José Luis Chilavert jugó descalzo en la calle, rechazó ser compañero de Maradona y elogió al fútbol ecuatoriano
El paraguayo José Luis Chilavert, reconocido como el mejor arquero del mundo en 1995, 1997 y 1998, revela que de niño jugaba descalzo en la calle, ya que sus padres no tenían plata para comprarle zapatos. Además, se arrepiente de no haber tenido un representante. "Podría haber terminado en el FC Barcelona o Real Madrid".

José Luis Chilavert después de una entrevista con PRIMICIAS en Quito, el miércoles 23 de abril de 2025.
- Foto
Israel Mora / PRIMICIAS
Autor:
Actualizada:
Compartir:
José Luis Chilavert no necesita presentación. Ícono del fútbol sudamericano, arquero goleador (62 anotaciones en toda su carrera) y voz crítica dentro y fuera de la cancha. Leyenda total.
Fue campeón con Vélez Sarsfield (torneo local, Copa Libertadores, Intercontinental, Interamericana, Supercopa Sudamericana y Recopa Sudamericana), campeón con Racing de Estrasburgo (Copa de Francia) y también elegido como mejor arquero del mundo en tres ocasiones por la Federación Internacional de Historia y Estadística de Fútbol (IFFHS).
Lo único que le faltó en su carrera, confiesa, fue ganar una Copa del Mundo con la selección paraguaya. De todas formas, tuvo actuaciones impecables, como en las ediciones de Francia 1998 y Corea-Japón 2002. En ambas ocasiones llegó hasta los octavos de final.

Chilavert visitó Quito después de 22 años, gracias a una invitación del PGA Tour Américas, en donde jugó golf junto a Álex Aguinaga en el Quito Tenis y Golf Club.
Ahora, el exfutbolista dedica su tiempo a su empresa que vende materia prima desde Asunción, Buenos Aires y Miami hacia países asiáticos.
En un mano a mano con PRIMICIAS, el paraguayo repasó pasajes poco conocidos de su vida. Habló de su infancia jugando descalzo en Luque, de su decisión de no fichar por Boca Juniors, el por qué nunca tuvo un representante y de su admiración por el crecimiento que ha tenido el fútbol ecuatoriano. Fiel a su estilo, Chilavert no se guardó nada.
¿Extraña mucho el fútbol?
Sí, jugué 25 años y realmente uno lo extraña. Se extraña estar dentro de la cancha. Veo que a veces ciertos porteros cometen errores infantiles y a uno le duele. El otro día hablábamos con Álex Aguinaga, de que los médicos o científicos deberían inventar una pastilla para rejuvenecer y así volver a jugar. Sería fantástico. Lo que costaríamos hoy en día como futbolistas.
El fútbol es muy lindo y noble. A veces veo en mi país, Paraguay, que los padres de familias humildes, les llevan caminando a sus hijos a jugar fútbol con mucha ilusión y amor como lo teníamos nosotros antes. Es un deporte fantástico, en donde si eres bueno te pagan bien y te cuidan. Creo que es la mejor profesión que hay en el mundo y que en definitiva somos unos privilegiados.

¿Se imagina lo que generaría en todo el mundo si jugaría actualmente?
Y hoy en día tener un arquero que ataje, convierta goles de tiro libre o penal, generaría un espectáculo terrible. Hoy en día es todo marketing en el mundo del fútbol. Lo interesante es que no me puedo quejar. He dejado un legado en el puesto del arco.
Siempre me quedó una frase de mi ídolo, Dino Zoff, durante una entrega de premios en Alemania, en 1994. En la mesa de los arqueros eran todas figuras, estaba Dino, Peter Schmeichel, entre otros.
Cuando me eligen mejor arquero del mundo, Dino se levanta, me abraza y me dice: eres el mejor del mundo. Yo le dije: usted es mi ídolo, es lo máximo para mí. Y me respondió: no, José Luis, nosotros antes agarrábamos el balón y corríamos por el área para hacer tiempo. Tú sales del área, metes pelotazos y haces goles. Eso es dejar un legado en el puesto'.
¿Qué se necesita para dejar un legado en el fútbol mundial?
Todo es trabajo y sacrificio. Buscar la técnica ideal. Hoy en día los entrenadores se fijan en que los arqueros deben jugar con los pies. Si el arquero no sabe manejarse bien con los pies es un problema. Hoy el arquero debe ser jugador. Por ejemplo, si un equipo juega con tres defensores, en las bandas siempre va a haber un flanco en donde no se cubre, y cuando se presiona arriba puede que queden espacios sueltos. Allí es cuando el arquero debe intervenir. Hoy, el arquero debe ser un atleta. Si hay un pelotazo, debe salir corriendo del área para cortar la jugada.
Usted debutó muy joven, ¿cómo fue su niñez?
Mi niñez fue dura, como en la mayoría de casos de los que jugamos bien al fútbol. Vengo de un barrio humilde. No teníamos dinero para comprar una pelota de fútbol y andábamos descalzos hasta los 7 años. Sacábamos toronjas de un árbol de la casa de mi abuelo y jugábamos descalzos en la calle con los amigos y mis hermanos. De tanto pegarle a la toronja se rompía rápido, y después volvíamos al árbol para sacar más frutas.
Tampoco teníamos dinero para pagar un pasaje de un autobús. Iba caminando de mi casa a la cancha del Sportivo Luqueño, que eran 10 kilómetros y ya llegaba cansado al entrenamiento.
Siempre tuvimos esa idea de jugar al fútbol, porque mi padre Félix fue un gran delantero de mi país. A mis hermanos y a mí nos inculcó que si queríamos jugar al fútbol, había que cuidarse, amar la profesión y siempre me quedó grabado de que para triunfar se necesitan dos cosas: trabajo duro y cuidarse, es el mejor camino.
Y para ser buen arquero hay que tener tres condiciones: personalidad, estar fuerte psicológicamente y tener las condiciones técnicas. Cuando te insultan hay que soportar esa responsabilidad que uno tiene. Muchos utilizan la palabra presión. Yo en mi vida no tengo presiones. Nunca tuve. Cuando uno juega al fútbol, lo que tenemos son responsabilidades. Uno debe trabajar duro y ser honesto. Y eso hice en mi carrera.
Me acuerdo que el primer día que me fui a probar, en mi categoría había cinco arqueros, yo era el sexto. Y el técnico me pregunta: ¿Chilavert, usted en qué puesto juega? Le iba a decir de 9 o de 10 y por esas cosas de la vida me pone de arquero. En el primer día fui suplente.
En el año 78, en un partido solteros contra casados en el barrio, mi hermano me preguntó si quería ir a tapar, porque me iban a fracturar, porque los casados eran grandotes. Entonces me quedé y me gustó y me fui a probar. Al siguiente día, los cinco arqueros de mi categoría se enojaron porque había sido suplente. Me quedé solo y me tenían que fichar, así quedé como arquero de mi categoría. Me contrataron a los 13 años y a los 15 debuté en primera división.
¿Todas esa situaciones le ayudaron a forjar su carácter?
Sí, fue por eso, por el trabajo de mi papá, que también fue futbolista, y por mi abuelo, quien peleó en la Guerra del Chaco, el enfrentamiento entre Paraguay y Bolivia. Mi abuelo siempre me contó anécdotas de vida. Por ejemplo, que estaba en la trinchera, sin agua, y tenía que tomarse la orina para subsistir. Gracias a esas historias fui forjando esa fortaleza mental y mi personalidad.
Muchas veces a los jugadores, cuando hay mucha gente en los estadios o los insultan, enseguida se abruman. Para mí era al contrario, cuando más me insultaban, más concentrado jugaba. Cuando más insultan a uno, quiere decir que es el mejor. Nunca van a insultar a un mediocre.
Después de toda la carrera que construyó, ¿Qué le diría al Chilavert de 15 años que estaba por debutar?
Que realmente todo lo que se propuso lo logró. Por ahí lo único que me faltó fue ser campeón del mundo con Paraguay, pero soy un agradecido con la vida. Siempre dije que Dios es amigo mío, porque he logrado goles increíbles, de 65 metros, o el gol de tiro libre a Boca, a Argentina o a Colombia. Estoy contento conmigo mismo por el legado que he dejado, porque antes cualquiera iba al arco y hoy debe ir el mejor, para que transmita seguridad y desde allí empiece ganando un equipo.
Pero hoy en día me duele porque están matando el fútbol, porque han puesto micrófonos, cámaras, y el VAR que lo utilizan mal, al menos en Sudamérica. El VAR lo utilizan para beneficio de los amigos, le ayudan al amigo para ser campeón; entonces un equipo pequeño nunca va a crecer y los más grandes siempre van a crecer. Es una asignatura pendiente que debe tener el fútbol mundial.
¿Cómo se familiarizó con los penales y los tiros libres?
Yo jugaba de 9 en el barrio y antes de ir a probarme a Sportivo Luqueño, jugué en una escuela de fútbol, que se llamaba Independiente Campo Grande y mi padre era entrenador. Él siempre me hacía patear los penales y tiros libres. Ya tenía la vocación. a todo el mundo nos encantaba convertir goles, pero había que saberlo aprovechar.
Eso pasó conmigo en Vélez, en un partido que teníamos que ganar sí o sí. Era el minuto 92' y hubo un tiro libre al borde del área. Cuando Carlos Bianchi me grita: 'José, anda a tirarlo vos'. Fue una oportunidad que no podía desperdiciar. Por suerte la coloqué, apunté bien y lo hice.
Si pudiera cambiar algo de lo que fue su carrera, ¿Qué sería?
Hubiera tenido manager. No lo tuve. Siempre pelee mis contratos solo. Si hubiera tenido un representante, por ahí jugaba en el FC Barcelona o Real Madrid; cosas que anteriormente, en nuestra época, era imposible que a un arquero sudamericano lo contrate uno de esos clubes. Hoy eso ha cambiado. Europa se fija en Sudamérica. Y los forman a su manera.
No tuve manager porque me sentía en la capacidad de pelear mi propio contrato. Me encantaba mirarles a los dirigentes cuando te decían no hay dinero. Y bueno, no tenía contrato y me quedaba libre, después aparecía el dinero.
Cuando estamos ganando todo con Vélez, me quiere contratar Boca Juniors. Mauricio Macri era el presidente. Entonces nos reunimos y me dijo: Maradona gana tanto y más de eso no puedo pagar. Y yo le contesté: no me importa lo que gane Maradona, yo gano mucho más de lo que gana Maradona. Le saqué el contrato (con Vélez) y le mostré. Después le dije, si me pagan el doble de lo que estoy ganando, voy con ustedes.
Me dijo que no, que era imposible, y quedó así. Pero también me señaló: 'Pero si juegas en Boca, el gol que le hiciste a River, si lo hacías con nosotros, hubiera puesto tu nombre en La Bombonera'. Le aclaré y le dije que soy realista, si usted me paga mi contrato, fantástico, si no, mala suerte. Y me respondió: 'Sí, pero vas a jugar en Boca'. A lo que le contesté: Cuando tenga hambre mi hija o mi esposa, ni el hincha de Boca ni usted me va a dar de comer. De todas formas, le dije que contrate a Óscar Córdoba, por lo menos me hizo caso.
¿Cuál fue la época más linda de su carrera?
Lo más lindo fue la época con Vélez; catapultarlo a la élite del futbol mundial. Esa época fue maravillosa. El grupo era muy sólido y de a poco fuimos ganando y llegamos a un nivel impresionante
¿Qué piensa de la actual camada de jugadores ecuatorianos?
Ecuador ha crecido mucho en los últimos años. Yo creo que de acá a 10 años, el biotipo del futbolista profesional se va a sacar de acá de Ecuador.
El futbolista ecuatoriano, que ya de por sí tiene potencia, técnica, velocidad, hoy en día sumó agresividad. Antes era temeroso. Hoy en día tiene personalidad. Ahora se debe acomodar la cabeza, tener conducta, ser buen profesional y cuidarse. Y si reúne esas condiciones es todo. Ecuador va a ser uno de los mercados más fuertes de Sudamérica.
Compartir: