El día en que Barcelona SC se convirtió en un equipo chimichurri
Ni el Barcelona SC que peleaba por no descender en el año 2000 llegó a ser tan denostado como esta versión de 2024. ¿Quién es el culpable de este chimichurricidio?
Hinchas de Barcelona SC.
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¡Ah, las ironías de la vida! En enero de 2024, Antonio Alvarez, presidente de Barcelona Sporting Club, expresó que el equipo no contratará jugadores "chimichurris". Sin pretenderlo, esa palabreja sacada de la gastronomía argentina se le revertiría fatalmente en poco tiempo. Estamos en octubre, y es evidente que el club entero es la expresión del chimichurrismo en estado puro.
La crisis de Barcelona SC no es coyuntural, como muchos pueden creer, sino estructural. La jerarquía canaria se ha erosionado por factores extrenos, como los fracasos internacionales frente a los éxitos de IDV y LDU, e internos, por las eternas pugnas para hacer del club una plataforma política. Esta última explica el duelo entre el Gobierno de Daniel Noboa y los correístas Alvarez.
El funcionamiento del club como institución es añejo y divorciado de la realidad. Ya no son las épocas de los mecenas, que llegan poniendo (prestando, más bien) dinero de su patrimonio (o de los bancos). Ya está caduco el modelo de los socios que nunca asoman, o que solo asoman cuando un proyecto político partidista está en el horizonte.
Por eso, IDV les ha sacado institucionalmente una década de ventaja y hace lucir a BSC (y, de paso, también a Emelec) como un paquidermo, un símbolo de la ineficiencia, un monumento del pasado y una fábrica de deudas. Mientras eso no cambie, el chimichurrismo seguirá siendo lo normal, no importa quién sea el dirigente.
Aunque es verdad que, este año, los dirigentes han sido minuciosamente autodestructivos. Las elecciones polémicas, el despido por la puerta de atrás de Damián Díaz, el DT Ariel Holan convertido en un espectro más tenebroso que Darth Sidious y unos jugadores en pésimo momento (¿quién iba a imaginar que el infalible Javier Burrai se empequeñecería tanto?) han sido ingredientes del chimichurri canario.
Por eso, la crisis actual de Barcelona se siente tan honda. Ni el equipo del año 2000, aquel que estaba cerca del descenso a la B, generó tanta bronca en los hinchas como el de ahora, cuya posición en la tabla no es del todo mala. O sea, se ha estado peor.
Aquella vez, los hinchas amarillos viajaban por el país para apoyar al ídolo. Ahora, solamente se mueven para lanzar huevos a los jugadores y las barras se sienten infantilmente felices si le roban una bandera a los de El Nacional, aunque les metan tres goles. Hinchas chimichurris para equipos chimichurris.
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