'Chico Martínez', el joven futbolista ecuatoriano que escapó de la guerra en Ucrania y casi pierde la vista en Argentina
Esta es la historia de Sebastián Martínez, un joven que soñó con ser futbolista y viajó a Ucrania para estudiar y tratar de cumplir su sueño. Pero la guerra alteró sus planes y eso lo llevó por un camino inesperado. Aún quiere seguir jugando a la pelota.

El futbolista ecuatoriano Sebastián Martínez, durante un entrenamiento.
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Cortesía Sebastián Martínez
Autor:
Redacción Primicias
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Estudiar en el extranjero se volvió una opción factible para los jóvenes ecuatorianos que están por terminar el colegio y quieren empezar su vida universitaria. Según datos de Cancillería, solo en Argentina hay alrededor de 15 mil estudiantes ecuatorianos. Desde la pandemia, el incremento de jóvenes que migran a estudiar en el extranjero, ha ido aumentando.
Uno de esos jóvenes es Sebastián Martínez, que en junio de 2021 barajó varias opciones y finalmente eligió Vinnytsia, una ciudad en el centro de Ucrania.
La Cancillería indica que en Ucrania había alrededor de 700 estudiantes ecuatorianos en 2021.
“Estaba cursando el preuniversitario y el curso de idioma para entrar a la universidad. Cuando llegué, ya había rumores sobre una posible guerra, pero nunca te imaginas que eso realmente va a suceder, se sentía muy lejano”, cuenta Sebastián Martínez.
El joven quiteño eligió Ucrania porque dentro del programa en el que le ayudaron a realizar los trámites, le plantearon la seria posibilidad de que podía probarse en el Dinamo de Kiev, que junto al Shakhtar Donetsk son los equipos más grandes de Ucrania.
“Para 'Sebas' era una gran oportunidad y como Dani (su hermana) ya estaba allá, apostamos por que vaya al viejo continente”, relata Daniel Martínez, padre de Sebastián, “pero la guerra no conoce de historias personales ni sueños por cumplir”.

“Sebas, empezó la guerra”
Sebastián estuvo seis meses adaptándose a la cultura, pero conforme pasaban los días, el temor de la guerra con Rusia iba en aumento. “Recuerdo decirle a mi mamá que no me sentía muy a gusto, que me quería ir”.
A Mónica Soto, la madre de Sebastián, se le resquebraja la voz y se le llenan los ojos de lágrimas cuando se acuerda de esos días. “Es desesperante. Nunca te imaginas que algo así le puede suceder a tus hijos".
“Recuerdo que eran las tres de la mañana cuando de repente un amigo nuestro llamó a la puerta y en un tono muy neutral dijo: 'Empezó la guerra'”. Era febrero de 2022.
En ese momento empezó el proceso de salida. Los organizadores del programa que lo llevaron hasta Ucrania le habían prometido ayudarlo a salir del país a él y a otro grupo de ecuatorianos, pero solo los acompañaron a tomar el tren, que debía acercarlos a Polonia.
Desde que partieron de Vinnytsia, ¿cuánto tardaron en llegar a Polonia? "Fue una travesía de tres días".
De Vinnytsia a Varsovia, capital de Polonia, hay 744 kilómetros de distancia. Cuando 'Sebas' y su grupo llegaron a la estación se dieron cuenta que les esperaba un camino largo y ajetreado. “Esos trenes, de cinco vagones, tenían capacidad para 300 personas. Estaba toda Ucrania intentando salir de ahí”.
'El chico Martínez'
Las primeras consecuencias de una guerra se muestran en la movilización humana. Millones de personas intentando huir de su hogar en busca de continuar con su vida. “Éramos un grupo de 20 o 30 latinos. Dadas las condiciones optamos por dejar que las mujeres vayan en el tren y el resto buscamos otras formas de movilizarnos”, explica el joven estudiante.
Era invierno en Europa. Mientras Sebastián cruzaba Ucrania, sus papás hacían lo imposible tratar de comunicarse. "Era desesperante estar acá sin poder hacer nada. Hablábamos a lo mucho una vez al día”.
"En todo el grupo tenían un solo cargador y se lo iban turnando. Recuerdo claramente estar hablando con 'Sebas' y de fondo escuchar una alarma de bomba. La llamada se cortó y no supimos nada de él durante 10 horas".
El 24 de febrero de 2022, el Ministerio de Exteriores y Relaciones Humanas declaró “atención prioritaria a los ecuatorianos que se encuentren en Rusia, Ucrania o países fronterizos”.
Fueron tres días hasta llegar a Polonia. En el trayecto “nos estafaban taxistas diciendo que nos ayudarían a llegar y nos dejaban a medio camino”. Según un informe de la Misión de Observación de los Derechos Humanos de la ONU, 6,4 millones de personas fueron desplazadas por la guerra, entre ellos, Sebastián Martínez.
Mientras el grupo de latinos intentaba llegar a la frontera, sus padres esperaban la noticia de que el programa ya se había logrado contactar con él.
“A toda la angustia que sentíamos se agregó el hecho de que 'Sebas' fue de los últimos en llegar. En el chat de los padres de familia avisaban sobre las noticias de los chicos; a nosotros solo nos decían falta el chico Martínez”.

Sebastián llegó a Polonia, pero no significaba que el viaje había terminado. “Por motivos de visa no nos querían dejar entrar, tuvimos que falsificar una llamada con una amiga que pretendió ser diplomática para pasar”. Finalmente, el 'chico Martínez' logró reunirse con su hermana, Daniela, quien vivía en Kiev y ambos retornaron juntos a casa.
“Abrazar a nuestris hijos fue volver a nacer. Hubo un momento donde pensamos que el vuelo humanitario sería imposible”, recuerdan sus padres.
Aquella alegría rápidamente se transformó en confusión. El haber apostado por ir a Ucrania y verse obligado a volver tuvo repercusiones en Sebastián. "No sabía qué hacer con mi vida, pero sabía que tenía que hacer algo". Tras llegar de Ucrania estuvo cerca de seis meses en Quito. "Sentí que había perdido el rumbo".
Antes de irse a Ucrania, Sebastián Martínez había rechazado una beca en Estados Unidos donde pudo haber estudiado y jugado fútbol. Pero ahora buscaba nuevas posibilidades y surgió la opción de ir a Argentina.
“Después de todo lo que pasó, no te quieres separar nunca más de tus hijos”, afirma Mónica. “Queríamos que se quede, pero nunca nos interpondremos en los sueños de nuestros hijos”, agrega Daniel. No pasaron más de seis meses juntos y 'Sebas' ya tenía claro que quería irse afuera nuevamente. "Quería reconectar con el fútbol y qué mejor que poder hacerlo en Argentina”.
La vista o la vida
Pasaron tres días desde que a Sebastián le confirmaron que había cupo en el Instituto Universitario de River Plate en Buenos Aires. “Lo mejor fue la velocidad con la que se dio el proceso, hizo que sea más fácil tener que despedirnos de nuevo”.
'Sebas' llegó a Argentina con la intención de estudiar marketing deportivo y trabajar en su sueño de jugar fútbol profesional. Pero en los primeros meses lo marcaron la “cultura tan intensa y vivaz. Siendo franco, me dejé llevar”.
Sebastián recuerda cómo los conciertos, las fiestas y los amigos hicieron que el fútbol deje der ser su prioridad
“Un día volvía a mi apartamento, con un severo dolor en mi ojo derecho, tras un concierto”, aquella infección casi acaba con su vida.
Su diagnóstico fue "queratitis ulcerosa, actividad inflamatoria estromal mixta", una inflamación en la córnea causada por algunos motivos, entre ellos, bacterias. Una de las consecuencias es la ceguera permanente.
“Varios médicos nos dijeron que era necesaria una operación de trasplante de córnea. Era eso o perder la vida”.
Para Sebastián y su familia fue un golpe muy duro. Mónica recuerda una conversación que tuvo con el oftalmólogo con el que finalmente realizaron el tratamiento.
-Mónica, agarrate un cabello.
-¿Para qué?
-El grosor de tu cabello es la distancia que hizo que Sebastián no pierda su ojo.
El mismo día, el oftalmólogo le dió una noticia que tranquilizó mucho a los Martínez. No era necesaria una operación, pero el tratamiento le llevará cerca de un año.
El tratamiento obligaba a Sebastián a casi no ver la luz del día, no podía salir, no podía hacer nada. "Eso me llevó a una depresión muy fuerte". El tratamiento consistía en usar distintos tipos de colirios, cada 30 minutos, que “le hacían gritar del dolor. A mí, como mamá, me partía el corazón ver así a mi hijo”.
Mónica acompañó a Sebastián las primeras semanas del tratamiento, hasta que tuvo que volver a Ecuador. "No podía quedarme. Me sentí como la peor mamá del mundo”. La soledad, causada por el propio tratamiento, hizo que 'Sebas' “tenga demasiado tiempo para reflexionar sobre mí mismo. No me sentía orgulloso de quién era en ese momento”.
Tras pasar todo el trauma que implicó aislarse del mundo por casi un año, “lo que más ansiaba era volver a jugar fútbol”.
'Sebas' recuerda que cuando terminó su tratamiento, lo único que le importaba era “volver a entrenar, volver a ser yo, quería demostrarme a mí mismo que tenía sentido haber ido a Argentina”.

Poco tiempo después de recibir el alta, 'Sebas' empezó a entrenar en el Centro de Alto Rendimiento GA Fútbol, en Buenos Aires. “No solo tuve que recuperar mi nivel, fue aprender todo de nuevo”. Y lo más difícil para Sebastián fue el nivel de juego de Argentina.
A sus 21 años, 'Sebas' sigue persiguiendo su sueño en Argentina, empezando en la tercera división, para luego tratar de ir subiendo o buscar una beca en Europa o Estados Unidos para seguir con sus estudios.
Lo cierto es que el fútbol es el punto de partida para el futuro de Sebastián. Un futuro que, por su propio compromiso, ilusiona a quienes escuchan la historia del 'chico Martínez'.
*Escrito por Gabriel González, estudiante de periodismo de la Universidad San Francisco de Quito.
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