Emelec y el fracaso de un dirigente chiro como José Pileggi
Para ser dirigente de fútbol profesional, hay que tener dinero, cintura y contactos, requisitos que Pileggi, pese a sus buenas intenciones, no exhibía.
José Pileggi, durante las elecciones el 1 de noviembre de 2022 en Guayaquil.
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Diario Expreso
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El incontestable fracaso de José Pileggi el frente de Emelec ratifica que la dirigencia no es para gente con billeteras exiguas, de esas que uno abre y vuela una mosca. Es verdad que en el ultra-competitivo mundo del fútbol muchos dirigentes han fracasado pese a sus grandes recursos, pero el músculo financiero de la dirigencia disimula el fiasco general porque siempre deja un jugador interesante o una clasificación a un torneo internacional. El millonario no gasta, sino que invierte.
Pero Pileggi, un presidente chiro en comparación a sus colegas dirigentes millonarios, no tenía con qué aceitar sus buenas intenciones. Le faltaron recursos, no solo para contratar jugadores, sino para construir un verdadero proyecto. Paradójico: un presidente pobre al mando del club de los 'millonarios'.
Ni bien llegó a la Presidencia de Emelec, Pileggi se dio cuenta de que heredó un Bombillo convertido en una eficiente fábrica de deudas y que, si no obtenía un rápido éxito deportivo, el club de Julio Jaramillo, León Febres-Cordero y Daniel Noboa Azín se reduciría a escombros en el corto plazo.
Ese éxito no llegó. Al contrario, ha sido notable la falta de recursos para mejorar la plantilla, repleta de futbolistas intrascendentes. Para colmo, no faltaron vergüenzas, como esa de que la FIFA prohibió ¡seis veces! a Emelec la inscripción de jugadores por deudas. ¿Qué clase de Deportivo Quito es este? Así comenzó el declive azulgrana que lo tiene penando en Segunda.
No obstante, es sintomático lo que sufre Emelec. Prácticamente todos los 'grandes' de Ecuador están en problemas estructurales porque su modelo, medio romántico y atado al pasado, ha expirado.
Pero lo que no ha expirado es que, para ser dirigente, hay que tener dinero, cintura y contactos, requisitos que Pileggi, pese a sus buenas intenciones, no exhibía para liderar a un grande como Emelec.
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