Así es como los Juegos Olímpicos de 1988 cambiaron para siempre el deporte en Corea del Sur
Es imposible hablar de un legado olímpico sin referirse a Seúl 1988, donde los Juegos marcaron el inicio de una nueva política deportiva en Corea del Sur.
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DESDE SEÚL, COREA DEL SUR
El Comité Olímpico Internacional estima que la organización de los Juegos Olímpicos de París 2024 costará unos USD 8.300 millones. Con una factura tan alta, es lógico que el país y la ciudad anfitriona piensen en los réditos que obtendrán.
París, por ejemplo, apuesta por el enfoque urbanístico. Ha mejorado su red ferroviaria y planea aprovechar infraestructuras -como la Villa Olímpica- para vivienda, una vez que culminen los juegos. Además, espera que el certamen global dinamice la economía y genere empleo.
Pero históricamente, organizar este evento ha dejado herencias concretas a sus anfitriones.
Los Juegos Olímpicos de 1992 permitieron a Barcelona el inicio de un boom turístico que la ha convertido en una de las ciudades más visitadas de Europa. Barcelona aprovechó su nueva infraestructura urbana y la atención mundial para mostrar al mundo su cultura, arquitectura y otros atractivos.
Para Grecia, en cambio, la herencia no fue positiva. Tras organizar los Juegos de Atenas 2004, el país sumó los más de 11.000 millones de euros que costó organizar el certamen, a la deuda pública. Eso dejó a la economía griega más expuesta a una crisis, como la que finalmente se desató en 2009.
En medio de una gama de buenas experiencias y sinsabores, es imposible hablar de un legado olímpico sin referirse a un caso paradigmático como el de Seúl 1988.
Del milagro económico al deportivo
Los Juegos Olímpicos de Seúl 88 fueron como una celebración del ‘Milagro del río Han’, o milagro económico coreano. Una especie de ‘presentación en sociedad’ de Corea del Sur como un país desarrollado y una nación que había dejado atrás la devastación de la guerra civil de los años 50, de la mano de la industrialización de su economía.
Pero además de mostrarse al mundo, Corea del Sur tenía planes concretos para replicar su milagro económico, en uno deportivo.
El plan era invertir los réditos económicos del deporte en el desarrollo del mismo deporte, explica a PRIMICIAS Lee Won-Jae, encargado de asuntos internacionales del Comité Olímpico y Deportivo de Corea.
Esa inversión inició con la construcción de infraestructura, la formación de atletas y el respaldo para que los deportistas se dediquen a competir profesionalmente, siguió con la incubación y financiamiento de negocios asociados al deporte y llegó a la implementación de programas de estudio especializados e investigación académica, todo en torno al deporte.
Millonario apoyo al deporte
Como esa monumental tarea necesitaba un ejecutor, Corea creó la Fundación para la Promoción Deportiva de Corea (KSPO, por sus siglas en inglés).
Esta entidad inició con los recursos que generaron los juegos de 1988, para luego consolidar su financiamiento con el manejo de la lotería deportiva -que en Corea es de manejo exclusivo del Estado- y la organización de carreras de botes a motor, además de carreras de ciclismo.
El dinero obtenido e invertido no es menor. Entre 1988 y 2022, KSPO ha recaudado USD 25.000 millones, de los cuales ha destinado USD 13.700 millones al desarrollo del deporte profesional y a promover la práctica deportiva en la población. KSPO aporta con el 93% del presupuesto que el gobierno coreano destina al deporte.
Ese dinero -explica Seong-Yong Kim, representante de KSPO- también ha permitido la construcción de una vasta infraestructura que incluye 14.545 instalaciones deportivas.
Gracias a esa red de estadios, centros de entrenamiento, pistas, canchas, piscinas, velódromos y coliseos, Corea del Sur ha podido organizar otros eventos globales.
Entre esos destacan el Mundial de Fútbol de Corea-Japón 2002, el Campeonato Mundial de Atletismo Daegu 2011, los Juegos Olímpicos de Invierno de Pyeongchang 2018, los Juegos Olímpicos de Invierno de la Juventud Gangwon 2024, entre otros.
El deporte comunitario
La promoción del deporte global no dejó atrás a la población. KSPO mantiene un programa de acondicionamiento físico abierto a toda la población.
Este incluye planes de entrenamiento personalizados que se ajustan en función de mediciones como fuerza, resistencia, flexibilidad o reflejos, detalla Kiryun Jin, líder del proyecto de acondicionamiento físico de la fundación.
Ese enfoque sobre el deporte ha permitido a Corea del Sur involucrar al 62% de la población en la práctica regular de alguna actividad física, según cifras de KSPO.
La misma sede de KSPO es un ejemplo palpable de esa conexión con la comunidad, pues funciona en el Parque Olímpico de Seúl, que fue el escenario de gran parte de las competencias de los juegos de Seúl 1988.
Hoy es un complejo de 142 hectáreas de acceso público y alberga al estadio Olímpico de Seúl, campos de tenis, gimnasia, voleibol, básquet, ciclismo, natación y otras disciplinas. Todo eso en medio de grandes áreas verdes, senderos para caminata, esculturas al aire libre, museos deportivos y áreas destinadas a conciertos y eventos culturales.
En Seúl, lo relacionado con el evento de 1988 está perfectamente conservado.
Al punto que cerca de algunas instalaciones deportivas olímpicas aún es posible observar unos pocos letreros informativos con Hodori -el tigre mascota de Seúl 88-, que 36 años después de ser instalados sigue relucientes, fruto del mantenimiento constante.
Potencia deportiva en ascenso
Una consecuencia directa de esta política es la obtención de logros deportivos. Antes de que inicien los Juegos de París 2024, Corea del Sur ocupa la decimosexta posición del tablero histórico de los Juegos Olímpicos con 96 medallas de oro, 91 de plata y 100 de bronce. El 90% conseguidas tras Seúl 88.
En ese logro han interferido, sin duda, aspectos como el talento, disciplina y entrega de los deportistas, pero también la posibilidad de entrenarse adecuadamente, sin carencias técnicas ni personales, con guía especializada de alto nivel, con el uso de tecnología, monitoreo constante y con la seguridad de poder dedicarse profesionalmente al deporte.
Para llegar en las mejores condiciones a los Juegos Olímpicos y las competiciones del ciclo olímpico, Corea del Sur tiene tres grandes complejos: los centros nacionales de entrenamiento de Taereung, Taebaek y Jincheon.
Este último -el más nuevo- se construyó entre 2009 y 2017 sobre una superficie de 85 hectáreas y cuenta con instalaciones para la práctica de 37 disciplinas, alojamiento para deportistas, además de un centro de medicina y ciencia deportiva.
Allí se concentraron antes de los Juegos Olímpicos los 141 deportistas, de 24 disciplinas, que representarán a Corea del Sur en París 2024.
Entre ellos, la halterofilista Kim Su-hyeon que rivalizará con la actual campeona olímpica, Neisi Dájomes; y Park Hye-jeong, quien está en la categoría de más de 81 kilogramos, donde compite la ecuatoriana Lisseth Ayoví.
Y como el deporte es para todos, los atletas paralímpicos tienen también su centro de entrenamiento en la ciudad de Icheon, al sur de Seúl, en la provincia de Gyeonggi.
Allí los atletas paralímpicos disponen de un área de 18 hectáreas para la práctica de 19 deportes paralímpicos y una capacidad para recibir a más de 300 atletas. En los Juegos Paralímpicos de Verano, Corea del Sur ha cosechado 128 medallas de oro, 116 de plata y 121 de bronce.
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