Independiente del Valle, Gandolfi y la crónica de un equipo que pintaba para campeón y se derrumbó al final
Todos los temores internos de la gente de Independiente del Valle se cumplieron: el equipo perdió la identidad.
Javier Gandolfi, DT de Independiente del Valle, en la final del 7 de diciembre de 2024.
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Ya se venía proyectando el desastre de Independiente del Valle en la final de la LigaPro. Había pistas, paulatinas como las migajas que desparramaban Hansel y Gretel, que indicaban que algo no estaba bien en el club más pujante de Ecuador. No todo es culpa del entrenador Javier Gandolfi, sino del sistema, que no atajó a tiempo lo que se veía venir.
No hay que restarle méritos a lo mostrado por Liga de Quito, que disfrutó de un proceso inverso al de su rival: pasó de una etapa oscura y de fracasos en dominó, con el despido del entrenador en medio, a una levantada cuasi-heorica. Lo de IDV fue al revés, al transitar de ser el claro dominador de la primera fase de la LigaPro a un equipo carcomido lentamente por la frustración.
Tras los malos resultados en las copas internacionales, la alarma para Independiente debió haber sido la derrota ante El Nacional en la Copa Ecuador. Ahí se comprobó que IDV se había transformado en un equipo más bien especulador, que cedía la pelota y que, cuando la tenía, lucía desconcertado, como si no supiera qué hacer. Independiente, que siempre fue de posesión e intensidad, había sido convertido por Gandolfi, o por la realidad de plantilla, en un monumento a la precaución.
Quizás lo que le faltó a Independiente es un poco de presión mediática y de la hinchada. Si Liga pierde una final, se arman furiosas tormentas en las redes sociales y los programas deportivos se convierten en griteríos condenatorios. Si IDV cae, la furia se disipa rápidamente.
De la plantilla, solo Kendry Páez sufre la presión externa, pero esta estrella (¿se lo puede seguir llamando así, luego de este año decepcionante?) está en una burbuja que lo tiene lejos del mundo real. Su corazón está donde el Chelsea le diga.
Esto no quiere decir, sin embargo, que IDV esté mal como institución. Al contrario, sigue siendo la más sólida del país y lo más probable es que siga dominando el panorama del fútbol ecuatoriano por muchos años. Por eso mismo, esta derrumbe en el 2024 es tan llamativo.
Aún faltan 90 minutos y nunca hay que cantar victoria por anticipado. ¡Esto no se acaba hasta que se acaba! Pero hasta eso es novedoso en este Independiente del Valle erosionado, que por primera vez lo pasan por encima en una final: la angustia de que es imposible remontar y de saberse derrotado por anticipado.
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