Vergel como la "zona cero" del derrame de crudo, los habitantes del El Achiote aseguran que el daño ocurrió en su jurisdicción. El daño se observa desde la carretera E20 que conecta Quinindé y Esmeraldas.
En El Achiote hay al menos 170 fincas, todas muy cercanas a la "zona cero". La mayoría se dedican a la producción de cacao, yuca, verde y palma africana.
Desde la carretera, el panorama es desolador. Un manto de petróleo cubre extensiones de tierra que antes albergaban plantaciones de cacao. Aquí y allá, máquinas de Petroecuador trabajan de forma incesante en la reparación del suelo y la tubería del Sistema de Oleoducto Transecuatoriano (SOTE), cuya ruptura, provocada por un deslizamiento de tierra, desató este desastre.

En una finca de 24 hectáreas, el daño es irreparable: 14.000 plantas de cacao, vibrantes y en plena producción, se encuentran ahora irremediablemente contaminadas.
El dueño de esta propiedad, quien prefiere el anonimato, relata con voz entrecortada como ocurrió todo. "Eran las 17:30 cuando un trabajador me llamó, alertándome de la ruptura. Llegué rápidamente, pero apenas me acerqué al lugar, el fuerte olor me hizo marear y tuve que alejarme. Todo lo hemos perdido", confiesa con un gesto de impotencia.
El petróleo, implacable, fluyó desde las vertientes cercanas hasta el río El Achiote, contaminando a su paso los afluentes Caple, Viche y Esmeraldas, antes de llegar al mar.
En su trayecto -solo en la jurisdicción de Quinindé- 32 kilómetros de ríos se tornaron oscuros, afectando la vida de unas 4.500 personas que dependen de estas aguas para actividades cotidianas y agrícolas. "Nuestra fuente de vida quedó destruida", lamenta Ronald Moreno, alcalde de Quinindé.
El miércoles 19 de marzo de 2025, los comuneros y agricultores de El Achiote y comunidades vecinas se congregaron cerca del campamento instalado por Petroecuador.
Entre ellos, Luis Cacay, presidente de la comunidad Libertad Lojana, exigía respuestas y compensaciones. "Nos han dejado en el abandono. Nadie nos dice qué pasará con nuestras tierras y nuestras inversiones", denunció. Sus palabras encontraban eco entre los asistentes.
Además de la incertidumbre económica, la falta de agua potable es un clamor constante. "Nos entregaron solo cuatro galones de agua desde el día del desastre. Eso no alcanza para nadie", reclamó una madre de familia.
La indignación crece con cada jornada, mientras los habitantes observan cómo la maquinaria de Petroecuador ocupa las tierras que eran su sustento.
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